La sección áurea, conocida también como: el
número de oro, número dorado, razón áurea, razón dorada, media áurea,
proporción áurea y divina proporción; representada por la letra griega Fi. La
podemos definir como una relación, o bien, una proporción, siempre y cuando dos
segmentos de una recta, guarden la siguiente relación entre sí: la longitud
total de la recta, es al segmento más largo contenido en ella; como el segmento
más corto, con respecto al segmento más largo incluidos en dicha recta. Si
dividimos la longitud total de la recta entre el segmento mayor, obtenemos la
misma cifra que si dividimos el segmento mayor entre el menor, por lo tanto, es
una construcción geométrica. Las proporciones que deben de guardar entre sí son
las siguientes:
Los griegos, ya
conocían este número dorado. Lo obtuvieron observando la relación que existía
entre cualquier diagonal que podamos trazar en un pentágono regular y uno de
sus lados. El cociente de dividir lo que mide dicha diagonal, por cualquiera de
sus lados es el número de oro, que es un número irracional, pues el resultado
de la operación es: 1,618…. Con un número infinito de decimales. En honor al
gran artista griego Fidias, a este número se le conoce como: Fi.
Volviendo a la recta anterior dividida en dos segmentos
relacionados entre sí, también podemos llegar a Fi, planteando una simple
ecuación de segundo grado, obtenida de un rectángulo cuyo lado menor sea 1 y su
lado mayor sea el resultado de unir dichos segmentos. Si trazamos un arco del
ángulo superior hasta el lado inferior (x), tal y como vemos en la imagen que
he compuesto, obtenemos el segmento mayor (1) y el menor (x-1). A continuación,
planteamos la ecuación que de aquí se deduce. La resolvemos aplicando la
fórmula correspondiente, de la que obtendremos dos soluciones. Una de ellas, la
superior, es el número áureo: Fi (1,618), mientras que la inferior, se descarta
por falsa (ser menor que cero).
Bien, ya hemos obtenido el rectángulo perfecto que mediría:
1x1,618, que tantas veces se puede observar en la propia naturaleza (en la
formación de la concha de algunos moluscos, la relación entre el grosor de las
ramas principales de un árbol y el tronco, etc.). En obras de arte, tanto en
arquitectura (la fachada del Partenón cumple estas proporciones); como en
escultura (la distancia entre el ombligo y la planta de los pies de una persona
respecto a su altura total); y, en pintura, muchos objetos que aparecen en los
lienzos cumplen la divina proporción, e incluso, el tamaño de algunos cuadros se
corresponde con estas medidas.
R.R.C.