En octubre
de 1859 y de una manera fortuita, como ocurre en numerosas ocasiones en la
arqueología, durante las obras del ferrocarril de Bingen (Alemania), fueron
descubiertos nueve enterramientos romanos con sus correspondientes monumentos y
estelas funerarias. La inscripción en una de ellas recogida en el vol.
XIII, 7514 del Corpus Inscriptionum Latinarum, que es una recopilación exhaustiva
de inscripciones latinas y algunas griegas del mundo romano, rezaba ser de
un tal Tiberius Iulius Abdes Pantera portaestandarte de la 1ª Cohorte Auxiliar
de Arqueros, que nació en Sidón (Fenicia, actual Líbano) y que sirvió en ella
durante 40 años hasta fallecer a los 62. En la columna de la izquierda tenemos
dicha inscripción tal como muestra la estela, completada con las letras que
aparecen entre paréntesis, y a la derecha su traducción al español:
Tib(erius)
Iul(ius) Abdes Pantera
Sidonia ann(orum) LXII
stipen(diorum) XXXX miles exs(ignifer?)
coh(orte) I sagittariorum
h(ic) s(itus) e(st)
|
Tiberius
Iulius Abdes Pantera
de Sidon,
de 62 años
sirvió 40 años, portaestandarte oficial(?)
de la
primera cohorte de arqueros
yace aquí
|
Este nombre también aparece escrito en
otras fuentes históricas como Pandira o Pantero. Y es el cognomen (apellido)
de un soldado romano, que según James Tabor, arqueólogo y estudioso de la
Biblia, doctorado en la Universidad de Chicago y profesor de una Facultad
norteamericana, los nombres Tiberius Iulius son nombres adoptados por alguien
que ha adquirido la ciudadanía gracias al servicio militar, por ejemplo, probablemente por su reenganche tras los 25 años de servicio obligatorio. Además, el nombre Abdes significa
"servidor de Dios". Otros apuntan a Pantera como un vocablo latino
que designa al animal Panthera; mientras hay quien sugiere que es un apodo, o
nombre incluso, que se daban entre los legionarios romanos, igual que “Joe” es
para los norteamericanos. También se
sabe que la unidad militar a la que pertenecía, la Primera Cohorte de Arqueros,
estuvo destinada en el norte de Judea en tiempos de Jesucristo y después fue
trasladada a la actual ciudad alemana de Bingen. Se preguntará el lector por la
importancia de este hallazgo, lógicamente los descubrimientos de tumbas con
estatuas, aunque le falte la cabeza, y con inscripciones latinas de hace dos
mil años, siempre aportan información valiosa que no hay que desdeñar, pero en
este caso nos encontramos con un añadido interesante y controvertido.
Veamos:
Prácticamente desde el principio del
cristianismo se planteó una polémica sobre la paternidad de Jesús, primero en
los ambientes judíos, como recogen en alguna cita los propios evangelios
canónicos. En Juan cap. 8,41 leemos: “Vosotros hacéis las obras de
vuestro padre. Dijéronle ellos: nosotros no somos nacidos de fornicación;
tenemos por padre a Dios”, es decir, le están atribuyendo a la Virgen María una
relación extramatrimonial y fruto de ella el nacimiento de Jesús. El término
fornicación se emplea para los actos sexuales fuera del matrimonio. En el
evangelio de Marcos cap. 6,3 la muchedumbre que oía a Jesús se pregunta: "¿No es
acaso el carpintero, hijo de María, y el hermano de Santiago, de José y de
Judas, y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?; y se
escandalizaban de Él”. En la sociedad judía de este momento los hombres eran
conocidos por ser hijos de su padre, y éste no aparece aquí por ninguna parte,
algo bastante inusual, al menos que fuera hijo ilegítimo. Un poco más adelante
en el mismo evangelio de Marcos, en el cap. 7,24 nos encontramos con una frase
un tanto enigmática: “Partiendo de allí se fue hacia los confines de Tiro.
Entró en una casa, no queriendo ser de nadie conocido; pero no le fue posible
ocultarse”. James Tabor sugiere que el padre de Jesús era un soldado romano
probablemente de origen judío, de la ciudad de Sidón, muy cerca de Tiro,
concretamente el de la tumba aparecida en Bingen, y así se explicaría este
pasaje de Marcos, es decir, Cristo fue a realizar una visita familiar.
