El miércoles 1 de
octubre de 2014 en el Museo Arqueológico de Linares (Jaén), ha sido presentado
un magnífico hallazgo descubierto en la cercana ciudad iberorromana de Cástulo,
aunque el asentamiento es mucho más antiguo, ya que se remonta al final del
Neolítico. Cuando los arqueólogos excavaban los restos que quedaban del
interior de un edificio religioso pagano de la segunda mitad del siglo IV,
encontraron una patena de vidrio verdoso de 22 centímetros de diámetro por unos
4 de altura y dos milímetros de espesor, fragmentada en pequeños pedazos
maravillosamente conservados y posteriormente pegados con una resina de
restauración, con el resultado final que podemos ver en la imagen que acompaña
esta entrada. Se ha conservado poco más del 80% de la misma y tan solo pesa 175
gramos. Por las características que presenta y siguiendo a los expertos en este tipo
de piezas de vidrio, fue elaborada en uno de los talleres del puerto de Ostia,
en Roma, y no en esta zona.
La importancia
del descubrimiento radica en las imágenes realizadas con incisiones (técnica
denominada esgrafiado), que aparecen en el fondo de la patena, pues en ella
podemos ver con total claridad una representación de Cristo en Majestad
acompañado, probablemente, por los apóstoles Pedro y Pablo. Un Jesús imberbe,
con cabello corto y rizado, con apariencia de filósofo griego, como observamos
en otras imágenes suyas de esta época y de las que ya teníamos constancia en
otros lugares del Imperio romano. Así que, por el modo de representar a Cristo
y por el estrato en el que apareció, indica que nos encontramos con una de las
primeras imágenes de Jesús, con una antigüedad de más de 1600 años, momento en
el que la iglesia cristiana ya ha salido de las catacumbas y podía celebrar el
culto a plena luz del día.
Cristo destaca
sobre los presentes por su tamaño y posición, ataviado, al igual que los otros
dos personajes, con una dalmática (túnica característica de los miembros de la
iglesia), aureola, y haciendo entrega de las Sagradas Escrituras al apóstol de
su izquierda, mientras sostiene con su mano derecha una gran cruz símbolo de su
resurrección. San Pedro y San Pablo que todavía no aparecen con sus atributos
característicos, llevan sendos rollos de papiro, habituales en esa época y
también lucen la aureola como corresponde a su santidad. La escena aparece
enmarcada entre dos palmeras, que en la iconografía cristiana hacen alusión a
la inmortalidad y a la vida futura. En la parte superior derecha podemos comprobar
el anagrama de Cristo, el crismón (una combinación de dos letras que
representan una abreviatura de su nombre), acompañado por las famosas letras
del alfabeto griego: alfa y omega, simbolizando que en Él se encuentra el principio
y el final de todo.
La patena junto
con el cáliz eran los utensilios más importantes que se utilizaban en la
celebración de la eucaristía. En ella se colocaba el pan, que se convertiría en
el cuerpo de Cristo tras su consagración, para después repartirlo entre los
asistentes al oficio religioso.
Por último, la
imagen de Jesús me recuerda mucho a la que aparece representada en un mosaico
de la primera mitad del siglo V en la ciudad italiana de Rávena, en el mausoleo
de Gala Placidia, en el que aparece como el buen Pastor, con una dalmática
dorada y una cruz similar a la de aquí, imberbe, cabellera rizada y con una
apariencia de filósofo clásico. En el blog hay una entrada dedicada a esta
obra de arte.
R.R.C.