De los cuatro evangelios canónicos, es decir, los que forman parte de la Biblia, sólo el de San Mateo narra el episodio de los Magos de una manera muy breve cuando afirma: que de Oriente llegaron a Belén unos magos guiados por una estrella para adorar al rey de los judíos que acababa de nacer. Cuando vieron al niño con María, su madre, abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Advertidos en sueños de no informar a Herodes del paradero del niño, se volvieron a su tierra por otro camino. Por lo tanto, en ningún momento se dice que fueran reyes, ni que fueran tres, y menos aún, que uno de ellos fuera de raza negra.
Los evangelios apócrifos posteriores a los canónicos y de autor desconocido que quedaron fuera del Nuevo Testamento, añaden muy poco a lo ya escrito. El Protoevangelio anónimo atribuido falsamente a Santiago el Menor, con el objeto de dotarlo de más autoridad y que fue escrito como muy tarde en el siglo IV, coincide básicamente con lo expuesto por San Mateo, y también se refiere a los tres regalos mencionados. El evangelio apócrifo del Pseudo Mateo difiere de los anteriores en el momento en el que los magos entregan sus dones al niño, pues éste, ya contaba con dos años de edad, y no habla de pesebre, o cueva, sino de casa, en donde encuentran al niño sentado en el regazo de su madre. Entonces abrieron sus cofres y entregaron a José y María cuantiosos regalos. A continuación fue cada uno ofreciendo al niño una moneda de oro. Y, finalmente, el primero le presentó una ofrenda de oro; el segundo, una de incienso; y el tercero, una de mirra. Después adoraron al niño y se fueron a su tierra por otro camino. En este texto anónimo del siglo VI y atribuido erróneamente al primer evangelista, sí especifica el número de tres, para referirse a los magos. Otro escrito apócrifo como el Libro sobre la infancia del Salvador relacionado con el Protoevangelio anterior, atribuido a San Mateo y según otros a Santiago; son falsas ambas atribuciones, ya que fue compilado por un erudito carolingio del siglo IX, y es la narración más amplia sobre el tema que nos ocupa que también menciona los tres conocidos regalos y, además de colmar de presentes a María y José, se refiere a sus porteadores como magos o adivinos. Para concluir este punto, en el llamado Evangelio árabe de la Infancia datado entre los siglos V al VI y que se basa en otros apócrifos anteriores, como novedad a lo ya apuntado, relaciona la presencia de los Magos en Jerusalén con una predicción de Zoroastro (profeta fundador del mazdeísmo, que es una religión oriental). También traen los conocidos tres presentes, además de narrar otros acontecimientos inverosímiles. Sólo en la redacción siríaca de este mismo Evangelio se refiere a los Magos como tres reyes, hijos de reyes y procedentes de Persia.
En cuanto a la iconografía de estos personajes, las primeras imágenes se remontan al siglo III en las catacumbas paleocristianas que hay en Roma, aunque su número varía entre dos, tres, o cuatro, y tampoco figuran como reyes, sino como magos de Oriente, con gorros típicos de Frigia (imagen superior) y sin distinción de edad entre ellos. Un salto importante lo encontramos en los mosaicos del siglo VI de la iglesia de San Apolinar in Nuevo en la ciudad italiana de Rávena. Aquí, aparecen por primera vez los famosos tres nombres sobre los personajes, que portan sus presentes al niño Jesús. Melchor se representa imberbe, como el más joven; Gaspar el anciano con barba blanca; y Baltasar con barba color castaña (imagen superior). Pero hay que esperar a pinturas o esculturas del siglo XV, o sea, a finales del gótico, para que Baltasar aparezca con la tez negra, posiblemente de procedencia etíope, como podemos comprobar en la tabla central del tríptico pintado al óleo en 1479 por Memling, conservado en el Museo del Prado, en el que aparece el rey negro a nuestra derecha (imagen inferior), lo que no había ocurrido con anterioridad. Probablemente, es una propuesta que surge en Alemania a principios del S. XV y se difunde por Europa con gran rapidez.
Bien, ya tenemos tres, sus nombres y uno de raza negra. ¿Pero cuándo se convirtieron en reyes? Hay que tener presente que durante el medievo, la magia, y por lo tanto los magos, estaban mal vistos por la iglesia católica, incluso perseguidos, así que el gorro frigio que llevaban se transformó en corona (la iconografía románica los presenta así, incluso manuscritos prerrománicos) y sus vistosas y coloridas vestimentas orientales en indumentarias más sencillas, acordes con los gustos de la Alta Edad Media. Serán los pintores flamencos de los siglos XV y XVI, Van der Weyden, o el ya mencionado Memling, los que vistieron a los ya tres Reyes Magos con lujosas indumentarias, como les vemos hoy día en las cabalgatas que recorren nuestras calles en vísperas del seis del enero, o en las figuritas que forman parte de nuestros belenes navideños. A partir de aquí, según los gustos y lugares, se les ha representado de muy diversa forma, pero siempre fácil de identificar en cualquier parte.
Respecto
al número de tres regalos se pueden establecer
una larga serie de correspondencias: La Trinidad (Padre, Hijo y
Espíritu Santo); las tres Edades del hombre (infancia, madurez y vejez); los
tres continentes conocidos en la Edad Media (Asia, África y Europa); que a su
vez se correspondían con las tres razas humanas (blanca, negra y amarilla); descendientes de los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet.
Decir, por
último, qué según una tradición sin base histórica alguna, los
Reyes Magos fueron trasladados en 1164 por orden de Federico Barbarroja a la catedral
de Colonia en Alemania, en donde reposan en un relicario de oro detrás del altar
mayor.
R.R.C.
R.R.C.
APÉNDICE AÑADIDO EL 4-1-2023
La fíbula* de Turuñuelo
Conservada en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) y hallada en Turuñuelo (Badajoz), es la representación más antigua de los Reyes Magos que tenemos en España, nada menos que datada en siglo VI. Para la realización de este medallón se empleó el oro y, más concretamente, exhibe la Adoración de los Magos al niño Jesús, sentado en el regazo de su madre la Virgen María, aprovecha el momento para bendecir con tres dedos de su mano derecha a los tres personajes. Y, como no, la estrella de Belén aparece en un lugar destacado. Por cierto, los tres reyes son más o menos iguales y una grafila de puntitos rodea toda la escena. Presenta una inscripción en griego que dice: ΒΟΗΘΕΙ ΤΗΙ ΦΟΡΟΥΣΑΙ (SANTA MARÍA AYUDA A LA PORTADORA. AMÉN.) siguiendo tanto el texto griego como la traducción a Inmaculada Pérez Martín. Posiblemente fue elaborada en Asia Menor.
*Es una pieza metálica antigua que se utilizaba para sujetar alguna parte del vestido antes de que aparecieran los botones, y tenían diferentes formas. Por último, el término latino fíbula se traduce al español como hebilla, pero también se utiliza como alfiler, broche, pasador...
R.R.C.