Son dos enormes estatuas de quince metros
de altura, o dieciocho si incluimos la base en donde se asientan, que
representan al faraón Amenofis III (primera mitad del siglo XIV antes de J.C) y
son lo único que queda del gran templo funerario dedicado él mismo que
construyó el arquitecto Amenhotep, cerca de la ciudad de Tebas, capital de
Egipto durante este período. Su función era presidir la entrada al recinto
funerario. Los griegos fueron los que dieron nombre a estas dos maravillas del
Egipto faraónico. Hay que destacar que ambas estatuas están talladas en un solo
bloque de piedra, concretamente de cuarcita. Con las manos sobre sus rodillas y
mirada al río Nilo y al Sol naciente.
Es importante destacar, que desde hace
poco, les ha salido un “hermano” descubierto en el 2002 unos cien metros detrás
de ellos. Esta tercera estatua, del mismo material, también formaba parte del
recinto funerario y cayó derrumbada junto con su pareja (los colosos iban de
dos en dos) tras un fuerte terremoto que tuvo lugar en la zona. También se ha
encontrado una tercera pareja de colosos, en este caso de alabastro y más
pequeña que los anteriores, de unos once metros. Si al final, se colocan las
seis estatuas en sus antiguos emplazamientos, el cambio de fisonomía de este
lugar será muy notable. “La existencia de seis colosos se sospechaba porque la
iconografía en los templos egipcios es muy similar”, señala el español
especializado en conservación de la piedra López Marcos.
R.R.C.
Nota: foto bajada de Internet.