viernes, 29 de junio de 2018

EL NUEVO PÓRTICO DE LA GLORIA DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO DE COMPOSTELA


     Es una obra del maestro Mateo y sus colaboradores, y que según una inscripción perteneciente a la época concluye en el año 1188. El conjunto consta de una gran portada central y otras dos laterales más pequeñas. El arco central, más grande, está dividido por un parteluz que soporta un gran tímpano de gran riqueza escultórica. Los arcos laterales, sin tímpano, tienen la decoración escultórica y vegetal extendida por las arquivoltas. El de la izquierda representa la Iglesia de Israel, mientras que en el de la derecha se representa la Iglesia de los Gentiles.

     El arco central está dominado por la gran figura hierática del Pantocrátor; está sedente y mostrando las llagas; su rostro vago y con expresión de cierta indiferencia, muestra menor calidad que las figuras que lo rodean; su gran tamaño se debe al interés medieval de destacar la principal. Lo rodean los cuatro evangelistas (tetramorfos) identificados por los símbolos sobre los que se apoyan para escribir: águila, toro y león; San Mateo escribe sobre sus rodillas.

    A los lados de la cabeza del Señor, dos pequeños ángeles turiferarios (que portan incensarios). Sobre la base del tímpano, están situados ocho ángeles de pie que portan los instrumentos de la Pasión: la columna, la Cruz, la corona de espinas, los cuatro clavos, la lanza de Longinos, el pergamino de la sentencia con el aguamanil de Pilatos, los azotes y la caña con la esponja junto con el INRI.

     Llenando el fondo del tímpano, aparecen 38 pequeñas figuras, ordenadas en dos filas y en diversas actitudes, que representan a los escogidos. Distribuidos por la arquivolta, están las figuras sedentes de los 24 Ancianos del Apocalipsis coronados y hablando entre sí (dos a dos). Están dispuestos en sentido radial, cosa hasta entonces desusada. Portan instrumentos musicales de cuerda, que unos afinan y otros tañen, formando el "Concierto Celestial”. Dos ángeles, uno a cada lado del tímpano, alzan una pequeña figura con un cartel, simbolizando las Iglesias judía y pagana.

     El parteluz aparece la figura de Santiago sentado en una silla de tijera y mostrando un pergamino con la inscripción en latín: "Misit me Dominus" (El Señor me envió). Recibe a los fieles que penetran en la Basílica.

     Adosadas a las columnas de las jambas, aparecen cuatro figuras de tamaño natural a cada lado: Moisés con las Tablas de la Ley, Isaías, Daniel y Jeremías, con sus libros respectivos desenrollados a la izquierda. En la derecha, Pedro, con las llaves; Pablo, con un libro; Santiago el Mayor, hablando al apóstol de su izquierda; y Juan, sobre un águila, con el libro del Apocalipsis.

     En fin, 800 años después y más de 50 000 horas de trabajo empleadas en su restauración, ha devuelto al Pórtico su colorido original. Así luce el mejor conjunto escultórico del arte románico. Una maravilla del arte universal de todos los tiempos.
     R.R.C.

