Probablemente encarna a Apolo o a un atleta vencedor que se
ciñe en la frente la cinta del triunfo. Esta obra de Policleto es un poco
posterior al Doríforo, realizada hacia el 320 a. de J.C. Se distingue de él
porque la curvatura del eje del torso está más marcada, sus piernas son más
cortas y por la dulce expresión de su rostro. No obstante, responde al mismo
ideal de belleza. Presenta una mayor libertad compositiva y una mayor
delicadeza, pero la postura es casi idéntica, el estudio de la proporción y la
anatomía responden a la misma preocupación. Estuvo esculpida en bronce y se
conserva una magnífica copia en el Museo del Prado, de época romana, con la que
sólo puede compararse la del Museo Nacional de Atenas que tiene los dos brazos,
aunque sin manos.
En esta figura
que todavía se encuentra desnuda después de competir, podemos observar el
contraposto, es decir, la oposición de la mitad del cuerpo con respecto a la
otra mitad, lo que le proporciona cierto dinamismo y contribuye a romper la ley
de la frontalidad. Fue precisamente este escultor quién lo puso en práctica,
como pudimos ver en el ya mencionado Doríforo comentado en otra página de este
blog. El canon que también sigue aquí, es de siete veces la altura de su
cabeza. Su vestimenta aparece hábilmente situada en un pequeño arbusto que
sirve de punto de apoyo a la estatua, cae de una manera natural, con elegantes
pliegues que producen un efecto de claroscuro, en contraste con el joven
atleta, en el que la luz se distribuye de una forma más uniforme por su
idealizado cuerpo.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.