Escriba
Esdras (Codex Amiatinus)
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Así se denominan a los cinco primeros libros que componen el Antiguo Testamento, lo que la religión judía denomina La Torá (instrucción), o sea, la ley de Moisés, al cual, se le atribuye la redacción de los mismos. Aunque de lo que no hay duda es sobre el protagonismo que este personaje desempeña en ellos. La investigación histórica ha llegado a una conclusión bien distinta, pues, al menos, ha encontrado la mano de cinco escritores o escuelas diferentes y, desde luego, su puesta por escrito es bastante posterior a los tiempos de Moisés, después de la división del reino de Salomón (tras su muerte en el 930 a. de J.C.) en dos Estados: Judá al norte e Israel al sur. Cada uno por su cuenta comenzó a redactar su propio manuscrito y fue más tarde, a partir de volver a ser un solo país, cuando se dio forma más o menos definitiva al Pentateuco, tratando de recoger lo que ambas fuentes decían. No obstante, existió una importante tradición oral que duró siglos antes de su puesta por escrito.
El descubrimiento se debió a la
combinación de dos pruebas concluyentes: la existencia de dobletes en el texto
que ha llegado a nosotros y, en segundo lugar, a los nombres con los que se
denomina a Dios. Por ejemplo, nos encontramos con dos narraciones de la
creación (1), del diluvio, de diversas historias sobre Abraham o Jacob, etc.
Además, unas veces se refería a Dios utilizando el nombre de Elohim, hasta que
Dios revela su nombre a Moisés en el Sinaí y, a partir de aquí, le llamará
Yahveh, asimismo, en otras ocasiones ya se le llama así desde el principio.
Tres investigadores sin relación entre sí hicieron estas observaciones, todos
ellos del siglo XVIII, el tercero en constatarlo, un erudito alemán, sobre
aquellos fragmentos bíblicos que se referían a la divinidad como Dios, en
hebreo Elohim; le llamó fuente E,
mientras que a los textos que le llamaban Yahveh; fuente J, por el antiguo nombre hebreo de Jehová. Por otra parte, la
versión J cita ciudades y el
territorio de Judá, mientras la versión E
hace lo mismo pero de Israel. Lo que nos da una idea clara de donde fue escrita
cada una.
Más tarde, otros investigadores observaron
que en el documento E también había
dobletes y otras cuestiones de estilo, de lo cual, se dedujo la existencia de
una tercera fuente, en la que los sacerdotes tenían un gran protagonismo, en
consecuencia, se la denominó P (de
Priest, sacerdote en inglés) o sacerdotal.
Se comprobó que estas tres fuentes se
desarrollaban a lo largo de los cuatro primeros libros, pero no en el quinto: el
Deuteronomio, escrito en un estilo completamente diferente salvo algunos
capítulos del final, lo que llevó a la conclusión de que nos encontramos ante
una cuarta fuente independiente a la que se denominó D. Por cierto, los seis libros siguientes de la Biblia presentan
con él una fuerte unidad, según la observación del experto alemán Martin Noth,
lo que le llevó a referirse a la obra de los siete libros juntos como historia
deuteronomística, que abarca el período comprendido entre Moisés y el final del
reino, primero de Israel, y después de Judá en el 583 a. de J.C. a manos de los
babilonios. Según el investigador Cross, la edición original de estos siete
libros fue escrita en la segunda mitad del siglo VII a. de J.C., pero se
elaboró una segunda edición en el siglo siguiente durante el reinado del rey
Josías, a la primera se le denomina Deuteronomio 1 y a la segunda Deuteronomio
2 (igual que la primera en un 95%), pues consistió en añadir los dos últimos
capítulos del 2º Libro de Reyes. El autor de estos libros fue el profeta
Jeremías, según recoge en su obra R. Elliott Friedman, aunque otros eruditos
bíblicos argumentan que el material deuteronomístico fue fruto de una escuela y
no de una sola persona.
Ahora bien, ¿quién fue la persona que creó
la Torá?, es decir, el Pentateuco, tal y como lo conocemos hoy día, combinando
todas las fuentes J, E, P,
D1 y D2 con añadiduras propias. El ya mencionado Elliott Friedman cree
que fue Esdras, sacerdote, legislador y escriba, del siglo V a. de J.C., que
tenía acceso a los documentos religiosos y al que podríamos denominar “el
redactor”, el cual, añadió textos propios, con un lenguaje e intereses
similares a la fuente P, hasta el
punto, que para el profesor Cross la fuente P (sacerdotal) y la R
(de redactor) eran la misma cosa. Anteriormente, los conocidos filósofos
Spinoza y Hobbes, y el teólogo protestante alemán Wellhausen ya señalaron a este escriba. Esdras
trató de conservar todos los textos originales, este parece ser el único
criterio que siguió para refundir todas las fuentes en una sola, en la que
trató de reconciliar cuestiones opuestas al proceder de documentos separados.
En definitiva, todo lo que aparece escrito
en los cinco primeros libros que componen el Pentateuco pertenece a una de
estas cinco fuentes: J (reino de
Judá), E (reino de Israel), P (sacerdotal), D (Deuteronomio) y R
(redactor). Es lo que podríamos denominar hipótesis documentaria bíblica que,
lógicamente, otros investigadores no la comparten. Para la iglesia católica, la
impronta general de los cinco textos puede muy bien atribuirse a Moisés, pero
ve plausible que en el Pentateuco se hayan reunido varias fuentes mediatas que
habrían aportado contenido a la esencial autoría mosaica. Por último, la
postura tradicional sigue sosteniendo que los cinco libros son obra de Moisés.
(1) El
Génesis presenta dos versiones de la creación de la mujer. En el cap. 2
sostiene que Dios la extrajo de una costilla del hombre, mientras en el cap. 1
se afirma: “varón y hembra los creó”.
R.R.C.
Hipótesis
documentaria bíblica
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