La odalisca es una pintura al óleo sobre cartón de 57X80
centímetros de tamaño, que se encuentra expuesta en el Museo Nacional de Arte
de Cataluña, en Barcelona. Hay que recordar que el término odalisca procede del
turco y designa a una mujer que pertenece a un harem. Su autor, al que muchos
estudiosos consideran, después de Goya, el pintor español más importante del
siglo XIX es Mariano Fortuny, y fue
realizada en Roma en 1861. De estilo Realista, guarda indudables recuerdos de
otra obra anterior pintada precisamente en la misma ciudad en 1814, por el gran
artista del Romanticismo francés Ingres, denominada La gran odalisca, y que la podemos contemplar actualmente en el
Museo del Louvre, de carácter oriental y que también representa a una mujer
desnuda, aunque en esta ocasión de espaldas al espectador recostada en un
diván. Y, sobre todo: La mujer dormida, del pintor también español y del siglo XIX, Eduardo Rosales, que reposa en una posición muy similar a la odalisca, a la
vez que sugerente, realizada tan sólo un par de años antes.
No cabe ninguna
duda de la carga erótica tanto de éste, como de las otras pinturas que he mencionado. El autor busca esencialmente
dos cosas: el recreo de los sentidos del espectador y el cuerpo desnudo
femenino, como medio de expresar la belleza misma. Es una composición en ligera
diagonal, marcada por el hermoso cuerpo lleno de luz de la mujer recostada
voluptuosamente, que crea un acentuado escorzo y que domina todo un interior
acogedor, lleno de refinamiento oriental y gusto por el detalle, al que
contribuye la riqueza cromática y diferentes tonalidades expandidas por toda la
superficie. Mientras, disfruta del placer de la vida escuchando la música del eunuco
que toca el laúd, y que permanece en la penumbra en un discreto segundo plano. A
pesar de los rápidos toques de color que emplea el artista, pone de manifiesto
un estilo preciosista y depurado. En fin, una obra, no sé si maestra, pero muy
bien acogida por su cliente, en este caso la Diputación de Barcelona, supongo
que representada por un público mayoritariamente masculino. Aunque una parte de
la crítica se mostró disconforme con ella. ¡Siempre tiene que haber alguien!
Por otra parte,
la visita que realizó el autor a Marruecos en 1860, además del conocimiento que
tenía de obras de otros autores sobre temática oriental, influyó decisivamente en la ejecución de este
cuadro que, en un principio, parece ser que no tenía en mente. Precisamente, una
de las temáticas favoritas durante la estancia de Fortuny en Roma serán las
odaliscas.
R.R.C.