martes, 26 de junio de 2018

ANILLOS EGIPCIOS


     Este par de anillos egipcios no pueden ser datados con gran precisión, si bien, el que vemos a la izquierda está elaborado con cristal de roca, y nos muestra una esfinge de gran naturalismo sobre un bisel es más antiguo, ya que lo podríamos situar entre la XIX y XX dinastía faraónica, es decir, entre los siglos XIII y XI a. de C. La esfinge con cuerpo de león y cabeza humana, ser mitológico muy frecuente en Egipto, la encontramos tranquila y en reposo, y al igual que el otro anillo, no exhibe ninguna indicación que haga referencia a un posible soberano.
     La sortija que vemos a la derecha es completamente diferente a la anterior, aunque ambas, en su bisel lucen una figura, pero en este último caso es un ser real muy querido y valorado en Egipto, como es el gato, que era el animal que se utilizaba para representar a la conocida diosa Bastet, que se la representaba con forma humana y cabeza de gato, o directamente como este felino. El material que se utiliza para escenificarlo es la cornalina, una piedra de adorno muy utilizada por esta civilización, y en su base (que no vemos en esta imagen) porta el conocido Ojo de Horus, Udyat. Como podemos advertir el anillo sobre el que se muestra el gato es de oro. Está datado en lo que se conoce Tercer Período Intermedio, o sea, entre el 1070 y el 650 a. de C. y si no recuerdo mal se conserva en el Museo Británico.
     R.R.C.
Apéndice:
                                              EL ANILLO DE SA-NEIT
     Este magnífico y robusto anillo de oro con inscripciones jeroglíficas en forma de sello oval procede del país de los faraones. De la XXVI dinastía egipcia y con una antigüedad aproximada de 2600 años, perteneció a un importante sacerdote que, probablemente, vivió en la ciudad de Letópolis (Jem, en egipcio) en el sur del delta del Nilo, que entre otros títulos se refiere a él como Señor de esta localidad, tal y como podemos leer en la inscripción. Miles de años después fue propiedad de un urólogo de la Ciudad Condal, que se pudo permitir el lujo de lucirlo habitualmente en un dedo de su mano y, tras dejarlo a sus herederos, el Museo Egipcio de Barcelona lo adquirió para exponerlo en una de sus vitrinas dedicada a joyas del Antiguo Egipto. Sortijas como esta existen unas seis más.
     El nombre de su antiguo dueño lo podemos ver en la parte inferior derecha: un pato que se transcribe por Sa, y sobre el ave dos arcos atados en un paquete rectangular, o sea, el ideograma de la diosa Neit, o Net, una antigua divinidad egipcia de la guerra y la caza. Entre sus títulos figura el de directivo de las capillas de la nombrada diosa; sacerdote del dios Horus… Y otras menciones. En fin, otra pieza más que nos indica el grado de calidad y perfección técnica que alcanzaron los orfebres egipcios de aquella lejana época.
      R.R.C.
Apéndice II:
                           ANILLO DEL MUSEO WALTERS DE ARTE

     Este precioso anillo de oro con un huecorrelieve realizado en jaspe verde, se encuentra en el Museo Walters de Arte, en Baltimore. Su estado de conservación es excelente, ya que está datado en el Período Tardío egipcio, y eso corresponde al 664–332 a. C. Vemos de pie a uno de los dioses más populares de aquella época: Ptah, “Señor de la magia”, entre otras atribuciones. Una de sus formas habituales de representación es la que observamos: como un hombrecillo con barba recta, envuelto en un sudario, cabeza cubierta con un casco, y un cetro denominado “uas” que simbolizaba el poder y la fuerza. Se halla en su santuario representado de forma esquemática. A su derecha, comprobamos que su nombre aparece grabado en la piedra con tres signos jeroglíficos. En la otra cara (que en la imagen no apreciamos) se hace referencia al dios Amón-Ra. Lógicamente, el sello de este anillo es giratorio, algo común en las sortijas del Antiguo Egipto.
        R.R.C
Apéndice III:
                                                ANILLO DE SIENAMUN

     Este imponente anillo sello de oro macizo del antiguo Egipto, más concretamente de la dinastía XXVI (entre  el 664 -525 a. C.), se conserva actualmente en el Museo Metropolitano de Nueva York. Presenta una forma casi cuadrada con esquinas redondeadas, y una inscripción jeroglífica en huecorrelieve de tres líneas, que debemos de leer de derecha a izquierda y la última línea en primer lugar.

     En el renglón inferior nos encontramos con el nombre de su propietario, los signos que aparecen se leen: sa-n-imn o Sienamun, como el MET lo denomina; el hombre sentado que aparece al final no se pronuncia,  pues solo determina que se trata de un personaje masculino. Respecto al significado del nombre lo podríamos traducir como “Hijo de Amón”. En cuanto a las dos primeras líneas indican que Sienamun era un sacerdote (hm-ntr), pero también un supervisor de caballos (imy-r smsmw).

       R.R.C.

Apéndice IV:

                                    ANILLO DE LA REINA AHHOTEP

     Este precioso anillo sello de oro perteneció a la reina Ahhotep, que vivió entre el 1570 y 1540 a. C. en el Antiguo Egipto. Actualmente, se conserva en el Museo del Louvre de París, tiene forma ovalada y mide casi 2.5 cm de largo. Un bisel (que actúa como un cartucho) delimita la cara, que contiene únicamente los signos jeroglíficos con su nombre. En la parte superior vemos el determinativo de Luna: Iah. Seguidamente advertimos un altar con ofrenda que suena: htp y se puede traducir por estar satisfecho. Los signos que distinguimos debajo, o sea, el semicírculo (una especie de panecillo) y el rectángulo vertical ya están incluidos en el jeroglífico anterior*, pues se transliteran como una t y una p, ya que son una redundancia y no se interpretan. Así que podríamos traducir el contenido del anillo con la siguiente frase: La Luna está satisfecha.

