Es la obra más importante de
Filippo Brunelleschi. La proyecta para cubrir la enorme anchura de las tres
naves de la catedral gótica florentina. Su diámetro es como la media naranja del
Panteón de Roma (42 m .),
pero la altura se eleva a 114
m ., y en esas condiciones se destaca aún más el talento
creador de Brunelleschi que proyecta una cúpula como genial solución e
innovación para cubrir el cimborrio de la catedral. Trabaja en ella desde 1420 a 1446 y no la verá
acabada ya que la linterna no se terminará hasta 1471.
Brunelleschi
se basa en el empleo de cuatro recursos:
1º: Utiliza la forma
de cascarón con perfil apuntado.
2º: Proyecta una
estructura interna sustentante de nervios y una membrana externa de
recubrimiento, compuesta por ocho nervios de mármol que discurren sobre las
aristas de cada cara.
3º: Usa el ladrillo
como material resistente, pero más liviano que la piedra, para las nervaduras
internas.
4º: Ideó una serie
de ingenios mecánicos que facilitaron mucho la tarea de acarrear y subir
materiales.
La
cúpula presenta un aspecto singularmente
esbelto gracias a su perfil ojival -apuntado-, conseguido a partir de la
inteligente curvatura de los ocho nervios de mármol blanco, de 4 metros de espesor, que
ascienden hasta la cúspide. Los nervios se unen y dan paso a una estilizada
linterna, diseñada por el propio Brunelleschi.
La
cúpula, cuyas ocho caras están recubiertas de tejas rojas, se alza sobre un
tambor octogonal de piedra revestido de mármol -blanco, verde y rosado-, con
una gran ventana circular en cada uno de sus lados. Consta de dos cascarones,
el interior fajado con tirantes de roble y el exterior, de más altura,
oficiando de contrarresto al ejercer un empuje más vertical. El espacio vacío
central fue calculado para que, entre ambos cascarones, pudiera trazarse una
esfera virtual. La cúpula exterior está sostenida por las costillas o arcos que
le dan un perfil gótico y que enlazan su base con el anillo superior, que, a su
vez, es el asiento de la linterna. Se accede al cupulín de remate a través del
espacio que existe entre ambas cúpulas. Se trata de un bello cupulín con
esbelto cuerpo de ventanas y remate piramidal, que cobija otra pequeña cúpula.
Para
completar la autosustentación de la cúpula, mientras se construía, se sirvió de
las hiladas de ladrillos que la conformaban. El artista las concebía como
círculos perfectos colocados sucesivamente unos sobre otros; en cada hilada
situó, a tramos regulares, series de ladrillos verticales; su número y
emplazamiento respondía a un cálculo para que los ladrillos verticales
soportaran a los horizontales dispuestos entre ellos. Para contrarrestar el
empuje centrífugo que se producía en la base de la cúpula, formada por bloques
de piedra que unían los dos cascarones, colocó diversas semicúpulas de descarga
en el exterior, y una serie de costillas horizontales concéntricas y nervios
ocultos en las caras octogonales, en el interior.
MANUAL DE HISTORIA DEL ARTE