Hace poco,
exigieron al Ayuntamiento de Madrid que retirara una estatua que había
levantado en honor de Blas de Lezo. Menos mal qué no le hicieron ni caso.
Para el que no lo sepa, este personaje es, probablemente, el mayor héroe de la
historia de España. Con tan solo veinticinco años ya había perdido en diversos
combates diferentes partes de su cuerpo, por lo que le llamaban “Medio-hombre”. Así, en el asedio a Barcelona en la guerra de Sucesión perdió un brazo
luchando, según ellos, en el bando equivocado. Pero lo más importante que hizo
fue la defensa de Cartagena de Indias frente a los ingleses, que se la querían
arrebatar a los españoles en el siglo XVIII, lo cual hubiera supuesto que, en
Sudamérica, hoy se hablara inglés en lugar de español, que es lo que hubiesen
preferido los del pito. Pero lo increíble es que con tan sólo seis barcos y
tres mil hombres, derrotó al almirante británico que disponía de 180 barcos y
25 000 combatientes.
La diferencia de
fuerzas era abismal, hasta el punto, que los ingleses ya habían emitido moneda para
conmemorar la victoria de esta batalla antes de que se produjese, en las que
aparecía de pie Vernon recibiendo las llaves de la ciudad de manos de su defensor arrodillado. Hecho que
nunca se hubiera podido producir, por la pata de palo que llevaba Blas de Lezo
(algo que desconocían) y, porque él habría luchado hasta la muerte por defender
la posesión española. Por tanto, tuvieron que meterse sus monedas por el mejor
sitio posible. Así que, con un ojo, un brazo, una pierna y dos cojones (que los
tenía intactos), le bastó para infligir la mayor derrota que la marina
británica ha sufrido en toda su historia. Por cierto, Vernon, en su humillante huida dedicó estas
palabras a su oponente español: ¡Qué Dios te maldiga, Lezo!
En fin, que podemos hacer ahora con estos
amigos del pito, para explicarle que el nacionalismo no es bueno para su salud,
ya que recordando a De Gaulle, la diferencia entre el nacionalista y el patriota
radica: en que el primero odia más a los demás de lo que quiere a su patria;
mientras el segundo solo se interesa por el amor a su país. Y todos sabemos,
que vivir con odio perjudica seriamente la salud (sube la presión arterial, por
ejemplo), además de causar adversidad, cuando ya conocemos desde la Ilustración, que el hombre tiende a la felicidad por naturaleza.
Nota: De Blas de
Lezo no se habla en la enseñanza española. Si se le pregunta a un alumno de secundaria por un almirante famoso te contestará: ¡Nelson!, o por una batalla: ¡Trafalgar! Es una verdadera pena. En mi
opinión, lo considero a la altura del rey espartano Leónidas. Si hubiera sido
norteamericano nos saldría hasta en la sopa, por la cantidad de películas que
hubieran hecho de él. Es un héroe sin parangón. Nunca perdió un combate en
donde participó; nunca incumplió una orden; nunca manifestó una queja, ni aun
cuando le tuvieron que amputar una pierna sin anestesia. Todo un ejemplo.
NOTA: Primera imagen (estatua) del autor.