Las controvertidas relaciones entre suegras y yernos tienen unas raíces muy profundas, y son dignas de estudio de una ciencia como es la Antropología. Las malas relaciones entre ellos son demasiado antiguas, como podremos comprobar a continuación. Tienen un carácter universal; y según la Sociología, es una de las causas más importantes de discusión en muchas parejas, especialmente si son jóvenes. Dichas relaciones también han sido motivo de multitud de chistes y befas en todas las sociedades, sobre todo modernas, como aquel dicho que afirma: que el demonio creó a las suegras porque no podía estar en todas partes. En la cultura occidental actual, esta relación es uno de los asuntos más complicados y que más quebraderos de cabeza produce en la organización familiar. Aunque no existe ningún tipo de prohibición ni norma que regule esta situación. Freud, nos dice al respecto, de que la situación psicológica del yerno y la suegra entraña algo que favorece la hostilidad entre ellos y hace muy difícil la convivencia.
Puedo narrar una conversación
que escuché hace unos años durante el recreo en un corrillo de profesores. Uno
de ellos manifestaba alegremente, y sin ningún tipo de sentimiento, que la
muerte de su suegra se había producido en febrero
de ese mismo año y que había sido muy oportuna con su fallecimiento, pues el
dinero recibido de la herencia lo utilizó para hacer frente a pagos que tenía
pendientes por la casa en la playa que se había comprado. Una de las presentes, ante la falta de sensibilidad
manifiesta de su compañero exclamó: ¡Por Dios, espero que cuando yo muera, no
hablen así de mí! Tenía dos hijos con novia y pronto alcanzaría la condición de
suegra. Son muchas las voces que he oído sobre este controvertido tema y casi
siempre en la misma dirección, es decir, críticas a la suegra por parte del
marido de su hija.
El miedo y el pavor con el que el hombre
salvaje, y por supuesto sin civilizar, contempla a su suegra, es uno de los
hechos más habituales de la antropología, según nos cuenta Georges Frazer en su
conocida obra: La rama dorada. En
ella, nos relata algunos episodios que se observan en estas tribus primitivas que, cuanto menos, nos resultan curiosos actualmente; como el hecho, de que un
nativo australiano casi murió de terror porque la sombra de su suegra cayó
sobre sus piernas cuando dormía tumbado bajo un árbol. Siguiendo en el mismo
continente, y más concretamente en Nueva Gales del Sur, en las tribus Yuin,
tenían por costumbre prohibir de una manera tajante a los hombres tener ninguna
comunicación con su suegra. No sólo no podían ni mirarla, más aún, ni siquiera
mirar en su dirección. En el caso de que su sombra cayera sobre su suegra era
motivo de divorcio. En la isla de Nueva Bretaña, al este de Guinea Papúa, sus
habitantes más primitivos no alcanzaban a imaginar el gran número de
desgracias y calamidades, que
resultarían de una conversación accidental entre una suegra y su yerno; el
suicidio de uno o de los dos, posiblemente fuera la única solución para
semejante desgracia. La forma más solemne de realizar un juramento entre ellos
era como sigue: “Señor, si no digo la verdad, que tenga que estrechar la mano
de mi suegra”. Los peligros imaginarios que acosan al salvaje son numerosos, y
estas relaciones son un motivo más de preocupación. La explicación de ésta, y
otras conductas, las hace a la luz de los principios de la magia simpatética, que
expone en el libro ya mencionado y que condicionan la vida del hombre primitivo,
y en los que no entraré, pues rebasan ampliamente las pretensiones de esta
entrada. En otra ocasión quizás. Tan solo añadiré, que según este autor, los
pueblos primitivos tienen creencias mágicas ante la ausencia de conocimientos
científicos.
Sigmund Freud también se ocupa de este
tema en su famoso y ameno libro Tótem y
Tabú publicado en 1912, casi contemporáneo al de Frazer, autor al que tiene presente en numerosas
ocasiones, como podemos comprobar en las notas de su publicación. Añade, que en
las islas Banko son muy severas y crueles las prohibiciones que afectan a la
relación de un yerno con su suegra, los cuales deben evitar aproximarse el uno
al otro. En Port Patterson, el yerno no estará en una playa si antes ha pasado
su suegra, tiene que esperar a que la marea haya hecho desaparecer sus huellas
de la arena, e incluso, les está prohibido a ambos pronunciar el nombre del otro.
En las islas Salomón, el hombre casado no debe ver ni hablar a su suegra. Entre
los zulúes existía la costumbre de que el marido se avergonzase de la madre de
su esposa, no entra en su casa si ella se encuentra allí, la única relación
posible entre ellos es a través de una tercera persona, o hablándose separados
por un obstáculo natural. Entre los basoga, el hombre no puede hablar a su
suegra si no está oculta a sus ojos. En fin, así podríamos seguir si
repasamos lo que dicen otros autores que se refieren a esta relación.
A juicio de Freud, estas cosas ocurren por
las relaciones ambivalentes, en consecuencia, un tanto neuróticas, compuestas
de elementos afectuosos y hostiles a la vez, que se dan entre yernos y suegras.
Por una parte, la desconfianza hacia un extraño al que se le ha entregado su
hija, y la tendencia a imponer su autoridad como lo hace en su propia casa. Y, por otra parte, el yerno no quiere someterse a ella bajo ningún concepto. Pero
en el fondo, lo que mejor explica las prohibiciones tan severas en las relaciones
yerno suegra en las tribus primitivas es evitar un posible enamoramiento por
parte de uno hacia la otra, o viceversa, por el horror al incesto que sienten
estos pueblos.
El mismo Freud nos resume las opiniones
que Sir Jhon Lubbock expone en su obra El
origen de la civilización, el cual se remonta al rapto primitivo para explicar la actitud de
la suegra respecto al yerno: “Mientras existió realmente el rapto de mujeres no
podían los suegros ver a su yerno, el raptor, con buenos ojos. Pero al cesar
esta forma de matrimonio… Quedó la costumbre que nos ocupa después de haber
sido olvidado su origen”. Y de E.B.
Tylor, que opina, que la actitud de la suegra con respecto al yerno, no es sino
una forma del no reconocimiento de este último por la familia de su mujer. Preguntada una mujer zulú por las razones de esta prohibición contestó:
“el hombre no debe ver los senos que han alimentado a su mujer”. Por último, hace unos
pocos años un compañero mío profesor de Lengua y Literatura me dijo: “Si
conocieses a mi suegra, te sobrarían todas las explicaciones”. Con esta frase trató
de poner luz a esta tormentosa relación.
P.D. 1 Lo que faltaba, en un periódico digital del 3 de abril
de 2015 leo la noticia de que un hombre muere en un cementerio de Pensilvania
al caerle encima la lápida de su suegra, cuando éste iba a depositar un ramo de
flores en su tumba y fue enterrado a escasos metros de ella.
P.D. 2 Un preso argentino: "Prefiero volver a la
cárcel antes que estar en la casa de mi suegra". Tras cumplir diez días de arresto domiciliario en la casa de
su suegra, decidió ir a la cárcel para seguir cumpliendo el encarcelamiento
allí. Según le confirmaron a Clarín fuentes judiciales. Suceso difundido en
España por Antena 3 Noticias el 16 julio de 2016.
P.D. 3 Hasta el papa
Francisco ha pedido el miércoles 27 de abril de 2022 un mejor trato para las
suegras que "a veces son un poco insoportables pero que lo dan todo",
según informa Antena 3 T.V.
R.R.C.