*Son complementos fonéticos que, a veces, se utilizan para aprovechar el espacio disponible.

         R.R.C.

NOTA: Imágenes bajadas de Internet.

sábado, 23 de junio de 2018

MAQUETA DEL ANTIGUO EGIPTO


     Siempre me han llamado la atención las maquetas de talleres, oficios, casas, establos, jardines… y, especialmente, las de barcos que nos han legado los antiguos egipcios. Todas ellas son unos lindos trabajos de artesanía de primerísima calidad. El Museo Egipcio de El Cairo y el Museo Metropolitan de Nueva Yok exponen en sus vitrinas las halladas en la tumba de Meketre en Tebas (Luxor), ya que un egiptólogo del museo neoyorquino las encontró en 1920. Meketre (que significa “El Sol es mi Protección”) prestó sus servicios como canciller a dos faraones del Imperio Medio allá por el año 2000 a. de C. A pesar de que su tumba fue saqueada, una pequeña habitación se libró de los robos; la cual apareció repleta de maquetas de una gran clase y variedad, que describen la vida cotidiana de su época, entre la que se encontraría la barcaza que vemos de la imagen exhibida en la ciudad norteamericana.
     Esta pequeña embarcación elaborada a base de pequeñas estatuillas de madera, sobre una nave de sicómoro (madera de considerable resistencia y perdurabilidad), no intenta reproducir a menor escala aquellas que eran utilizadas en la vida real, sino que es una pequeña obra de arte en sí misma. Esta maqueta en la que el propio Meketre ocupa un lugar destacado con una flor de loto en la mano, nos vendría a sugerir que se trata del viaje al más allá que realizaba el personaje una vez fallecido. Le acompañaban un cantante y un músico que tocaba una especie de arpa que amenizan el trayecto. Frente a él, y de pie, el capitán de la embarcación parece recibir sus órdenes. Seis remeros a babor y otros seis a estribor hacen con su esfuerzo coordinado que la nave avance, mientras en la proa un miembro más de la tripulación emplea su tiempo en ir midiendo la profundidad de las aguas. Y, por último, en la popa nos encontramos con el timonel (del que solo vemos parte de la cabeza y un brazo), con la importante misión de gobernar la embarcación. Solo recordar que tiene ¡4000! años.
       R.R.C.



viernes, 15 de junio de 2018

EL CÁLIZ DE VALENCIA ¿EL SANTO GRIAL?


     Se han propuesto más de 200 cálices como candidatos al que utilizó Jesús en la Última Cena, pero ¿podría ser uno de ellos el verdadero? Es posible. Antonio Beltrán* (el que fue catedrático de Arqueología de la Univ. de Zaragoza) llevó a cabo una concienzuda investigación sobre la copa conservada en la catedral de Valencia. Partiendo del más absoluto escepticismo, llegó a la conclusión de que, si no era posible afirmar con rotundidad de que dicha copa era el Santo Grial, tampoco se podía oponer una prueba científica de que no lo era. San Jerónimo, que vivió en los siglos IV-V, nos habla de la existencia de dos copas sobre la mesa de la Última Cena: una grande no utilizada como copa de consagración por su gran capacidad; y otra más pequeña de piedra, que coincide con la que estamos tratando y que se utilizó para la consagración del vino. Solo la parte superior que consiste en un cuenco de ágata múrrino (pulido con mirra) que se puede datar en el siglo I, o II a. de C. de unos 9 cm de diámetro y 7 de altura sería el verdadero cáliz, ya que el resto de la copa es una añadidura de orfebrería medieval de una gran calidad artística que hace de relicario, compuesta por oro, perlas y piedras preciosas, concretamente, dos esmeraldas y dos rubíes y, por lo tanto, quedaría descartada. Este tipo de tazón era el que se utilizaba en la Pascua judía (Séder de Pésajen Jerusalén en época de Cristo. Pudo ser elaborada en Egipto, Siria, e incluso, en el propio Israel.

