viernes, 27 de septiembre de 2019

Anillo de Ptah


     Este precioso anillo de oro con un huecorrelieve realizado en jaspe verde, se encuentra en el Museo Walters de Arte, en Baltimore. Su estado de conservación es excelente, ya que está datado en el Período Tardío egipcio, y eso corresponde al 664–332 a. C. Vemos de pie a uno de los dioses más populares de aquella época: Ptah, “Señor de la magia”, entre otras atribuciones. Una de sus formas habituales de representación es la que observamos: como un hombrecillo con barba recta, envuelto en un sudario, cabeza cubierta con un casco, y un cetro denominado “uas” que simbolizaba el poder y la fuerza. A su derecha, comprobamos que su nombre aparece grabado en la piedra con tres signos jeroglíficos. Lógicamente, el sello de este anillo es giratorio, algo común en las sortijas del Antiguo Egipto.
     ¡Ah!, se me olvidaba, este dios egipcio recuerda mucho la estatuilla que se entrega en la gala de los Oscars.
       R.R.C.
NOTA: Imagen bajada de Internet.

El carnero y el juego de Ur

     Aunque en realidad es una cabra de 42 cm de alto (cuernos de lapislázuli incluidos) con genitales de oro, sobre una base rectangular decorada con un sencillo mosaico. Con una antigüedad aproximada de 4500 años, se descubrió en la ciudad sumeria de Ur, de donde era Abraham; y su descubridor, el arqueólogo inglés Leonard Woolley, la relacionó con el carnero que sacrificó el patriarca en lugar de su hijo Isaac. Este hallazgo se llevó a cabo en la década de 1920, al igual que el conocido Estandarte Real de Ur* por el investigador ya mencionado. Ambos se encuentran exhibidos en la misma vitrina del Museo Británico. Junto a esta cabra fue descubierta otra similar, que acabó expuesta en el Museo de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia. Se supone, que originalmente ambos animales se encontraran enfrentados. También se ha apuntado la posibilidad de que el carnero formase parte de un arpa. Por último, sus patas las apoya en el “árbol de la vida” adornado con láminas de oro y relacionado con la fertilidad.
      R.R.C.
* Del que ya hay una entrada en este blog.

P.D. Añadida el 4-9-2022
El "parchís" de los sumerios de hace unos 4600 años:

     Irving Finkel, experto en escritura mesopotámica del Museo Británico, establece las reglas de este pasatiempo, para lo cual se ayudó de una tablilla cuneiforme descubierta muchísimos años después en el siglo II a. C. y que se muestra a la derecha del juego. Participaban dos jugadores con siete fichas cada uno negras y blancas. Se empleaban tres dados en una especie de carrera, en donde un jugador perseguía al otro. Ganaba el que sacara primero todas sus fichas del tablero de veinte cuadros, para lo cual deben de lanzar los dados con el objetivo de avanzar en esta entretenida competición. Las normas completas para echar una partida las podemos buscar en la red. Por último, en Internet se ven réplicas bastante certeras de este milenario juego, que también se puede adquirir en la tienda del propio museo.

     Justo en la vitrina anterior se encuentra el conocido estandarte real de Ur. Igualmente descubierto por el arqueólogo británico Leonard Woolley cuando halló las tumbas reales de esta ciudad de Oriente Medio, mil años más antiguas que la de Tutankamón.

     R.R.C.

NOTA: Fotos del autor

sábado, 21 de septiembre de 2019

Episodio de la inundación de Murcia


     Las recientes y graves inundaciones que en el mes de septiembre de 2019 se han producido en la provincia de Murcia; y también en otras zonas del levante español como consecuencia de la gota fría, me han hecho recordar otra importante catástrofe provocada por el desbordamiento del Segura a su paso por la capital de La Región, resultado de fuertes precipitaciones, y que podemos comprobar en el siguiente cuadro:
     Es un óleo sobre lienzo de 102 x 165 cm., pintado en1892 por el artista valenciano Antonio Muñoz Degrain, que recoge las inundaciones del río Segura a su paso por la capital y alrededores de la provincia de Murcia, en el año 1879. La obra se encuentra expuesta en el Museo de Zaragoza, aunque pertenece al Museo del Prado. Con una composición en diagonal y en colores terrosos, comprobamos como las aguas llenas de fango del río alcanzan los tejados de las casas, que se convierten en los únicos lugares de refugio de la población.
     La escena principal no ocupa el primer plano de la composición, la podemos divisar al fondo, en donde una mujer con su bebé, y prácticamente cubierta por el agua, hace lo posible por salvarse ella y su hijo de la corriente de agua y lodo que los arrastra, sin que nadie haga o pueda hacer nada por ayudarlos. La mujer y la niña que se encuentran agarradas a la chimenea de la casa, poco pueden hacer, salvo contemplar la escena. Un hombre de fuerte corpulencia que aparece desnudo en el primer plano y acompañado por un perro, que han tenido la suerte de ponerse a salvo, observan con impotencia la escena, ya que no se aprecia intención de socorrer a nadie.
     En fin, ahora que estamos en el siglo XXI y contamos con muchos más avances, esperemos que se pongan los medios, para que dramas como el de la imagen no se repitan.

      R.R.C.