domingo, 23 de diciembre de 2012
miércoles, 19 de diciembre de 2012
lunes, 17 de diciembre de 2012
"Hermes con Dionisos niño" de Praxiteles
Descubierto en las excavaciones de Olimpia
a fines del siglo pasado, en el mismo lugar donde la describió el geógrafo e
historiador griego del siglo II Pausanias es la primera estatua original de un maestro de primera fila,
aunque otros creen que se trata de una copia romana. Está realizada en mármol
de Paros, mide 2'13 m de altura y se encuentra actualmente en el Museo
Arqueológico de Olimpia.
La estatua representa a Hermes, el dios
mensajero, totalmente desnudo, en el acto de transportar a Dionisos niño desde
el Olimpo hasta la mansión de las ninfas, encargadas de su crianza. El grupo
destaca por un gran virtuosismo técnico, la calidad del modelado, la flexibilidad
de las figuras y la delicadeza de las superficies perfectamente pulidas, aunque
en la espalda presenta las marcas de los golpes del cincel.
La famosa curva praxiteliana, que huye de
la línea vertical y estática e imprime ligereza a las figuras, hace que el
cuerpo de Hermes se desplace del eje vertical y forme una seductora S invertida
que le proporciona un sutil equilibrio entre el movimiento y el reposo. La
elevación de la cadera de Hermes -consecuencia directa de la ondulación del
torso- y la elegancia con que están definidos los músculos hacen que la
escultura pierda tensión y gane sensualidad. La sinuosidad de su figura destaca
aún más por el contraste que se establece con la verticalidad del pequeño
Dionisos y la de la túnica, que, lejos de tener unos pliegues ordenados y
paralelos como los del friso de las Panateneas, muestra una caída natural,
semejante a la real.
Las esculturas de Praxiteles son de una
gran delicadeza y se oponen con sus gestos a las esculturas musculosas del siglo
anterior, con una sensualidad refinada que raya en la feminidad y el
amaneramiento. Sus personajes presentan un carácter triste y blando.
En la referencia al futuro del pequeño
dios como divinidad del vino, Hermes le muestra un racimo de uvas (en la mano
derecha perdida), que el niño intenta coger, lo cual nos podría indicar su
futura inclinación por la bebida, además de recibir el grupo esa nota de
humanidad que tienen todos los dioses en el arte de Praxiteles. La parte
inferior de las dos piernas y el pie izquierdo de Hermes, que tampoco se
conservaban, han sido reconstruidos. El soporte del grupo escultórico,
innecesario si hubiera sido ejecutado en bronce, representa el tronco de un
árbol cubierto con la túnica plegada que produce un bonito efecto de claroscuro.
R.R.C.
sábado, 15 de diciembre de 2012
"La boda campesina" de Brueghel el Viejo
Se trata de una pintura al óleo sobre soporte de
madera de 124 x 168 cm conservada en el Museo de Historia del Arte de Viena, ejecutada
en 1567 por el pintor flamenco Pieter Brueghel, que trata de mostrarnos una
escena costumbrista de la sociedad campesina del siglo XVI. El autor reflejó
fielmente la vida del pueblo de este lugar del norte de Europa y fue uno de los más grandes artistas de su
época, que se corresponde con el Renacimiento. En él, el gusto por la anécdota
se da paralelamente a una amplitud compositiva, además de ser fieles retratos, como
podemos observar en ésta y otras obras suyas. Por otra parte, no es un cuadro
habitual del autor, pues prefiere representar escenarios al aire libre como: aldeas, paisajes..., y no interiores como el que nos ocupa.
La fiesta
tiene lugar en un granero, organizada de tal manera, que no aparezca apiñada y
confusa, pese al elevado número de personajes. El espacio está lleno de gente y
de vida. Al fondo aparece un numeroso grupo preparado para entrar y participar
en el festín, mientras dos corpulentos porteadores de comida situados en un
primer plano, transportan sobre una puerta descerrajada platos de gachas preparados para servir. Dos
músicos amenizan el banquete con sus gaitas, éstos serían juglares que
recorrían Europa y que pasaban grandes carencias, como podemos comprobar en los
ojos desorbitados mirando las viandas de uno de ellos. Mientras tanto, los
comensales disfrutan de la comida, dispuestos a ambos lados de una improvisada
y larga mesa, que sigue una línea diagonal. Es evidente la preocupación por situar a los
personajes en un espacio real, y el empleo de vivos colores que acentúen la
celebración.
