La cultura bizantina tuvo una
gran trascendencia cultural y artística en Occidente. La fundación de Bizancio
en el año 330 aseguró la continuidad de la Antigüedad clásica que, unida a la
nueva religión cristiana, formaron durante bastante tiempo los pilares sobre
los que se asentó el arte bizantino. La influencia de Oriente en años
posteriores contribuyó a modelar unas formas que en algunos países han tenido
vigencia hasta fechas muy recientes.
Dada
su larga duración, en el Imperio bizantino se dieron distintas fases
arquitectónicas con peculiaridades propias; pero la continuidad temporal
también favoreció el mantenimiento de algunas constantes: arquitectura de
grandes cúpulas, creación y generalización de capiteles cúbicos, importancia de
la iconografía y de la decoración, en particular de la del mosaico.
La
aportación más sobresaliente tiene lugar sin duda en el campo de las
realizaciones arquitectónicas, especialmente en la solución que dan al
sostenimiento de las bóvedas. Los problemas que planteaba la utilización de
cubiertas abovedadas fueron resueltos con definitivo acierto al recoger y
superar la tradición y técnicas romanas, aportando una solución válida al
difícil obstáculo de los empujes mediante el empleo de la cúpula sobre pechinas, (triángulos esféricos), medias cúpulas y
otros elementos de sujeción y contrarresto más divulgados (contrafuertes, muros
más gruesos).
La
técnica constructiva señalada está al servicio de una nueva concepción del espacio. Se trata de un espacio dilatado, dinámico, que
no puede quedar limitado por los muros y que expresa con más holgura en los
templos de planta central, con cruz griega (de brazos iguales), pero también en
las bóvedas de las iglesias de planta basilical. La bóveda se abre y se dilata
hacia el espacio celeste y ambos (bóveda y cielo) se convierten en el trono y
dominio del Creador que desde allí preside en ademán de bendecir.
La
piedra y el ladrillo usados como
materiales constructivos son cubiertos con desigual riqueza según se trate de
muros exteriores o recintos interiores. En estos últimos, el mosaico cubre de forma continua las
paredes, haciendo perder el interés por la decoración externa. Sin embargo en
los siglos finales también los exteriores se embellecerán profusamente.
El
espacio celeste se recubre de mosaicos dorados. Los espacios murales vienen a
representar el cielo, la tierra y, en suma, el cosmos. La basílica bizantina
mantiene
-El atrio, que alberga el fial,
recipiente del agua bendita, en la últimas etapas queda reducido a un pórtico
adosado a la fachada de la Iglesia.
-El nártex, lugar de reunión de los
catecúmenos que sólo podían asistir hasta el canos de la misa.
-El iconostasio, especie de cancela
perforada por vanos y repleta de iconos (imágenes de santos), separa el espacio
destinado a los fieles del presbiterio.
-La tribuna, destinada a las mujeres, en el
piso superior, constituye el antecedente de lo que s triforio en las iglesias
medievales del occidente europeo.
Un
elemento de gran importancia decorativa es el capitel bizantino, que tiene dos cuerpos. El inferior con decoración
vegetal, que ha perdido todo el naturalismo corintio, quedando reducido a
tallos revueltos y estilizados, casi geométricos. Sobre este cuerpo descansa
otro en forma de pirámide truncada invertida, llamado cimacio, que puede ser liso o decorado con temas bíblicos o
simbólicos. Los arcos cargan directamente sobre las columnas y el dintel no
tiene el empleo que tuvo en las arquitecturas clásicas.
MANUAL DE HISTORIA DEL ARTE