El segundo
rey de Israel, un humilde pastor antes de alcanzar trono, todavía adolescente,
se enfrentó al más temible enemigo de su pueblo, el gigante Goliat, el mejor
militar que tenía el ejército filisteo. Para ello sólo contaba con su honda de
pastor, mientras el segundo estaba perfectamente equipado para el combate, en
fin, un duelo desigual. Para sorpresa de todos los presentes, el muchacho le
lanzó una piedra a su enemigo que golpeó su frente y cae desmayado al suelo, lo
que aprovechó el joven pastor para cortarle la cabeza con la propia espada que
portaba el vencido. Esta inesperada victoria ante un enfrentamiento tan
desigual, fue interpretado por el pueblo como una señal de Dios, David era su
elegido para guiar y gobernar este pequeño reino hacia el año 1000 a. de J.C.
Este episodio ha sido narrado con cierta
frecuencia en pinturas y esculturas a lo largo de toda la Historia del Arte. De
todas esas obras podríamos destacar la de esta imagen de mármol de carrara, cuyo
autor es el florentino Miguel Ángel. Solo tenía 26 años cuando realizó esta
figura entre 1501 y 1504, de un joven lleno de vida con un cuerpo fuerte y
hermoso, un elogio a la belleza masculina. El estudio anatómico en el que
destacan músculos, tendones y venas, siempre ha despertado la admiración de sus
afortunados espectadores. “El gigante de Florencia” como se le conoce
cariñosamente por sus más de cinco metros de altura, está observando al corpulento
Goliat que tenía delante, soldado experimentado que no le iba a dar una segunda
oportunidad, si no realizaba la acción adecuada. Como así fue.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.