Siguiendo
las opiniones aportadas en una conferencia pronunciada por la doctora Paloma García Picazo, es sorprendente que nadie ríe, pese al carácter festivo del
acontecimiento, pues el acto de comer es solemne. Aparece un mantel sobre la
enorme mesa que concentra la atención de la pintura; todo un lujo, si se tiene
en cuenta la extracción humilde de los participantes, aunque es preciso
recordar, que estamos en Flandes y Países Bajos, en donde la industria textil es
su carta de presentación. Llaman la atención los zapatones anudados que calzan los personajes, tenemos
que tener presente, que Brueghel trabajó para el gremio de zapateros en su
juventud, en cierto modo, estos serían los zapatones de su infancia. Los
pequeños papeles escritos sobre las cabezas de los comensales podrían indicar, que parte de los presentes estaban alfabetizados. La novia, que aparece al otro
lado de la mesa, es la única mujer que va destocada, detrás de ella, pende un
paño de color verde símbolo de la esperanza, por lo tanto, el color adecuado
para la contrayente sobre la que cuelga
un pequeño cestillo a modo de dosel. Con los pulgares cruzados (gesto que no es
casual, pues el pulgar es el dedo de Venus y tiene una connotación sexual), su
rostro, un tanto inocente, muestra
satisfacción. La doctora García Picazo va más allá, y apunta que, posiblemente, la novia le ha dado su virginidad al noble del que dependía, y su primer hijo sería
del Señor, como era costumbre en la época, para que éste tuviese asegurada su descendencia.
En el cuadro aparecen representados los tres estamentos: el noble a la derecha,
con la espada al cinto, símbolo de su estatus y su poder. Al lado, el perro
galgo que le acompañaba en la caza, actividad reservada exclusivamente a los
señores, por lo tanto, un perro de estas características de nada serviría a los
campesinos. A continuación, vemos a un fraile franciscano representante de la
iglesia conversando con el noble. Como podemos comprobar, ninguno de ellos se
interesa por la comida, no la necesitan, estaban bien comidos. Otro tanto
podríamos decir de la pujante burguesía que también aparece representada, el único sentado en una silla
con respaldo al lado de su mujer, dedicado al comercio o las finanzas, posiblemente
burgueses judíos, que tampoco muestran interés por lo que allí se sirve. Hay
quién indica, que esta pareja podrían ser los padres de la novia. Y, todos los
demás, personifican el tercer estamento, el pueblo bajo, el que aprovecha el banquete para
comer y beber, acción que no podían realizar todos los días, como sería deseable.
Las dos gavillas de paja con un rastrillo que cuelgan de la pared de adobe
enlucida, pueden simbolizar la separación del trigo de la paja, como manifiesta el Evangelio, pero tampoco
podríamos excluir que podía hacer referencia al duro trabajo que realizaban los
campesinos durante todo el año. Por último, la niña regordeta que se chupa el
dedo untado en el plato, vendría a ser el pueblo ignorante que se limita a
comer, y no a hablar entre ellos.
Bueno, ya
va siendo hora de que hablemos del novio, del que todavía no hemos dicho nada,
el problema es que no se sabe quién podría ser, no está nada claro. Podría
apuntar los tres candidatos más probables, y que el lector elija: en primer
lugar, el crítico de arte E. Gombrich se inclina por el personaje que está con
plato y cuchara en mano a la derecha de la novia, y que no parece atender al
comensal que le habla, pues sólo muestra interés por la comida; otros, sugieren
que el novio podría ser el personaje de negro sentado frente a la novia, que se
echa hacia atrás jarra en mano y podemos ver parte de su rostro; y el hombre que
aparece inclinado llenando jarras de vino blanco, o cerveza, que aparece a la
izquierda del cuadro y con una buena vestimenta de color verde, lo podríamos
incluir entre los posibles candidatos.
R.R.C.
martes, 11 de diciembre de 2012
"La fragua de Vulcano" de Velázquez
Pintado en 1630, en su primer
viaje a Italia (1629-1631) es un óleo sobre tela, de 223 x 290 cm. No fue
ningún encargo real, pero pronto pasó a la colección de Felipe IV y hoy se
expone en el Museo del Prado de Madrid. Velázquez recrea la escena de La
Metamorfosis de Ovidio y se inspira en un grabado del pintor italiano Antonio
Tempesta realizado unos años antes. La fragua de Vulcano nos aleja
definitivamente de la época tenebrista velazqueña. Es la primera obra de tipo mitológico
que realizó y en ella conjuga perfectamente la fábula con lo real. Logra dar la
sensación de instantaneidad, del preciso momento en que Apolo entra en el
taller del dios herrero Vulcano y le anuncia que su esposa Venus, diosa de la
belleza, le ha engañado con Marte, dios de la guerra. Como si se tratase de una
fotografía, todos los personajes, formando una composición unitaria quedan
paralizados en un fugaz momento, en movimientos de absoluta naturalidad.
Excepto
el aura que rodea la cabeza de Apolo, todo el cuadro pertenece al mundo de lo
humano: la fealdad de Vulcano, apeado de su deidad, la corporeidad de los
herreros, la propia fragua polvorienta. Sin embargo, el rostro de Apolo tiene
un tratamiento de divinidad, perfilado en bellas formas luminosas, en las que
el cuerpo del dios aparece envuelto en un manto rojo-anaranjado.
