Según los
cálculos de multitud de expertos el viernes 7 de abril del año 30*, hace ya casi
dos mil años, en Jerusalén tuvo lugar el juicio más famoso y a la vez más
injusto que se recuerda. La sentencia, que todos conocemos, fue la condena a
morir en la cruz de Jesús de Nazaret, ejecutada por las autoridades romanas de
la provincia de Judea, a propuesta de las más altas instancias religiosas y
políticas judías de la época. Con matices, esta cuestión es más o menos
admitida por la crítica contemporánea. El problema radica en el asunto de la
propuesta que el gobernador romano Poncio Pilato hace a la muchedumbre sobre si
querían, como un acto de gracia, que se liberara a Jesús, o a un preso acusado
de sedición y asesinato llamado Barrabás. Todos sabemos lo que esta muchedumbre
respondió. Por cierto, ¿dónde estaba la gente que recibió a Jesús el domingo
anterior con júbilo y ramas de olivo en su entrada triunfal en Jerusalén? Lógicamente,
la muchedumbre en esta ocasión debió de ser un público seleccionado a tal
efecto por las autoridades judías, para que exigiesen la crucifixión del que
ellos consideraban un impostor, un falso mesías. Los cuatro evangelios hablan
de Barrabás y su liberación por Poncio Pilato, pero sólo los atribuidos a Mateo
y Juan, dicen que esta liberación tuvo lugar en el marco de una costumbre; de
liberar a un preso por la Pascua a petición del pueblo. Mientras tanto, las
fuentes judías que recogen este periodo, especialmente Flavio Josefo, tan
interesado como siempre en poner de manifiesto cualquier favoritismo que las
autoridades romanas tuviesen con su pueblo, no dicen nada sobre esta norma de liberar a un preso por Pascua y,
menos aún, aquel que el pueblo solicitase, por muy peligroso que éste fuera.
Parece inverosímil tanta generosidad por parte de un Imperio, que tenía
sometido por la fuerza a este levantisco territorio. Marcos y Lucas, sin
embargo, no presentan el acontecimiento como una costumbre.
En cuanto a la opinión de los evangelistas
respecto a Barrabás, no era nada favorable, pues mientras Marcos y Lucas lo
relacionan con un homicidio, cometido como consecuencia de un motín, Juan se
refiere a él como un bandolero y el más suave, Mateo, nos habla de un preso
famoso ¿se refiere a un zelote y por lo tanto a un luchador para liberar
Palestina del yugo de Roma, lo cual le haría popular? Maccoby,
investigador judío y especialista en la
tradición judía y cristiana ya fallecido, ha propuesto la teoría de que Bar
Abba era el apodo que daban a Jesús, que comenzaba siempre sus oraciones con la
palabra Abba, "Padre", mientras que el uso de "Bar-abbas"
no parece haber sido un nombre común en dicha época. Según esta hipótesis,
cuando la multitud exigió a Pilato que diera libertad a "Bar Abba"
(Barrabás) era la libertad del mismo Jesús la que pedían. Hay que tener en
cuenta, que algunos manuscritos antiguos llaman a Cristo Jesús Barrabás, es
decir, hijo del Padre, pues Jesús iniciaba todas sus oraciones haciendo
referencia al Padre. Por lo tanto, lo que en un principio fue una duplicidad de
nombres, se convirtió más adelante en una duplicidad de personas; Jesús
Barrabás era el mismo, y se transformó en dos: Jesús y Barrabás. ¿Cómo
ocurrió?, hay varias hipótesis al respecto. Desde que fue simplemente un error
de interpretación, cuando el hecho fue traducido a otros idiomas ante la falta
de dominio del arameo por parte de los traductores, en vez de recoger la
negativa de Pilatos a soltar a Jesús Barrabás (el hijo del Padre) por las
exigencias del pueblo, se pensó en dos personas diferentes, liberó a Barrabás
mientras crucificó a Jesús. Otra hipótesis que se ha mantenido es la de hacer
caer la responsabilidad de la injusta muerte de Jesucristo en el pueblo judío,
y liberar así de esta ignominia al Imperio romano, lo que facilitaría la
introducción del cristianismo entre sus ciudadanos.
