Hubo que
esperar hasta finales del siglo VII, más concretamente al año 692, para que el
emperador bizantino Justiniano II mandase a imprimir una moneda con el rostro
de Cristo, previa convocatoria de un Concilio para que entre otros temas
estableciese la forma más idónea para representar la figura del Salvador. Un
sólido de oro de apenas un cm de diámetro y escasos gramos de peso bastó para
tal fin. A pesar del tamaño de la moneda la podríamos considerar una “pequeña”
obra de arte. Desgraciadamente no conocemos el autor de los cuños que se
llevaron a cabo para la ejecución de esta bella pieza.
En el anverso Jesús aparece minuciosamente
representado de frente y forma humana con todo lujo de detalles: larga
cabellera y barba bien cuidadas, ojos abiertos prominentes y una ostentosa
vestimenta. Tras Él un nimbo cruciforme; y rodeando el campo de la moneda una
leyenda que podemos traducir como REY DE REYES.
El reverso de la moneda se reservó para el
propio emperador considerado como el representante temporal del verdadero Rey
en la tierra, pues él estimaba ser un mero servidor de Cristo. Pomposamente
vestido, barbado, de frente, de cuerpo entero y de pie, nos presenta una enorme
cruz en su mano derecha.
Me ha parecido interesante incluir en el
comentario de esta moneda el estudio realizado por Alan Whanger, exprofesor del
Duke University Medical Center, que halló 145 puntos que relacionaban este sólido de Justiniano II con el rostro que aparece en la Sábana Santa de Turín. Para
muchos expertos en numismática no hay duda: la acuñación de esta moneda es una
prueba de que la sábana ya existía a finales del siglo VII. En fin…
R.R.C.
P.D. Evidentemente la segunda imagen no es la misma moneda que la primera. La he utilizado para comentar el reverso de estos sólidos dedicados a Cristo por el emperador bizantino.
NOTA: Imágenes bajadas de Internet.