Construido en Florencia por León
Bautista Alberti entre 1446 y 1451, es la obra maestra del renacimiento
florentino, en la que Alberti utiliza conceptos matemáticos en cuanto a la
división y medida de los espacios que se acomodan a las medidas áureas. Es
polifuncional: residencia y despacho del rico comerciante. Tiene forma geométrica:
cubo en torno a un patio central que se convierte en el núcleo centralizador
del edificio, a la vez que proporciona la adecuada iluminación a cada una de
las tres plantas. La fachada interior da al patio con una galería porticada.
En
la fachada exterior, el palacio consta de tres plantas: en la parte inferior el
paramento almohadillado con escasos resaltes, colocado sobre un alto basamento
y dividido en sectores por pilastras de orden toscano que se corresponden con
las de los pisos superiores, en las que utiliza el orden jónico en el piso
principal y el corintio en el superior: superposición de órdenes clásicos que
denota la influencia del Coliseo Flavio.
Mientras
que en el piso inferior abre puertas adinteladas y sencillas ventanas
cuadradas, en los pisos de arriba el espacio entre las pilastras está ocupado
por un arco de medio punto, con las dovelas resaltadas. Cada arco cobija una
ventana geminada con parteluz y pequeños óculos. Desaparece la torre defensiva
medieval y el edificio se integra en la arquitectura urbana como expresión del
nuevo espíritu. La prioridad del piso central es reforzada por la colocación de
los escudos de la familia Rucellai sobre algunas de sus ventanas.
En
esta fachada emplea un gradual y descendiente almohadillado de abajo a arriba
siguiendo los pisos, lo que provoca un efecto de robustez, efecto solo
interrumpido por las ventanas y la fina cornisa que separa las diferentes
plantas, culminando en una gran cornisa apoyada en un modillón que cierra y
acentúa la horizontalidad del edificio. Este predominio de la horizontalidad
(pisos, cornisas, sillares, alero), se intenta equilibrar, sin conseguirlo del
todo, con los vanos dispuestos en sentido vertical, ventanas y puertas.
Del
conjunto de la fachada emana esa rara sensación de armonía producida por el
equilibrio, el ritmo y la simetría de todos sus elementos. El palacio remata en
una gran cornisa.
MANUAL DE HISTORIA DEL ARTE