jueves, 11 de abril de 2013

EL PENTATEUCO

Escriba Esdras (Codex Amiatinus)
                                           
     Así se denominan a los cinco primeros libros que componen el Antiguo Testamento, lo que la religión  judía denomina La Torá (instrucción), o sea, la ley de Moisés, al cual, se le atribuye la redacción  de los mismos. Aunque de lo que no hay duda es sobre el protagonismo que este personaje desempeña en ellos. La investigación histórica ha llegado a una conclusión bien distinta, pues, al menos, ha encontrado la mano de cinco escritores o escuelas diferentes y, desde luego, su  puesta por escrito es bastante posterior a los tiempos de Moisés, después de la división del reino de Salomón (tras su muerte en el 930 a. de J.C.) en dos Estados: Judá al norte e Israel al sur. Cada uno por su cuenta comenzó a redactar su propio manuscrito y fue más tarde, a partir de volver a ser un solo país, cuando se dio forma más o menos definitiva al Pentateuco, tratando de recoger lo que ambas fuentes decían. No obstante, existió una importante tradición oral que duró siglos antes de su puesta por escrito.
     El descubrimiento se debió a la combinación de dos pruebas concluyentes: la existencia de dobletes en el texto que ha llegado a nosotros y, en segundo lugar, a los nombres con los que se denomina a Dios. Por ejemplo, nos encontramos con dos narraciones de la creación (1), del diluvio, de diversas historias sobre Abraham o Jacob, etc. Además, unas veces se refería a Dios utilizando el nombre de Elohim, hasta que Dios revela su nombre a Moisés en el Sinaí y, a partir de aquí, le llamará Yahveh, asimismo, en otras ocasiones ya se le llama así desde el principio. Tres investigadores sin relación entre sí hicieron estas observaciones, todos ellos del siglo XVIII, el tercero en constatarlo, un erudito alemán, sobre aquellos fragmentos bíblicos que se referían a la divinidad como Dios, en hebreo Elohim; le llamó fuente E, mientras que a los textos que le llamaban Yahveh; fuente J, por el antiguo nombre hebreo de Jehová. Por otra parte, la versión J cita ciudades y el territorio de Judá, mientras la versión E hace lo mismo pero de Israel. Lo que nos da una idea clara de donde fue escrita cada una.
     Más tarde, otros investigadores observaron que en el documento E también había dobletes y otras cuestiones de estilo, de lo cual, se dedujo la existencia de una tercera fuente, en la que los sacerdotes tenían un gran protagonismo, en consecuencia, se la denominó P (de Priest, sacerdote en inglés) o sacerdotal.
     Se comprobó que estas tres fuentes se desarrollaban a lo largo de los cuatro primeros libros, pero no en el quinto: el Deuteronomio, escrito en un estilo completamente diferente salvo algunos capítulos del final, lo que llevó a la conclusión de que nos encontramos ante una cuarta fuente independiente a la que se denominó D. Por cierto, los seis libros siguientes de la Biblia presentan con él una fuerte unidad, según la observación del experto alemán Martin Noth, lo que le llevó a referirse a la obra de los siete libros juntos como historia deuteronomística, que abarca el período comprendido entre Moisés y el final del reino, primero de Israel, y después de Judá en el 583 a. de J.C. a manos de los babilonios. Según el investigador Cross, la edición original de estos siete libros fue escrita en la segunda mitad del siglo VII a. de J.C., pero se elaboró una segunda edición en el siglo siguiente durante el reinado del rey Josías, a la primera se le denomina Deuteronomio 1 y a la segunda Deuteronomio 2 (igual que la primera en un 95%), pues consistió en añadir los dos últimos capítulos del 2º Libro de Reyes. El autor de estos libros fue el profeta Jeremías, según recoge en su obra R. Elliott Friedman, aunque otros eruditos bíblicos argumentan que el material deuteronomístico fue fruto de una escuela y no de una sola persona.
     Ahora bien, ¿quién fue la persona que creó la Torá?, es decir, el Pentateuco, tal y como lo conocemos hoy día, combinando todas las fuentes J, E, P, D1 y D2 con añadiduras propias. El ya mencionado Elliott Friedman cree que fue Esdras, sacerdote, legislador y escriba, del siglo V a. de J.C., que tenía acceso a los documentos religiosos y al que podríamos denominar “el redactor”, el cual, añadió textos propios, con un lenguaje e intereses similares a la fuente P, hasta el punto, que para el profesor Cross la fuente P (sacerdotal) y la R (de redactor) eran la misma cosa. Anteriormente, los conocidos filósofos Spinoza y Hobbes, y el teólogo protestante alemán  Wellhausen ya señalaron a este escriba. Esdras trató de conservar todos los textos originales, este parece ser el único criterio que siguió para refundir todas las fuentes en una sola, en la que trató de reconciliar cuestiones opuestas al proceder de documentos separados.
     En definitiva, todo lo que aparece escrito en los cinco primeros libros que componen el Pentateuco pertenece a una de estas cinco fuentes: J (reino de Judá), E (reino de Israel), P (sacerdotal), D (Deuteronomio) y R (redactor). Es lo que podríamos denominar hipótesis documentaria bíblica que, lógicamente, otros investigadores no la comparten. Para la iglesia católica, la impronta general de los cinco textos puede muy bien atribuirse a Moisés, pero ve plausible que en el Pentateuco se hayan reunido varias fuentes mediatas que habrían aportado contenido a la esencial autoría mosaica. Por último, la postura tradicional sigue sosteniendo que los cinco libros son obra de Moisés.
(1) El Génesis presenta dos versiones de la creación de la mujer. En el cap. 2 sostiene que Dios la extrajo de una costilla del hombre, mientras en el cap. 1 se afirma: “varón y hembra los creó”.
      R.R.C.
Hipótesis documentaria bíblica