Una
de las facetas más celebradas de esta obra es su composición y la ligazón fácil
entre los personajes que forman la escena en posturas sueltas, en los que lleva
a cabo un estudio perfecto de brazos, bustos, musculatura, etc.,
individualizados en los volúmenes de los cuerpos por la luz, y reunidos por la
estructura de la composición. El herrero colocado de espaldas nos recuerda las
estatuas de los héroes griegos y romanos. El más expresivo de todos es el
personaje que éste tiene a su lado, despeinado, desfigurado, con gesto de gran
sorpresa que se acentúa con su boca entreabierta. Como en las obras precedentes, los colores
varían desde los tonos ocres claros, después más oscuros, hasta los marrones de
tierra tostada, con las dos tonalidades encendidas del manto de Apolo y del
trozo de metal incandescente sobre el yunque.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.
domingo, 9 de diciembre de 2012
LAS TABLAS DE LA LEY
Los Diez
Mandamientos, las tablas de la ley que Dios entregó a Moisés en el monte Horeb
en el centro de la península del Sinaí, tal y como recoge el libro del Éxodo,
el segundo de los cinco libros que componen el Pentateuco, la Torá judía. Aquí
se encuentran enunciados los diez mandatos más importantes que Yahveh impone al
pueblo elegido, la ley de leyes, el camino a seguir. En ellos se establecen las
relaciones del pueblo de Israel con Dios y entre ellos mismos, de una manera
clara, precisa y contundente; no dejan lugar a dudas. Para conservar estas
tablas sagradas que provienen
directamente del Cielo, se construyó el Arca de la Alianza, siguiendo
las instrucciones que, según el propio Moisés, el mismo Dios le indicó. Debía
estar hecha de madera de acacia y forrada de láminas de oro, con unas anillas
para poder ser transportada allá donde fuere su pueblo. Ésta, a su vez, se
encontraba guardada en la Tienda del Encuentro, realizada también con indicaciones
precisas venidas de Dios, si seguimos el texto del Antiguo Testamento. Una vez
que el pueblo judío ocupó de una manera estable la Tierra Prometida; el Rey
Salomón mandó construir el Templo de Jerusalén para albergar de una manera
definitiva el Arca de la Alianza, que representaba la presencia real de Dios en
medio de su pueblo. Allí estuvo hasta la caída y destrucción del Templo y de la
ciudad en el año 587 antes de J.C. por las tropas de Nabucodonosor II, rey de
los babilonios. Ya no se vuelve a mencionar más el Arca, desaparece para
siempre de la historia de Israel, pues, cuando vuelve a levantarse a finales del
VI antes de J.C. un segundo Templo, éste ya no alberga el Arca y, por ende, Los
Diez Mandamientos que contenía. ¿Dónde está?, lo único seguro es que
desapareció.
Según la
Biblia, las Tablas de la Ley estaban
hechas en piedra. Pero ¿de qué piedra?, ¿podrían ser de una piedra cualquiera?
Hay quién afirma que éstas no eran de tal material, sino de barro cocido, es
decir, tablillas de arcilla semejantes a las encontradas en multitud de
yacimientos de Mesopotamia, a fin de cuentas, el pueblo judío procede de la
ciudad mesopotámica de Ur, que conducidos por Abraham se trasladaron a Canaán, y
allí estuvieron antes de penetrar en Egipto. Una piedra muy preciada en estas
tierras era la diorita, en la que representaban a personajes importantes como
sacerdotes que llevaban inscritas oraciones, como la famosa estatua de Gudea,
rey-sacerdote de Lagash. De mediados del
siglo XVIII antes de J.C. es el conocido código de Hammurabi, uno de los
códigos de leyes más antiguo que se conoce y que influyó en otros posteriores,
incluido el Antiguo Testamento, se encuentra hoy en el Museo del Louvre. Es un
bloque de 2,25 metros de alto realizado en diorita, pues la importancia del contenido legal que presenta así lo requiere,
ya que el mismo dios Shamash, como vemos en la parte superior del monolito, hace entrega de este código de leyes al propio
Hammurabi.Moisés y el pueblo de Israel salieron de Egipto antes de adentrarse en el desierto del Sinaí, y recibir las Tablas de la Ley. El lapislázuli era una de las piedras más valoradas, si no la que más, por los antiguos egipcios. La encontramos en multitud de objetos y amuletos muy importantes para ellos. Las joyas de oro y este material eran dignas de faraones, el único dios viviente que podían ver sobre la tierra. En los textos escritos se deja constancia del aprecio de esta piedra que importaban de oriente. Recorrían larguísimas distancias desde el lejano Afganistán para acarrearla hasta el país del Nilo.
