Aunque Caperucita Roja se trata de un cuento, como todo el mundo sabe, y en consecuencia, no sería un blog dedicado a temas de Geografía, Historia y Arte el lugar más adecuado para tratar de él. Me ha parecido interesante, entretenida y, si cabe, divertida, la interpretación que hace Erich Fromm en su libro El lenguaje olvidado del mismo, y esos son los motivos por los cuales, lo incluyo como una entrada en este blog. Y además, ¿hay alguna duda de que se trata de un cuento con una larga historia? En mi etapa de juventud fue cuando leí este libro, y más de 35 años después ha vuelto a caer en mis manos. Recordaba perfectamente el capítulo dedicado a este relato, pues ya me llamó la atención en su día, pero es ahora cuando me he decidido a contarlo, gracias a la tecnología que me brinda este espacio.
Para empezar, se trata de un cuento que
produce inquietud en los niños cuando lo escuchan, y que se ha ido
transmitiendo oralmente de generación en generación desde la Edad Media y con
múltiples variantes. El francés Charles Perrault fue el primero que lo recogió
por escrito a finales del siglo XVII, con el objetivo, precisamente, de
prevenir a las niñas de tener encuentros con personas mayores desconocidas. A
principios del siglo XIX, los famosos hermanos Grimm, retomaron el cuento y
escribieron una nueva versión que se hizo muy popular, prácticamente en el mundo entero, que dicho sea de paso, es la más conocida de todas. Al fin,
Caperucita Roja se terminó convirtiendo en toda una imagen de la cultura
popular, especialmente infantil.
Partiendo de la base de que es una historieta
suficientemente conocida por todos, me limitaré a exponer aquellos contenidos
sometidos a interpretación, por el famoso pensador y psicólogo ya mencionado.
Respecto al título del cuento, el motivo de llamarse Caperucita Roja y no de
cualquier otro color es porque simboliza la menstruación, es decir, no se trata
de una niña, sino de una adolescente que ya tiene la regla. La advertencia de
no salirse del camino, que le hace la madre cuando la envía con la cesta a
través del bosque a casa de su abuelita, se podría interpretar como una
advertencia contra los peligros que pueda entrañar el sexo y la pérdida de la
virginidad. No debe abandonar el camino seguro e introducirse en el bosque,
porque el lobo, o sea, el hombre, siempre está al acecho; y cuando éste le dice
a Caperucita que mire a su alrededor y escuche el canto de los pájaros, es con
la intención de engañarla y seducirla, pues ha despertado su apetito sexual.
Al internarse en el bosque, Caperucita se
ha desviado del camino recto de la virtud, y por ello es severamente castigada
por el lobo que, disfrazado de abuelita en la cabaña que ésta posee en medio
del bosque, se la come de un solo bocado. Saciado su apetito (sexual), se queda
dormido.
El hombre, es presentado como una fiera
astuta y cruel, mientras que el acto sexual, se describe como un episodio de
canibalismo, en donde el varón devora a la mujer. Aquí, podemos ver la
expresión de un gran antagonismo a los hombres y a las relaciones sexuales, por
parte de las mujeres que no disfrutan del sexo.
Por otra parte, el lobo queda completamente ridiculizado en el cuento,
en cuanto que asume, en cierto modo, el papel de una mujer embarazada, ya que
lleva seres vivos en su vientre: la abuelita y la propia Caperucita. Al final,
un cazador descubre la faena y raja el vientre del lobo mientras duerme, la
pobre abuela y su nieta salen casi asfixiadas. Le llenan la barriga de piedras,
símbolo de la máxima esterilidad, por lo que el lobo siente una tremenda sed,
se aproxima al río para beber, pero el peso de las piedras hace que caiga y se
ahogue. Su acción de querer usurpar el papel de la mujer de poder tener los
hijos fruto de su embarazo es castigado con la máxima dureza: la muerte.
En opinión de Erich Fromm, este cuento
trata fundamentalmente de un conflicto entre el hombre y la mujer; una historia
que supone un triunfo total de las mujeres que no quieren a los hombres, y
termina con la victoria del sexo femenino sobre el masculino. En fin, ahí queda
eso.
R.R.C.