La imagen
que estamos contemplando corresponde a la pared norte de la cámara funeraria de
la mundialmente conocida tumba de Tutankamón, y los personaje que vemos de pie
son su sucesor y antiguo visir del joven faraón situado a la derecha Ay, que
aparece con el tocado de los reyes en el campo de batalla y en determinadas
ceremonias, y una piel de leopardo muy destacada que nos indica que también se
muestra como sacerdote (sem) de las honras fúnebres; y el propio Tutankamón a
nuestra izquierda representado como Osiris, el dios del inframundo (Amenti).
Lo que se está llevando a cabo en la
imagen es un ritual mágico conocido como ceremonia de la apertura de la boca,
para lo cual el sacerdote, en este caso, el nuevo faraón Ay, con una azuela
(herramienta que sirve para trabajar la madera, entre otras cosas) que lleva en
sus manos, para que el difunto recupere todos los sentidos que tuvo durante su
existencia terrenal, ya los iba a necesitar para su nueva vida futura. No solo
la boca, también los ojos, la vista, el oído, etc. En el fondo, la podemos
entender como la creencia en la transición a una nueva vida con las mismas
necesidades que la nuestra, pero feliz y para toda la eternidad. Luego, como
dice una bella canción española: “La muerte no es el final” para los antiguos
egipcios.
Estos frescos seguían las reglas o cánones
de las pinturas egipcias en general, es decir, la cara, los brazos y las
piernas de perfil; mientras el cuerpo y el ojo de frente. Eran representaciones
planas, por lo tanto, no muestran distintas tonalidades y, cuando las vemos,
son fruto del desgaste de los pigmentos por el paso del tiempo. No exhiben
ningún tipo de perspectiva, y el tamaño de los personajes únicamente responde a
sus estatus social, a una jerarquía, y no a que se sitúen en distintos planos. Los
dioses, el faraón y los altos funcionarios son las figuras más cuidadas en todo
el arte egipcio en general.
Vamos ahora a los jeroglíficos que comprobamos
a la altura de las cabezas de ambos mandatarios. El texto correspondiente al
faraón Ay, hay que leerlo de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, y
traducido al español dice lo siguiente: El dios perfecto, Señor de las Dos
Tierras (Alto y Bajo Egipto); Señor de los rituales (o Señor de la oración);
Rey del Alto y Bajo Egipto: Manifestaciones del dios Ra (dentro de un cartucho
ovalado); El hijo de Ra: Dios Padre, Ay, glorioso Señor gobernante de la ciudad
de Tebas (dentro del segundo cartucho); Que sea dotado de vida como Ra
eternamente y para siempre (aunque parezca una redundancia). El siguiente texto
situado frente a Tutankamón, lo leemos de derecha a izquierda y de arriba hacia
abajo, dice lo siguiente: El dios perfecto, Señor de las Dos Tierras (ya sabeos
que se refiere al Alto y Bajo Egipto); Señor de las apariciones; Rey del Alto y
Bajo Egipto: El Señor de las manifestaciones es Ra (en el primer cartucho); el
hijo de Ra: Tutankamón, gobernador de Heliópolis del sur (en el segundo
cartucho); Que sea dotado de vida eternamente.
Por último, recordar que los faraones
tenían hasta cinco nombres que se le fueron añadiendo con el transcurrir de los
años. Los dos más importantes eran el Nesut-Bity y el Sa-Ra, o sea, el de trono (el que aparece bajo la abeja y
en junco) y el de nacimiento (el que aparece bajo el disco solar y el pato), los
dos se manifiesta en la escena en ambos casos.
NOTA: El
Alto Egipto es el sur y el Bajo Egipto es el norte, para estas denominaciones
se sigue el curso del rio Nilo.
R.R.C.