Es un óleo sobre lienzo 106,2 x 106,5 cm. fechado en 1913 del pintor ruso Kasimir Severinovitc Malévitch, conservado en El Museo Estatal de Rusia, en San Petersburgo. Su estilo artístico se denomina Suprematismo, que fue un movimiento artístico enfocado en formas geométricas fundamentales (en particular, el cuadrado y el círculo), que se inició en Rusia, promovía la abstracción geométrica y el arte no figurativo, en búsqueda de la nada como logro máximo. Para el autor, significaba la supremacía del sentimiento puro en el arte, con el objetivo de "liberar al arte del lastre del mundo de las cosas", según sus propias palabras. Sus composiciones suprematistas fueron realizadas todas ellas entre 1913 y 1922, llegando a reducir las formas a un solo cuadrado, triángulo, cruz, o círculo (negro, rojo, verde, azul, o blanco) de gran tamaño sobre el fondo; aunque otras veces sus cuadros presentaban policromías y una mayor complejidad formal. Es una tendencia a lo más básico: la línea, el plano, en busca de formas puras, simples, que no podía encontrar en la naturaleza. Todo ello con un gran misticismo de fondo, que explicara el Universo en su pureza. Por otra parte, es el mundo de la no representación, en donde el arte se libera de tener un fin estético.
El cuadro en cuestión, supuso una
bofetada inesperada a espectadores acomodados
y sin interés en las innovaciones artísticas y, que buscaran una nueva forma de
ver y entender el arte diferente a la que hasta ahora habían tenido. Les ayudó
a abrir sus mentes e incentivar las ansias revolucionarias del momento. La obra es de una gran sencillez y sobriedad,
en la que se ha prescindido absolutamente del color, pero no por ello ausente
de complejidad, pues la serenidad de la
forma geométrica parece retarnos con su
quietud. Nos encontramos frente a la abstracción pura. Por otro lado, la
elección de la forma cuadrada no es fruto del azar ya que, por tradición, junto
con el círculo, esta es la representación
de la perfección matemática, la forma cero. El paralelogramo es lo
primero que se presenta al pintor en el momento de comenzar una obra. El
equivalente del silencio en la música.
Este cuadro no es una gran obra de arte,
Malevich lo sabía, no es una obra que sirva para decorar nada, tampoco lo
pretende, ni siquiera es una pintura en el sentido amplio de la palabra. En mi
opinión, sólo es una propuesta para la reflexión, en un momento de búsqueda de
nuevas fórmulas de expresión artística y, en este sentido, hay que verla y
respetarla.
R.R.C.