El lapislázuli
de calidad posee un color azul intenso que recuerda el cielo en el
crepúsculo; incrustada en la piedra aparecen puntitos de pirita que producen reflejos dorados como las
estrellas brillantes al anochecer. La calcita que tiene un aspecto gris y
blanquecino apenas se deja ver en las buenas piedras. Su dureza es de 5,5 en la
escala de Mohs, y es factible obtener lajas de piedra de variados tamaños. Se
puede moler y utilizar para obtener pintura de este bello color, y así aparecen
multitud de bóvedas y cúpulas de iglesias cristianas que hacen referencia al
firmamento, al cielo. De este azul salpicado de estrellas doradas se encontró Miguel Ángel la bóveda de la
capilla Sixtina antes de pintarla tal y como la conocemos hoy.
¿Qué
mejor fondo y soporte de piedra que el lapislázuli para grabar los
Mandamientos que vienen del Cielo? Los hebreos la conocían en Egipto y sabían
de su valor. El propio Moisés, posiblemente, fue un personaje importante antes
de abandonar el país de los faraones y, como tal, tener gustos refinados y ser
el lapislázuli una de sus piedras de referencia. Las leyes más importantes del
antiguo pueblo judío no podían estar grabadas en cualquier material, como no lo
estaban las de otros pueblos de la época.
Además, como hemos visto más arriba, el Arca que las contenía estaba hecha con la
madera más preciada forrada del dorado metal, por dentro y por fuera, la
combinación de esta piedra con el oro sería perfecta, produciendo un gran impacto cromático.El lapislázuli por la importancia que tenía en el país donde habían residido muchos años, por su aspecto, por su belleza, por su simbología (el cielo estrellado), parece un material posible y adecuado para grabar en él Los Diez Mandamientos.
R.R.C.
Nota: Imágenes de lapislázuli bajadas de Internet.
NOTA ACLARATORIA AÑADIDA EL 5 DE JUNIO DE 2020
En el cap. 24, 10 del Éxodo podemos leer que el pavimento que estaba bajo los pies de Dios era de zafiro (el sappir hebreo), tan puro como el mismísimo cielo. En realidad, el texto bíblico se refiere al lapislázuli por varias razones. En primer lugar, en esos tiempos y emplazamientos bíblicos no se utilizaba el zafiro. En segundo lugar el zafiro es muy duro (solo lo raya el diamante) y no salen piezas que permitan grabar leyes. Otros escritores antiguos denominan σάπφειρος al lapislázuli, como es el caso del botánico de la Antigua Grecia, Teofrasto, que lo define como punteado de oro en polvo, que poco tiene que ver con el zafiro y sí con el lapislázuli. Otro tanto hace Plinio el Viejo, naturalista romano del siglo I. Y, por último, en el libro bíblico de Job cap 28, 6 dice: “Lugar donde las piedras son zafiro y contienen granos de oro”, descripción que concuerda con el lapislázuli y no con el zafiro. Con lo cual podemos concluir que cuando el Antiguo Testamento y algunos otros mencionan el zafiro, en realidad se están refiriendo al lapislázuli. ¿Qué va a ser el punteado de oro en polvo? o ¿los granos de oro? que la pirita misma, componente esencial del lapislázuli. Que además lo distingue de otras piedras similares como la sodalita, por ejemplo.
R.R.C.
NOTA ACLARATORIA AÑADIDA EL 5 DE JUNIO DE 2020
En el cap. 24, 10 del Éxodo podemos leer que el pavimento que estaba bajo los pies de Dios era de zafiro (el sappir hebreo), tan puro como el mismísimo cielo. En realidad, el texto bíblico se refiere al lapislázuli por varias razones. En primer lugar, en esos tiempos y emplazamientos bíblicos no se utilizaba el zafiro. En segundo lugar el zafiro es muy duro (solo lo raya el diamante) y no salen piezas que permitan grabar leyes. Otros escritores antiguos denominan σάπφειρος al lapislázuli, como es el caso del botánico de la Antigua Grecia, Teofrasto, que lo define como punteado de oro en polvo, que poco tiene que ver con el zafiro y sí con el lapislázuli. Otro tanto hace Plinio el Viejo, naturalista romano del siglo I. Y, por último, en el libro bíblico de Job cap 28, 6 dice: “Lugar donde las piedras son zafiro y contienen granos de oro”, descripción que concuerda con el lapislázuli y no con el zafiro. Con lo cual podemos concluir que cuando el Antiguo Testamento y algunos otros mencionan el zafiro, en realidad se están refiriendo al lapislázuli. ¿Qué va a ser el punteado de oro en polvo? o ¿los granos de oro? que la pirita misma, componente esencial del lapislázuli. Que además lo distingue de otras piedras similares como la sodalita, por ejemplo.
R.R.C.
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