La UNESCO acaba de declarar Patrimonio de la Humanidad y,
por consiguiente, de dar validez a las tesis que afirman que Jesús fue
bautizado en Betania (nada que ver con la ciudad de Lázaro), en la ribera
oriental del río Jordán, o sea, en la parte jordana, unos diez km antes de su
desembocadura en el mar Muerto. De esta forma, podríamos considerar que este
lugar es uno de los tres sitios más importantes de peregrinación (algún Papa ya
lo ha hecho) para la cristiandad, después del Santo Sepulcro en Jerusalén y la
Basílica de la Natividad en Belén.
Por otra parte,
no debería de sorprendernos este lugar, pues San Juan ya lo señala en el
capítulo primero de su Evangelio cuando afirma: “Estas cosas acontecieron en
Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando”. El arqueólogo y profesor de la Universidad
Hachemita Reina Rania de Ammán, Mohammad Waheeb, no tiene dudas de que nos
encontramos en el lugar exacto donde tuvo lugar el acontecimiento. Ha habido
que esperar hasta finales del siglo pasado para poder probarlo
arqueológicamente. Aparecieron cuatro iglesias superpuestas de los siglos IV al
VII (cuando una se destruía, levantaban otra encima), prueba que indica la
importancia de este lugar para los antiguos cristianos.
También tenemos
que tener presente que, en el siglo VI, Santa Elena, la madre del Emperador
Constantino, y a la que podríamos considerar como primera arqueóloga, por su
búsqueda incansable de los lugares en los que estuvo Jesús, visitó esta zona.
Unos monjes que vivían allí desde la primera mitad el siglo I le mostraron este
emplazamiento como el sitio de su bautismo. Inmediatamente ordenó que se
levantaran iglesias para celebrarlo y no olvidarlo; como así ocurrió, prueba de
ello es que la primera en alzarse data, como hemos visto más arriba, del siglo
IV.
R.R.C.