Oscar Wilde escribió: “el arte empieza donde termina la naturaleza”. Antes de él, Delacroix afirmaba que “el realismo tendría que definirse como el antípoda del arte”. El pintor ruso Vassily Vasilievich Kandinsky (1866-1944) se considera un precursor y teórico de la abstracción en pintura. En De lo Espiritual en el Arte, habla de una nueva época de gran espiritualidad y de la contribución de la pintura a ella. El arte nuevo debe basarse en un lenguaje de color y Kandinsky da las pautas sobre las propiedades emocionales de cada tono y de cada color, a diferencia de teorías sobre el color más antiguas, él no se interesa por el espectro sino sólo en la respuesta del alma.
El cuadro que nos ocupa es un óleo sobre lienzo de 128X200 cm pintado en 1.925 y expuesto en el museo de Arte Moderno de París. Aparece dividido en dos partes sobre un fondo plano que representa un espacio impreciso, definido con la ayuda de colores pálidos. En la izquierda domina el amarillo rodeado de líneas oblicuas finas y aceradas que recuerdan la forma triangular. En la derecha, un círculo azul está parcialmente cubierto por una línea ondulante negra y cuadrados rojos. La disposición de los diferentes elementos no deja nada al azar, consiguiendo crear una fuerte tensión entre las diferentes formas y valores cromáticos. El ritmo se consigue mediante violentos contrastes de color, que otorgan vitalidad a la composición. El conjunto adquiere una dimensión cósmica y espiritual.
El cuadro puede ser interpretado como el enfrentamiento entre el amarillo y el azul, que, sin duda, simboliza la oposición entre el día y la noche.
Nota: En Punto y línea sobre el plano, Kandinsky expone su concepción de las fuerzas inherentes a las formas y a los colores como vehículos de emoción, expresión, tensión y dinamismo. Es posible crear asociaciones naturales entre el amarillo y el triángulo, el círculo y el azul, el cuadrado y el rojo.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.