Siguiendo al también fallecido crítico
neotestamentario Herranz Marco, el original arameo perdido del evangelio de
Marcos, no hablaba de costumbre, sino de un caso aislado de amnistía, que iba a
tener lugar durante la Pascua. Si imaginamos dicho en arameo lo que leemos en
el griego de Marcos, el texto traducido que obtendríamos diría así: Y la
multitud, subiendo, comenzó a pedir, como acostumbraba. Por tanto, el texto en
arameo hablaba de costumbre, pero no del procurador romano, sino de la
población. Y de esta costumbre si se tienen noticias de fuentes judías, por
ejemplo, de F. Josefo. Dos testimonios de muestra:
Cuando muere Herodes el Grande, su hijo
Arquelao se encuentra en una situación delicada, su padre lo había nombrado
heredero junto con Antipas y Filipo, pero tenía que ser ratificado por el
emperador Augusto. Además, necesitaba que el pueblo y sus dirigentes no
obstaculizasen el nombramiento. Prometió pagar bien a los soldados y a los
ciudadanos que le habían demostrado su buena predisposición y, Josefo, en su
obra La guerra de los judíos escrita
en el siglo I continúa: Entusiasmada la
multitud con estas palabras, procedió a probar al punto la sinceridad de sus
intenciones haciéndole importantes peticiones. Unos pedían la reducción de los
impuestos, otros la abolición de los derechos en las ventas, otros la libertad
de los presos. En su deseo de congraciarse con el pueblo, Arquelao accedió
fácilmente a todas estas peticiones. Todo esto ocurría en la gran
explanada del Templo, que facilitaba el diálogo entre gobernantes y pueblo.
Pilatos provocó más de un incidente por su
intransigencia hacia el sentimiento religioso de los judíos, a los que nunca
comprendió bien, e infravaloró como pueblo. Utilizó dinero del Templo para la
construcción de un acueducto, lo que provocó un incidente con la población,
probablemente en el mismo sitio que tuvo lugar el acontecimiento de la
liberación de Barrabás. Josefo dice:
Algún tiempo después, Pilato provocó un nuevo alboroto por utilizar el dinero
del tesoro del Templo para la construcción de un acueducto... Indignada por
este hecho, la multitud rodeó el tribunal de Pilato, que había acudido a
Jerusalén y comenzó a gritar. Refiriéndose a este mismo tema en su obra
Antigüedades Judaicas, leemos: Comenzaron
a gritar… Como acostumbra hacer la multitud.
Siguiendo con la opinión que Herranz Marco
expone en su libro Los evangelios y la crítica histórica, el relato escrito
en arameo de Marcos, no habla de una amnistía sometida a costumbre, que vendría
a ser un privilegio que tenía el pueblo judío cada celebración de la Pascua,
sino de una amnistía concreta solicitada por una parte del pueblo. Si ocurrió
así, ya es posible encontrar en los documentos históricos judíos, no
relacionados con las fuentes cristianas, casos semejantes de amnistía,
especialmente, de presos políticos. Josefo es una buena muestra de ello, pues
habla con frecuencia de amnistías relacionadas con cambios, o por interés
político. ¿Pero cómo este procurador romano tan intransigente accedió a la
liberación de Barrabás? Según Herranz, Pilato pudo verse en una situación
apurada, tanto por los desmanes que llevó a cabo en Judea, como por acontecimientos
que estaban ocurriendo fuera de ella, por ejemplo, la muerte violenta de
Sejano, jefe de la guardia Pretoriana (la que daba protección al emperador), y
segunda persona más influyente de Roma después Tiberio, tras caer en desgracia
ante la máxima autoridad, acusado de conspiración y masacrado por las turbas en
Roma. Todos sabían que Pilato era un hombre de Sejano, y éste un enemigo mortal
de los judíos, así que, ya no le convenía que lo relacionasen con él. En este
contexto se podría explicar, que para congraciarse con los judíos y no ser
acusado de amigo suyo, liberase presos a petición del pueblo, aunque de poco le
sirvió, pues Pilato fue destituido de su cargo por las protestas de judíos y
samaritanos por la dura represión que ejercía sobre ellos, sería relegado al
exilio de Roma y murió poco después en el olvido.
La dificultad de tipo histórico que
plantea el relato de la liberación de Barrabás, la podemos resolver, en opinión
de Herranz Marco, con la reconstrucción en su lengua original en arameo del
primer evangelio que se escribió, el atribuido a San Marcos. Con lo cual, la
propuesta del procurador romano Poncio Pilato de otorgar al pueblo la
oportunidad de decidir si preferían la libertad de Jesús, o la de Barrabás,
quedaría aclarada. Así pues, no sería una tradición institucionalizada por la
autoridad romana, sino una costumbre del pueblo de reclamar en diversas
ocasiones.
*Otros
proponen el viernes 3 de abril del año 33
R.R.C.