miércoles, 6 de mayo de 2015

¿Quién fue el padre del rey Alfonso XII?

Alfonso XII
     Decían los romanos que “Mater semper certa est”, la madre es lo único seguro. El padre puede ser cualquiera (“pater semper incertus est”). Esta última afirmación alcanza su máxima razón en el título de esta entrada. A su madre la reina Isabel II, el gobierno le arregló un matrimonio de conveniencia, y con tan solo 16 años la casó con su, digamos, primo hermano al cuadrado (primo hermano por parte de padre y por parte de madre) Francisco de Asís (al que llamaban Paco Natillas). Ya desde el primer momento, al conocer el nombre de su futuro marido se negó diciendo: ¡No, con Paquita, no! El problema era que ella tenía un insaciable deseo, si es que no era, como muchos opinan, una ninfómana en toda regla. Mientras a él, se le ha calificado de no importarle nada el sexo, de impotente, e incluso de homosexual. La propia reina contribuyó a ello cuando afirmó: « ¿Qué podía esperar de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes que yo?». Si a este desahogo real añadimos que tenía que orinar sentado por un defecto en su aparato genital que, posiblemente, lo convertiría en impotente, ya que una malformación en la uretra impedía que la orina saliera por el sitio habitual y lo hiciese, acaso,  entre la unión del escroto y el pene.
     
     A todo lo anterior habría que añadir que durante largos períodos vivieron en residencias distintas, y la propia reina solicitó al Papa la nulidad del matrimonio. No obstante, la soberana quedó embarazada en once ocasiones, pero tuvo muchos abortos y solamente un varón llegó a adulto, el futuro rey Alfonso XII,  pero no a viejo, pues tan solo tenía 28 años cuando falleció de tuberculosis. Por la alcoba de la reina desfilaron desde el general Serrano, el político Salustiano Olózaga, un dentista estadounidense, su primo C.L. de Borbón, un turco-albanés, y un sin fin de personajes que haría la lista interminable. Luego, las palabras del papa Pio IX para definir a la soberana: "Es puta, pero pía" no deberían extrañar a nadie. Su vida era una fiesta continua. Se acostaba a las cinco de la mañana y se levantaba a las tres de la tarde.
     
     Pero todavía no queda resuelta la cuestión principal. ¿Quién es el padre del futuro rey de España? Todo indica que se trata de un capitán valenciano al servicio de la reina apellidado Puigmoltó, como podemos deducir de una conversación de Isabel II con el general Narváez, cuando éste le recriminó su relación con este oficial, ella le contestó qué si quería que abortara. No lo hizo y nació su hijo Alfonso. Este militar recibió multitud de condecoraciones y ascensos. Unos años antes de morir en 1900, recibió la Cruz de San Hermenegildo por los servicios prestados a la Corona. ¡Vaya que si los prestó! Por último, de haber existido entonces el test de ADN, ¿qué resultado nos habría deparado? No estoy tan seguro de que ella misma supiera quién era el padre de su hijo.
María Luisa de Parma
     Para enredar más la historia, nos podríamos preguntar ahora ¿quién era el abuelo de la reina? Oficialmente el rey Carlos IV, que también estuvo casado con otra prima hermana suya, María Luisa de Borbón Parma, con la que solo tuvo catorce hijos después de veinticuatro embarazos, de los cuales seis llegaron a adultos, entre los que se encontraba, lógicamente, el padre de Isabel II (esta vez parece que sí) Fernando VII.
    
     María Luisa era tan intrigante como indiscreta, y tenía dominado absolutamente a su marido, apartándolo de toda actividad política. Mientras ella tomaba las riendas del poder, para lo cual se valió de su valido y amante sin escrúpulos Manuel Godoy, que ascendió en poco tiempo de teniente, a teniente general, y lo nombró Primer ministro para poder acostarse con él. Entretanto, su marido no se enteraba de nada. No es casualidad que su padre Carlos III lo llamara tonto en más de una ocasión. Como ejemplo nos puede servir esta anécdota: “Padre, hay una cosa que no comprendo… Si todos los reyes somos designados por la gracia de Dios ¿Cómo pueden existir malos reyes? ¿No deberían ser todos buenos reyes?” Carlos III mira a su hijo y le contesta “Pero que tonto eres, hijo mío”. Por cierto, también recordó a su descendiente en otro momento que “las princesas también podían ser putas”. Lección que olvidó rápidamente, en vista de los resultados que después se vieron.

     Un canónigo que conocía a María Luisa, la describía como una mujer de constitución ardiente y voluptuosa, casada con un esposo lleno de inocencia, de una ignorancia absoluta en temas amorosos, educado como un novicio, pero de una gran bondad, con un corazón que no le cabía en el pecho. Por el contrario, ella tenía un corazón vicioso por naturaleza, un egoísmo extremo, y una capacidad para el disimulo increíble. Solo se entregaba al vicio para satisfacer su alma corrompida.
Escrito del confesor de la Reina
     María Luisa, comunicó a su confesor, con el objeto de descargar sus culpas ante Dios, que: “Ninguno de mis hijos lo es de Carlos IV y, por consiguiente, la dinastía Borbón se ha extinguido en España”. El mismo confesor escribió poco antes de fallecer: “ninguno, ninguno de sus hijos e hijas, ninguno era del legítimo matrimonio, lo declaraba para descanso de su alma y que el Señor le perdonase”. El religioso, por orden de Fernando VII, hijo de María Luisa y vete a saber de quién más, tuvo que pagar con prisión hasta su muerte semejante atrevimiento, ya que con su declaración cuestionaba la legitimidad del nuevo rey.    
    
     ¿Quién da más? 
                 
          R.R.C.