Hoy,
Domingo de Resurrección, es un día oportuno para ocuparnos de los temas que
anuncian esta entrada. El origen de la mona de Pascua se relaciona con el fin
de la Cuaresma, por lo tanto, una vez que se han terminado los sacrificios
culinarios, podemos engullir este delicioso y sencillo dulce, tan
característico de nuestra tierra murciana y de otras provincias, normalmente
mediterráneas. En cuanto al huevo, que suelen lucir las monas, está relacionado
con la fertilidad en las antiguas culturas (la fenicia, por ejemplo) que celebraban
la llegada de la primavera y, por ende, de la “explosión” fecunda de la
naturaleza.
Y, ¿el conejo de Pascua? ¿Cuál es su cometido tras la Semana
Santa? Su origen es más complejo, pues encontramos leyendas suyas en distintos
lugares y fechas en el norte y centro de Europa y en el mundo anglosajón pero,
anteriormente, lo descubrimos ligado a la diosa Astarté antes de la era
cristiana, como símbolo de fecundidad. Así que, asociado a la fertilidad y a la
abundancia de la primavera, cuando la naturaleza rejuvenece, es lo que tiene en
común en las distintas culturas. También podemos traer aquí las palabras del
papa Francisco, recordando a los fieles, que no hace falta reproducirse como
conejos para ser un buen cristiano, con tres hijos sería suficiente, terminó
diciendo. Es evidente que también asoció los conejos a la fertilidad.
Hace ya más de mil años, en plena Edad Media, surgió una
leyenda entre los cristianos germanos con el objetivo de adaptar esta tradición
pagana a su religión. Se decía, que cuando enterraron a Jesús en el Santo
Sepulcro, un conejo se quedó allí encerrado y asustado, convirtiéndose en el
primer testigo de la resurrección tres días después. Maravillado por lo que
allí contempló, sintió la necesidad de comunicarle a los seguidores de Jesús lo
que había sucedido, para que sus penas se convirtieran en alegría. Al no estar
dotado de la facultad de la palabra, lo hizo dejándoles un huevo pintado de
colores como señal de la resurrección de su Señor. Este sería el origen de la
leyenda que mantiene, que el domingo de Pascua, un conejo reparte huevos
coloreados por las casas.
Por último, a partir del siglo XVIII se desarrolló mucho la
industria chocolatera y, enseguida, se dieron cuenta de que sería un buen
negocio hacer huevos y pocos años después, conejos de chocolate, pues en el
mundo infantil serían muy bien recibidos. Como así ocurrió. Negocio redondo.
R.R.C.
Nota: Relacionado
con el Domingo de Resurrección hay una entrada en el blog titulada: “Evidencias históricas de la resurrección
de Cristo según N.H. Wright en su diálogo con A. Flew” publicada el 10 de
febrero de 2013.También la podemos encontrar en el buscador que aparece en el
margen derecho.