Si nos vamos ahora a las fuentes judías dicen muy poco de Jesucristo, a veces producen la sensación que no quieren ni
si quiera mencionar su nombre, además de hostiles y contradictorias con Él y
sus seguidores. Recogiendo la opinión que el profesor Antonio Piñero, experto en
cristianismo primitivo expone en su blog; los textos que en el Talmud y midrás
afectan a Jesús son aproximadamente una quincena. De entre ellos sólo tres o
cuatro lo nombran de una manera expresa y, únicamente un par de ellos
transmiten alguna noticia sustancial. Llaman a Jesús, Ben Stada o Ben Pandera y
unos pocos tratan más bien de la madre del Nazareno que de él mismo. La madre
de Jesús aparece como una peluquera; o también como maestra de primer grado; o
como mujer de Pandera o Pantera, un soldado romano con quien había tenido un
hijo adulterino, o según otra fuente, un hijo ilegítimo por haber sido concebido
de su marido, el tal Pantera, pero durante el ciclo menstrual, lo que lo hacía
rigurosamente impuro. Siguiendo con la opinión del profesor Piñero, el nombre con el que se denomina también a
Jesús en éste y en otros pasajes es Ben Stada. De la identificación entre Ben
Stada, Ben Pantera y Jesús no cabe duda, pues en algún otro documento aparece
el nombre completo, Jesús ben Pandera, y en otros encontramos a
"Jesús" como variante de "Pandira" o "Stada".
Este último vocablo, "Stada", deriva del hebreo Setahdáh,
"aquella que se ha desviado"... de su marido. Todavía hoy día se
mantiene esta historia entre los judíos que rechazan a Jesús, como podemos
comprobar en la famosa película de humor “La vida de Brian” en donde la madre
del protagonista, que todos confunden con Jesús, le confiesa que se acostó con
un militar romano, que a la postre sería su padre, escena introducida
probablemente por algún guionista judío.
Así que, desde los primeros siglos del
cristianismo, en los ambientes que se iba afianzando esta nueva religión, se
abrió paso la sospecha, no ya que su fundador tuviese un padre terrenal, sino que era fruto de una relación adúltera, consentida o forzada, pues algunos
textos no descartan esta última posibilidad. Lógicamente los que no creyeron
en Jesús no podían admitir la virginidad de María, pues hubieran tenido que aceptar
que era el hijo de Dios, y por lo tanto creer en él.
En contra de todo lo anterior tenemos los
escritos del Nuevo Testamento elaborados en la segunda mitad del siglo I,
reconocidos, no sólo por la Iglesia, como textos más fiables que aquellos que
rechazan a Jesús. Además, contamos con los padres eclesiásticos que fueron
intelectuales de una gran altura, como Justino, Ireneo, Tertuliano, Orígenes y
otros. Los primeros de ellos son del siglo II, y todos mantienen de forma
contundente la concepción virginal de Jesucristo. Hicieron frente con sus
escritos a las insidias, y a veces a las burlas, con las que los enemigos del
cristianismo abordaron este asunto. Por ejemplo, el filósofo griego del siglo
II Celso, basándose en fuentes orales judías (ya que las que he utilizado
anteriormente se pusieron por escrito más tarde) atribuye la paternidad de
Jesús, al conocido Pantera, con tal de desacreditarle. Orígenes se encarga de
dar cumplida respuesta a esta afirmación; y a otras muchas calumnias que hace
contra Cristo y los cristianos.
Bien, ya va siendo hora de decir que ninguna
de estas afirmaciones acerca de la paternidad adulterina de Jesús tiene base
histórica alguna, son vanos intentos de desacreditarle ante el avance de la
nueva religión y el retroceso de los cultos paganos, que tanto interesaban al
estatus quo del Imperio y, en definitiva, al Estado romano; ya que los
principios e ideas que proponía el cristianismo chocaban frontalmente con las
leyes y costumbres de la sociedad de esos momentos, y podía desestabilizar los
cimientos y las bases sobre los que se estructuraba la cultura dominante que
favorecía a unos pocos, en perjuicio de la mayoría de la población desposeída
de bienes, y en muchos casos esclavizada para los que Jesucristo suponía una
esperanza.
