Aunque no es
habitual, hay personas que cambian de vivienda (sobre todo si esta es un piso),
porque no soportan al vecino. Yo conozco algún caso y he oído hablar de otros
similares. Pero lo que es absolutamente extraordinario es que un Estado ceda
parte de su territorio a otro, para no tener frontera con el país vecino por la
animadversión que sentía por el mismo. Esto ocurrió en 1699 cuando la República
de Ragusa, cuya capital era la actual Dubrovnik, cede un trozo de su territorio
costero al Imperio Turco, con el
objetivo de no limitar con la República veneciana, ya que esta extendió sus
dominios hasta Dalmacia, llegando a compartir frontera con sus enemigos de Ragusa.
No sé si habrá algún caso más en la Historia de la Humanidad como el que estoy exponiendo.
Además, como los venecianos eran enemigos de los turcos, estos servirían aún
mejor como garantía de una mayor defensa para los pacíficos habitantes de
Dubrovnik, que valoraban la libertad, sus negocios y la religión católica por
encima de todo. Los otomanos mantuvieron la hegemonía sobre este pequeño
enclave costero hasta que Herzegovina fue incorporada al Imperio austríaco en
1878 y, todavía hoy, sigue formando parte de la federación de
Bosnia-Herzegovina, y constituye su única salida al Mar Adriático. Así que,
esta federación goza de una franja costera de apenas 10 Km. El problema es, que
de momento, este país no tiene aguas territoriales que le permitan construir un
puerto. Eso sí, nadie les puede impedir darse un chapuzón en el mar desde
alguna plataforma artificial hecha a propósito, ya que no cuenta con ninguna
playa.
El pequeño pueblo de Neum, de poco más de
4000 habitantes se asienta en este bello lugar; cuya fuente principal de
riqueza, como no podría ser de otra manera, es el turismo de sol y baño, pues
también goza de un buen clima para ello. Enfrente se encuentra una alargada
península que pertenece a Croacia, y en el año 2007 este país empezó la construcción
de un puente de la costa croata hasta allí, para evitar tener que pasar por
territorio extranjero para ir de una parte del país a otra. Pero el proyecto
fue cancelado, pues aparte de costoso, podría plantear serios problemas si en
el futuro Bosnia-Herzegovina consigue al fin, construir su ansiado puerto que
le dé una útil salida al mar.
Mientras todo esto se soluciona, hasta el
día de hoy para ir de Split a Dubrovnik, como a mí me ocurrió hace menos de una
semana, hay que parar para cruzar la frontera bosniaca, y pocos kilómetros
después hacer lo propio en la frontera croata. Mientras unos no tienen su
ansiado puerto, los otros tienen su país dividido por esta estrecha franja. La
solución no se ve en el horizonte próximo. Toca esperar.
R.R.C.
NOTA: Vista de Neum. Foto del autor.