     Los primeros papas hasta Sixto II (mediados del siglo III) utilizaban esta copa, cuando en su plegaria eucarística decían: ET HUNC PRAECLARUM CALICEM (este cáliz glorioso) tomó en sus santas y venerables manos. Y para salvarlo de la persecución del emperador Valeriano lo confió a su diácono Lorenzo, que lo envió a su tierra natal en Huesca para ponerlo a salvo. A partir de aquí, y de cómo llegó a la catedral de Valencia de manos de Alfonso V el Magnánimo en 1437, y se mantuvo hasta nuestros días, la historia de esta pieza es muy extensa y sobrepasa esta pequeña reseña. Solo indicaré que el Viernes Santo de 1744, un canónigo de la Seo tuvo la mala fortuna de que se le cayera el cuenco durante la celebración de la misa. Este hecho provocó un gran impacto entre los asistentes al acto religioso, pero enseguida se requirió la presencia de un gran artesano, que llevó a cabo un magnífico trabajo reparador de los desperfectos provocados por la caída. Por otra parte, tenemos que descartar la idea de que el Santo Grial era de cerámica, madera u otro material modesto, como el que encuentra Indiana Jones en su famosa película, con el absurdo argumento de que así sería la copa de un carpintero.

     Aunque la Iglesia católica no se ha pronunciado oficialmente sobre la autenticidad de esta copa, los dos papas que visitaron Valencia no hace muchos años, me refiero a Juan pablo II y a Benedicto XVI, celebraron la eucaristía con este cáliz, e incluso el primero de ellos llegó a decir: que era un “vestigio del paso de Cristo por la tierra”. En cierto modo es un reconocimiento de que nos encontramos ante el cáliz de la Última Cena.

     Por último, recordar, que le ha salido un serio competidor a esta reliquia, y que se conserva en San Isidoro de León, me refiero al Cáliz de Doña Urraca, que cedió sus joyas para embellecerlo, y, de ser auténtico, también sería la parte superior consistente en un cuenco de ónice. Sin embargo, el investigador Luis Molina mantiene que la traducción que han aportado de unos documentos árabes medievales los dos autores principales** en favor de la reliquia de León, es totalmente incorrecta y, por consiguiente, habría que descartar la prueba crucial que exhiben en su investigación. Así que, al igual que Indiana Jones tuvo que elegir, las opciones están abiertas. Yo también he elegido, y considero que el Cáliz de Valencia acumula datos fundados para ser el SANTO GRIAL.

*El único autorizado por la autoridad eclesiástica para desmontar el cáliz y realizar un estudio completo.
**En un libro publicado en el 2014.

NOTA I: Séder de Pésaj, es decir, la Cena de Pascua judía se celebraba el día 14 del mes de Nisán, primer mes del calendario hebreo bíblico, que recuerda la salida de sus antepasados de Egipto dirigidos por Moisés. Se empleaban cuatro copas de vino durante el ritual, y la que Cristo utilizó para la consagración del pan y el vino fue la tercera. Después abandonó el lugar con sus discípulos sin hacer uso la cuarta copa, con la que finaliza el rito pascual. Una vez crucificado Jesús manifestó que tenía sed, le acercaron una esponja empapada en vinagre y después de probarlo dijo: "Todo se ha cumplido" y entregó su espíritu. Podríamos deducir que la cuarta copa la bebió en el Calvario.
     
NOTA II: “La investigadora Ana Mafé García está segura al 99,9% de que el cáliz de Valencia es el que Jesucristo utilizó en la Última Cena. La búsqueda eterna del Santo Grial terminaría precisamente en la ciudad del Turia. Así lo argumenta en su tesis esta doctora en Historia del Arte por la Universidad de Valencia”. Según informa el diario ABC.

NOTA III: Tazas romanas de calcedonia similares a la que nos ocupa, datadas entre el año 1 y el 50 después de Cristo. Están expuestas en una vitrina del Museo Británico. Foto tomada por mí.            
      R.R.C.

ANILLO DEL FARAÓN PSUSENES I


     Es uno de los 36 anillos que se encontraron en la momia de este faraón que gobernó Egipto entre el 1039 y el 991 a. C. Al hallarse su tumba intacta por el arqueólogo Pierre Montet en 1940 apareció con todas sus joyas. La que vemos en la imagen la portaba en su dedo pulgar, y es una sortija de oro macizo y piedras de adorno como cornalina, lapislázuli y pasta de vidrio. Destaca el gran cartucho central que lleva grabado en lapislázuli su Nombre de Nacimiento, y que se encuentra flanqueado por dos filas de piedras de adorno. En el resto del anillo se emplean las piedras mencionadas dispuestas de manera geométrica, que lo dotan de una gran vistosidad y colorido. Su estado de conservación es tan admirable que todavía se podría utilizar. Por último, como el resto del tesoro de este soberano se encuentra en el Museo de El Cairo.
        R.R.C