Planta de cruz latina
La arquitectura románica surge en Cluny (Francia)
a mediados del siglo X. Es esta orden religiosa la que contribuye a su
expansión por el viejo continente, convirtiendo al Románico en el primer arte
internacional europeo porque, de alguna forma, con más o menos intensidad y
durante más o menos tiempo, Europa está inmersa en una corriente artística bastante homogénea. El edificio
principal es el monasterio y asociado a él, o independiente: la iglesia. Es un
arte rural, la mayor parte de sus construcciones se realizaban en el campo o
pequeños núcleos de población. El Románico se asocia a los gustos de la nobleza
y por su puesto del clero, es un arte de recogimiento, de paz interior y de
salvación. La decoración recae en las portadas, capiteles interiores y ábside,
en el resto del edificio es muy escasa, no preocupa, imponiéndose la austeridad.
Hay un dominio del muro sobre el vano, por tanto el interior de las iglesias se
encuentra poco iluminado, lo que invita a la oración. El arte románico
incorpora la girola (procedente de Francia) como una prolongación de las naves laterales por detrás del altar
mayor, con el objetivo de no interrumpir el culto cuando los peregrinos visiten
la iglesia. Esta incorporación se universaliza con el estilo gótico que le
precede, ya que ahora, salvo excepciones, es muy escasa su utilización.
La arquitectura se convierte en el Románico en
la manifestación artística más importante, subordinándose a ella e integrando
las diferentes manifestaciones plásticas. Aunque existe una arquitectura civil,
como castillos o algún palacio, los edificios por antonomasia son el templo y
el monasterio. La gran creación del Románico es el templo de peregrinación, uno
de cuyos ejemplares más representativos es el de Santiago de Compostela. Las
artes pláticas, que adquieren un gran desarrollo, están al servicio del templo,
en el que desempeñan una función ornamental -adaptación al marco
arquitectónico- y docente. Su programa iconográfico exige una lectura de tipo
moralizante y teológico-simbólica.
La mejor obra de este estilo se erige en la
meta del Camino francés: Santiago de Compostela. Ya Alfonso II había hecho
construir una capilla sobre la legendaria tumba del apóstol, pero el fenómeno
de las peregrinaciones sólo tuvo auge a partir del siglo XI y culminó en el XII
con la espléndida obra del arzobispo Diego Gelmírez y del rey Alfonso VII. La
tarea de derribar las antiguas edificaciones sobre las que se levanta la actual
catedral fue iniciada por el obispo Diego Peláez hacia 1075, y el edificio
quedó prácticamente concluido en 1122.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.