Este magnífico par de pendientes
encontrados en la tumba de Tutankamón por H. Carter, formaban parte de su
extraordinaria colección de joyas y, posiblemente, son los más bonitos de los cuatro
pares de aretes que localizó. Estamos hablando del siglo XIV a. de C. cuando la
orfebrería egipcia alcanzó unos estándares de calidad inimaginables, máxime, si
tenemos en cuenta los limitados medios que tenían para su elaboración.
Aquí nos encontramos con dos aves, cuyas
cabezas de pato son de pasta de vidrio translúcido azulado; que curvan sus alas
hasta convertirlas en dos círculos decorados con materiales de adorno de
distintos colores como: calcita, cuarzo, cristal…, utilizando una técnica que
los franceses llaman de cloisonné, es decir, a base de pequeños compartimentos
en los que se incrustan las piedrecitas convenientemente talladas y precisas.
En sus patas sujetan el típico cartucho egipcio (shen), y de sus espléndidas
colas cuelgan vistosas hileras elaboradas a base de cuentas de oro y cristal,
que aportan riqueza cromática a la joya. Estas se encuentran rematadas con
pequeñas cobras erguidas (οὐραῖος) protectoras de los faraones que, por otra
parte, ya se hallaban presentes en sus imponentes cierres.
R.R.C.
NOTA: IMAGEN BAJADA DE INTERNET