Óleo sobre tela, de 122 x 175 cm . (National Gallery,
Londres), pintado en 1650, durante su segundo viaje a Italia. Se considera que,
con este cuadro, Velázquez realizó el más bello desnudo de la pintura española
y es el único del barroco español. El significado de la composición ha sido objeto de numerosos estudios: una
mujer vista de espaldas, delicadamente extendida sobre una sábana de tafetán
negro, cuyo rostro se refleja, a la izquierda, sobre un espejo sostenido por un
amorcillo. Hay quien ha escrito que puede ser la diosa Venus, con su hijo
Cupido, pero lo que está claro, es que se trata de una mujer de carne y hueso y
de una belleza evidente, sin olvidar, que la gran cortina roja que Velázquez
coloca al fondo de la escena, aporta una gran carga erótica a la obra. Podría
ser incluso la mujer, o amante, de un noble personaje que fue propietario del
cuadro, según consta en un inventario de mediados del siglo XVII.
¿Necesidad de salvaguardar el pudor,
presentando el desnudo de espaldas? ¿O, más bien, la intención de afirmar la
vanidad de la belleza o de la vida, simplemente?. Una de las interpretaciones
que se ha dado de esta anécdota es considerarla “como un emblema del Amor atado
a la imagen de la Belleza ,
que sólo piensa en ella y da la espalda al espectador”. Sorprende el contraste
entre las formas del cuerpo, idealizadas por el arco de la composición, y el
rostro, cuyos rasgos, aunque desenfocados por el espejo, aparecen algo
groseros. La utilización del espejo en la composición del cuadro sugiere la
totalidad del espacio, es un recurso artístico para confirmar la existencia del
otro lado de la figura, el cual, por otra parte, no logramos ver. Las luces
suaves no producen sombras acusadas y destacan los suaves ocres sobre fondos
rojos y agrisados. En cuanto a la técnica, cabe destacar cómo el pintor
utiliza una pincelada suelta, que produce la sensación de que entre las figuras
circula aire, el famoso aire velazqueño que podemos ver en la mayoría de sus
cuadros.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.