En lo que están de acuerdo todos los
documentos históricos, tanto los que están en contra como los que están a
favor, es que la concepción de Jesús se realizó de forma extramarital, las
mismas fuentes cristianas nos trasmiten que la Virgen acudió embarazada al matrimonio
con José. Desde el punto de vista
histórico, sólo queda una conclusión razonable: no fue José quien concibió a
Jesús. No sabemos nada seguro de otro progenitor terrenal, no tenemos pruebas
fiables que podamos contractar, sólo burlas, incomprensiones y acusaciones
interesadas. La concepción divina de Jesús es un acto de fe. Para el creyente,
Jesús puede ser el enviado del Padre, su vida y sus obras así lo acreditarían.
El nombre de Pantera era usual
entre las tropas auxiliares romanas de aquella época y años posteriores, como
ha demostrado más de un experto. Raymond E. Brown, especialista en la Biblia,
afirma que la historia de Pantera es una explicación fantasiosa del nacimiento
de Jesús, que incluye muy pocos datos históricos que la sostengan. Por otra
parte, el hecho de atribuirle a Jesús un padre con ese nombre podría
responder, en opinión de Craig A. Evans
(catedrático de Nuevo Testamento en Canadá) y otros muchos autores, como el ya
citado profesor Piñero, en explotar la afirmación cristiana de que Jesús nació
de una virgen: parthenos en griego, y sería un juego de palabras. Pantera era
el nombre de sonido más parecido, y era un nombre de soldado, sugiriendo que
Jesús no fue concebido por una parthenos
sino engendrado por un soldado
Panteros. Por lo tanto, lo único que tenemos aquí es una calumnia y no una
prueba histórica que podamos relacionar con
Jesucristo. Hay que tener presente que el evangelio de Mateo, que habla
de una virgen, se escribió en griego.
Respecto a la tumba con la que iniciaba
estas líneas, es verdad que James Tabor la atribuye al padre de Jesucristo, y
en cierto modo da por cerrada la cuestión sobre dicha paternidad. Pero cabe
preguntarse por la edad que tenía ese hombre llamado Pantera en el momento del
embarazo de María. Ya sabemos que su unidad militar se encontraba en torno a
Séforis, muy cerca de Nazaret, y que la Virgen, probablemente, vivía aquí con
sus padres Joaquín y Ana antes de casarse e irse a vivir con su esposo José. Para
Tabor, tenía la edad suficiente para conocer y dejar embarazada a María, pero
otros eruditos, después de estudiar la inscripción latina de la lápida y
datarla, afirman que el tal Pantera nació como muy tarde el año 12 antes de Cristo,
y la Virgen se quedó embarazada en torno al 7, 6, o, 5 antes de J.C. Por lo tanto, el
posible candidato quedaría descartado por falta de edad necesaria para la
paternidad.
Ben Witherington es profesor de Nuevo
Testamento, con multitud de investigaciones publicadas, premios académicos y
distinciones en su haber y ha escrito más de cuarenta libros sobre temas
neotestamentarios. Para él, Pantera sí tenía la edad necesaria para concebir un
hijo cuando la Virgen estaba embarazada de Jesús, el problema es que no se
encontraba en Nazaret, donde la Virgen vivía en esos momentos ya que, basándose en la inscripción, concluye que se hizo soldado romano a los 22 años.
En definitiva, en la fecha del embarazo de María, no era soldado romano ni
aquero, él estaba en Sidón, su ciudad natal a unos 70 kilómetros de distancia
de donde se encontraba la madre de Jesús, un trecho más que considerable para
esa época. Concluyendo, no hay prueba alguna que el personaje que
tratamos aquí sea el Pantera citado por Celso, o bien, el mencionado en
los textos de los rabinos judíos que recogen tradiciones orales anteriores.
Por último, la hipótesis de Tabor se
considera muy poco probable por los estudiosos del tema, como Maurice Casey,
gran experto británico de Nuevo Testamento y principios del cristianismo, ya
que no hay pruebas que la apoyen.
En este caso, la arqueología (el
descubrimiento de la tumba) se ha tratado de forzar al máximo para corroborar
una acusación sin fundamento histórico y convertirla en un hecho real.
R.R.C.
NOTA: Ya existe otra entrada en el blog con el título: La tumba de Bingen que trata sobre la misma cuestión. Esta es una nueva entrada que amplía la anterior.