Lo esencial del arte musulmán
radica en la arquitectura y la ornamentación de la misma. Los materiales más
usados son el ladrillo, la madera y el yeso, utilizando en menor medida la
piedra, debido a que este material precisaba una costosa extracción y labrado.
Sus edificios más significativos son las mezquitas y los palacios, que son poco elevados, buscando, sin embargo una gran extensión
superficial, por lo que sus elementos sustentantes no precisan ser de gran
resistencia. Por ello, los arcos y las cúpulas tienen en general un sentido decorativo, es decir, son falsos
arcos y falsas cúpulas.
Como
elementos de sostén se usan pilares y columnas, principalmente estas últimas.
Son generalmente delgadas, puesto que las techumbres pesan poco. Los capiteles
pertenecen a varios tipos: el de decoración vegetal, que deriva del corintio, tomado de Roma y Bizancio, el
capitel cúbico, el de estalactitas (motivos colgantes, a modo
de panal de abejas) y el de pliegues
o abanicos, etc.
Utilizan
diversas clases de arcos:
a)
El arco de herradura, uno de los más
característicos, es de origen visigótico, pero, mientras este cierra el peralte
un tercio de radio, el musulmán lo cierra la mitad del radio. Paralelamente a
este proceso tiene lugar el del descentramiento del trasdós, que deja de ser
paralelo al intradós, y por tanto resulta más estrecho en los salmeres que en
la clave. Además, las dovelas, desde el salmer hasta la línea del medio punto
aparecen enjarjadas, es decir, son paralelas entre sí y no radiales. El arco de herradura apuntado, también
llamado túmido, es de origen
oriental y se engendra al cruzarse dos arcos de herradura.
b)
El arco lobulado, o polilobulado, se utiliza ya en Córdoba
durante el siglo X, en la reforma que practica Alhaquen II en la Mezquita, y se
caracteriza por la aparición de un número impar de lóbulos (pequeños arcos de
herradura): uno de ellos corresponde a la clave del arco. Los hay de tres,
cinco, nueve, once e incluso de veintiún lóbulos.
c)
Los arcos cruzados se determinan al
asociarse varios en forma secante y son muy frecuentes en la Mezquita de
Córdoba, en las reformas del siglo X. El enlace y entrecruzado de arcos son a
un tiempo soluciones arquitectónicas y decorativas de gran importancia para el
desarrollo del arte hispano-musulmán.
En
el siglo IX aparece el arco de mocárabes.
También figuran en el repertorio musulmán el arco de medio punto, el peraltado
y el mixtilíneo. Como complemento del arco hay que resaltar el uso del alfiz, moldura que lo enmarca,
llamándose albanega al espacio
comprendido entre el arco y el alfiz.
Para
cubrir el edificio se emplea mucho la cúpula,
pero son cúpulas de modestas dimensiones y de función constructiva enmascarada.
La bóveda se usa en sus más variadas
formas: semiesférica, de cañón, de cañón apuntado, de arcos cruzados,
típicamente española, cuyos arcos generalmente dejan en el centro un espacio
libre, donde se coloca una cúpula gallonada, etc.
En
cuanto a los aspectos decorativos,
hay que destacar su riqueza: en la arquitectura no se usan motivos animales ni
humanos. Son frecuentes los temas vegetales estilizados (ataurique), especialmente las ramas de palmera. Abundan también las
composiciones geométricas, formando
lazos (lacería). En combinación con
ellos suele aparecer la decoración epigráfica,
formada por inscripciones religiosas (procedentes del Corán) o por versos, en
los que se utilizan trazos rectos (cúficos)
y cursivos (nesjies). En la época
almohade aparece la decoración de sebka,
con rombos entrecruzados. Desde el punto
de vista decorativo también tiene una gran importancia el mosaico, cuya técnica copian de los bizantinos. Se emplean cubos
de colores púrpura, amarillo, verde claro, azul, blanco y negro.
MANUAL
DE HISTORIA DEL ARTE
NOTA: Imagen y esquema obtenidos de Internet