Esta extraordinaria pieza de la orfebrería
egipcia fue hallada en las excavaciones de la ciudad de Tanis, en una de las
pocas tumbas descubiertas intactas en el Antiguo Egipto, la del faraón Sheshonq
II, cuyo gobierno se remonta a principios del siglo IX a. de C. Los materiales
empleados son: oro, lapislázuli y pasta de vidrio de color magistralmente
combinados, como era de esperar de los creadores de estas pequeñas (por su
tamaño) obras.
En primer lugar, nos encontramos con dos
preciosos halcones de oro, que portan sobre sus cabezas la doble corona
representativa del Alto y del Bajo Egipto. Posan sus potentes garras en las
esquinas del signo jeroglífico que tenían los egipcios para referirse al cielo;
esa barra estrellada acabada en dos puntas que vemos. En segundo lugar, quería
destacar ese enorme disco solar de lapislázuli que aparece en el centro de la
obra, y que lleva grabados en su interior al dios Amón-Ra sentado en su trono
frente Maat, la diosa de la Justicia representada de pie y a menor tamaño, con
sus brazos levantados en señal de culto. A ambos lados nos encontramos con las
diosas Hathor a la izquierda, y de nuevo a Maat a la derecha, que con sus alas
extendidas protegen al disco solar. Entre las alas podemos observar dos
pequeños Udjat, el ojo protector egipcio. Detrás de ellas, dos retorcidas
plantas vuelven a simbolizar las Dos Tierras, es decir, el Alto y el Bajo
Egipto.
Todo lo anterior se encuentra situado sobre
la barca solar egipcia, vinculada al ciclo del Sol; desde que nace hasta su
cenit en el horizonte, o sea, al ciclo de la vida y de la muerte, que navega
por las “aguas primordiales” representadas por esas líneas onduladas con
piedras de lapislázuli incrustadas. Flores de loto abiertas y cerradas que se van
alternando cuelgan de esta impresionante joya. Por último, dos placas de oro
grabadas con signos jeroglíficos completan la obra.
R.R.C.
NOTA: Imagen descargada de Internet.