jueves, 9 de enero de 2020

El Arca de la Alianza e Indiana Jones


     El hecho en el que se fundamenta la película “En busca del arca perdida”, al menos en parte, es histórico, ya que se muestra documentado no solamente en la Biblia, sino que además se representa grabado en uno de los muros del templo de Amón en la antigua Karnak, aunque la ciudad concreta de Jerusalén no aparece mencionada en dicho grabado. La gesta en cuestión consiste en el saqueo que un faraón llevó a cabo en Jerusalén, sustrayendo de su Templo el Arca de la Alianza para trasladarla a Tanis, capital de Egipto en este momento, y enterrarla en esta ciudad próxima a su tumba. El nombre de este soberano es Sheshonq I, citado en la Biblia como Sisac.    
     En el cap. 12 del Libro de Crónicas II del Antiguo Testamento, se expone como un castigo divino al rey de Israel Roboam, por abandonar la Ley de Yahveh junto con todo su pueblo, que en el quinto año de su reinado allá por el 925 antes de J.C., que el faraón Sisac en una campaña contra la capital de su reino se apoderó de los tesoros del Templo de Jerusalén. Sheshonq I es el primer faraón de la XXII dinastía y gobernó entre el 945 y el 924 a. de J.C., o sea, durante 21 años, por lo tanto, fue en el año 20 de su reinado cuando llevó a cabo la expedición contra el pueblo elegido, que para algunos historiadores se correspondería con el quinto año de reinado de Jeroboam, hijo y heredero del gran rey Salomón. Luego, en el 925 antes de nuestra era tuvo lugar el saqueo de Jerusalén por parte de las tropas del soberano egipcio. Por orden suya esta campaña en la que llega a conquistar 150 localidades hebreas fue grabada, como ya indiqué más arriba, en los muros del templo dedicado al dios Amón en la ciudad de Karnak. Así pues, tenemos constatación de un hecho narrado en el Antiguo Testamento por una fuente ajena al mismo, validando este suceso como un evento histórico.    
     En cuanto al Arca de la Alianza, no se dice nada en ninguna de las fuentes. Si los egipcios se la hubiesen arrebatado al pueblo judío, ya que se custodiaba en el Templo de Jerusalén en estos momentos, según nos informan los escritos bíblicos, y, siendo además su objeto de culto más sagrado la hubiesen mencionado en primer lugar, y no ocurre así. Por otra parte, después de realizar diversas expediciones arqueológicas en Tanis, no se ha encontrado. Especialmente las llevadas a cabo por el egiptólogo francés Pierre Montet, que halló varias tumbas reales. Yo no podría decir si, entre sus ideas, tenía cabida la ilusión de localizar el Arca perdida en alguna de estas tumbas, pero son muchos los que afirman que ese era su verdadero objetivo. 
     Ahora bien, ¿aporta algo más la Biblia sobre su posible destino? La última vez que se le menciona es en Crónicas II, cuando el rey Josías de Judá exige a los levitas que devuelvan el Arca al Templo de Jersusalén, pero no informa si estos lo hicieron o no, ni tampoco sabemos por qué la sacaron del lugar donde Salomón la había ubicado. Si fue así, las tropas del faraón egipcio no se la llevaron, puesto que Josías gobernó Judá durante la segunda mitad del siglo VII a. de C.
      La propia Biblia nos ofrece otras versiones, a veces distintas, de qué ocurrió con el Arca. La más verosímil y contemporánea con los acontecimientos la podemos leer en el libro de Reyes II. Aquí se afirma que cuando el rey de Babilonia Nabucodonosor II invade Jerusalén se llevó los tesoros del Templo de Yavhé, y rompió en pedazos los objetos de oro de tiempos de Salomón, entre los que, evidentemente, se encontraría el Arca tan ansiada por arqueólogos e historiadores. La toma de la ciudad tuvo lugar hacia el 587 a. de C. como resultado final de 10 años de guerra.
     Tampoco podemos descartar la posibilidad de que el Arca fuera escondida en un lugar seguro ante la amenaza de los babilonios; igual que pudiera ocurrir algo similar anteriormente, cuando las tropas del faraón egipcio supusieron una amenaza real para su objeto más sagrado. Por ejemplo, la Biblia nos ofrece la versión de que el profeta Jeremías (que presenció el asedio de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor), la escondió en una gruta del monte Nebo, pero es una tradición sin confirmar. El propio Jeremías dijo que nos olvidáramos de ella.
     Solo me queda recordar que la primera mención del Arca de la Alianza aparece en el libro de El Éxodo, en donde el propio Yavhé da instrucciones precisas sobre su construcción a Moisés, para guardar en ella los Diez Mandamientos que le entregó.
     Por último, para todos aquellos que afirman que el Arca de la Alianza nunca existió, sobra todo lo anterior.
      R.R.C.