Las grandes chimeneas que actualmente
podemos ver en el municipio de Molina de Segura, se encuentran situadas en los mismos
lugares que en la década de los cuarenta, o de los cincuenta del siglo pasado,
se encontraban las fábricas de esta ciudad murciana, en la que muchos hombres y
mujeres tanto de Molina como de otros pueblos, o provincias limítrofes,
trabajaron duro pasa sacar adelante a sus familias y mejorar sus condiciones de
vida y, de paso, conseguir que la villa alcanzase el progreso y la modernidad
que le faltaba, buscando el lugar que le correspondía, tanto en la geografía
regional como nacional. En los años sesenta y siguientes, con el uso del
fueloil, dejaron de ser imprescindibles, ya que las industrias producían menos
residuos gaseosos.
En la actualidad se conservan siete
chimeneas en total, y son los testigos mudos de ese pasado floreciente que sacó
a Molina de su atraso y aislamiento con relación al resto del país. Su estado
de conservación es admirable, algunas de ellas se han reparado, otras necesitan
algún que otro retoque, pero merecerá la pena llevarlo a cabo. El material del
que están hechas es muy evidente: ladrillo macizo unido con argamasa de
cemento y tierra. Su altura es considerable, pues fácilmente alcanzan los 20
metros (una que hay en Lorquí llega a los 38), con uno diámetro de dos o tres
metros. Las calderas de la época eran de vapor y se quemaba madera y carbón, lo
que producía una gran cantidad de humo, de ahí la necesidad de construir estas
chimeneas tan altas.
Sabiéndolas mirar, yo diría que tienen
belleza, no llegaré al extremo de compararlas con un obelisco egipcio, coma
hacía Van Gogh con los cipreses, pero sí me lo recuerdan bastante, aunque su
forma suele ser cilíndrica y no cuadrada, como es el caso de esas maravillas
que los egipcios de la época faraónica colocaban delante de los pilonos de sus
templos, y que hoy los vemos repartidos por distintas ciudades del mundo, baste
recordar el de Ramsés II en la plaza de la Concordia de París. Pero nadie podrá
negar que estas chimeneas, al menos, eran más prácticas que los preciosos
obeliscos, pues liberaron a los habitantes de esta ciudad de unos niveles de
contaminación e infección considerable, enviando a las “nubes” los humos y
gases procedentes de la combustión de los procesos industriales.
No sólo en Molina de Segura se encuentran
en la actualidad estas atractivas chimeneas, ya que las he podido ver en otros
pueblos y ciudades limítrofes, como en la misma capital de la Región, en
Alguazas, Las Torres de Cotillas, Lorquí, o Campos de Río, por nombrar algunas, todas
ellas muy bien cuidadas y en su caso reparadas para el deleite de sus
habitantes y visitantes. De las mencionadas, destacaría la de Las Torres por
su forma poligonal (concretamente octogonal), lo que en mi opinión la hace distinguirse
sobre las demás sin desmejorar a ninguna, por supuesto.
Chimenea de Las Torres de Cotillas |
Senén, artesano de un pueblo próximo
al mío, hace excelentes reproducciones de estos “monumentos”, las denomina
quemadores de incienso y, efectivamente, para eso se pueden utilizar. Yo probé
una de ellas y tenía un buen tiro, quiero decir, que no perdía humo por la boca
hecha en la base que es donde se quema el incienso, y toda la fumarada salía
por la parte superior (por donde correspondía) dejando una aroma agradable en
toda la habitación. En fin, ya me apetecía escribir algo, creo que atrayente,
sobre este “pueblo” de casi setenta mil habitantes.
R.R.C.
Nota: Fotos del autor.