Nos encontramos frente a una pintura hiperrealista de 92 x
60 cm. El acrílico sobre lienzo es la técnica empleada en esta obra de reciente
creación del artista Francisco Motto. Nacido en Madrid en 1945 muy pronto se
trasladó con sus padres a Monzón en la
provincia de Huesca. Él mismo afirma que se inició en la pintura de la mano de
su madre e inició cursos de dibujo lineal y artístico en Barcelona, pero primordialmente
se considera un autodidacta. Luego participó a lo largo de su vida en varias
exposiciones de pintura. Ha trabajado mucho por encargo, motivo por el cual,
muchas de sus obras forman parte de colecciones privadas. No obstante, después
ha preferido exponer sus cuadros en exposiciones públicas, por la necesidad que
siente de compartir con los demás sus interioridades artísticas. En cuanto a la
temática que aborda, predomina el paisaje urbano, como es el caso que nos
ocupa, interiores, y siguiendo sus propias palabras, el difícil tema de los
retratos.
El lienzo que
vemos es un paisaje urbano de lo más actual, en el cual, la perspectiva lineal
es una de las máximas preocupaciones del autor. Respecto al color, observamos
una gama rica en matices, luces y contraluces, con numerosos reflejos y un sol
casi cegador que inunda toda la obra, en la que nos muestra una gran riqueza de
detalles técnicos. La mirada del espectador queda cautivada por este moderno
autobús de línea, aparcado en la plaza Federico Moyua de Bilbao, especialmente
por la cantidad de reflejos que nos depara su cristal delantero, en el que
podemos identificar con un realismo increíble el palacio Chávarri construido a
finales de siglo XIX. Además, nos permite apreciar toda su belleza. Es la luna
de este autobús, el elemento escogido por el pintor para exponer al espectador
lo que realmente le interesa, pues el mencionado palacio, destaca sobre el
resto de edificaciones de la plaza.
Resultan
admirables los reflejos distorsionados, como consecuencia de la curvatura del
cristal, del paisaje urbano nítido y diáfano, en donde las líneas rectas se
transforman en sutiles curvas y todo ello ejecutado con unas perspectivas
rigurosas. Este lienzo, como otros muchos del autor, se basa en una instantánea
fotográfica que él mismo tomaba. Más tarde, en su taller, reelaboraba la obra
hasta conseguir un acabado, yo diría, que de varios megapíxeles, tanto por la
cantidad como por la claridad de objetos que nos deja ver. No es un cuadro
complejo, pero presenta una gran complejidad su ejecución. Creo, no equivocarme
recordando a Hauser, si afirmo: que en éste y otros cuadros del autor, el arte
se hace accesible, con menos pretensiones; para el común de los mortales.
R.R.C.