sábado, 29 de julio de 2017

La batalla de Pelusio



     El historiador griego Ctesias de Cnido nacido un siglo después de los hechos que aquí contemplamos, nos cuenta en Pérsica (una Historia de Persia que se conoce muy fragmentariamente), que en las cercanías de la ciudad egipcia de Pelusium; la entrada al país del Nilo por el este, ya que se encontraba situada en el límite del delta, se produjo el primer encontronazo del ejército persa comandado por el experimentado Cambises II, con las tropas egipcias bajo la autoridad del bisoño Psamético III, cuando corría el año 525 a. de C. La genial idea que el emperador persa puso en práctica, fue mandar a sus soldados colocar imágenes de gatos (o la diosa Bastet que se le representaba con forma de gato) en sus escudos, otros afirman que eran gatos vivos atados a los escudos persas para evitar el ataque de los egipcios por miedo a lastimarlos, ya que estos sentían una gran veneración por los felinos, y más que un combate se produjo, por este motivo, una matanza de egipcios por parte del ejército persa. Según Ctesias la diferencia de bajas fue enorme, ya que murieron unos 50 000 egipcios mientras que solo cayeron unos 7000 persas. Los egipcios que resistieron este envite huyeron y se refugiaron en la cercana fortaleza de Pelusium. Pero Cambises no estaba dispuesto a un largo asedio para buscar su rendición, y aplicó la misma estratagema que tan buen resultado le había dado en el combate anterior. Mandó a sus tropas a recoger todos los gatos que pudieran para lanzarlos con sus catapultas contra la fortaleza enemiga. Los egipcios volvieron a caer en desánimo al ver a sus adorados gatos por los aires, y con tal de no dañarlos, sus arqueros no fueron eficaces o se quedaron paralizados. Por tanto, se convirtieron en una presa fácil para el poderoso ejército persa, que pronto se presentó en Menfis, en donde el faraón Psamético III fue hecho prisionero. Un tiempo después se suicidó o fue ejecutado, según Herodoto bebiendo sangre de toro hasta que muriese, con tan solo seis meses en el poder. Así, se puso fin a la XXVI dinastía egipcia para dar paso a la dominación persa de Egipto, autonombrándose faraón Cambises II y dar comienzo la XXVII dinastía Aqueménida.
     A partir del 404 a. de C. regresaron los faraones de origen egipcio durante un breve período de tiempo, para desaparecer definitivamente del poder tras una nueva dinastía persa, y con la llegada de los griegos comandados por Alejandro Magno. En fin, imagino lo que debieron sufrir los pobres egipcios por el maltrato al que fueron sometidos sus queridos gatos por parte de los persas. Pena a la que yo también me sumo como amante de los animales, especialmente de los gatos.
    R.R.C.

jueves, 27 de julio de 2017

Mandolina y guitarra de Picasso



     Es un cuadro pintado al óleo con arena sobre lienzo, y es uno de los más grandes bodegones pintados por el autor, ya que presenta unas medidas de 140 x 200 cm. Se conserva en el Museo Guggenheim de Nueva York, y actualmente tenemos la suerte de poderlo contemplar en la exposición temporal del Museo Reina Sofía de Madrid, desde 5 abril al 4 septiembre de 2017. En la capital de España es donde yo tuve la ocasión de verlo ayer 26 de julio, junto con otros cuadros del artista que recomiendo visitar.
     “Mandolina y guitarra” fue realizado por Pablo Picasso en 1924, y por tanto, pertenece a su etapa cubista (cubismo sintético*), podríamos decir que el cubismo fue una de las primeras formas de expresión que encontró el arte abstracto. Fueron dos cosas las que más llamaron mi atención cuando me planté delante de la obra. Principalmente, el hecho de que no sabía situar los objetos que aparecían en ella, ya que no hubiera discernido con precisión si se encontraban dentro o fuera, es decir, si estaban en el interior del habitáculo o en la terraza. Es el juego que mantiene Picasso con el espectador. Una segunda cuestión es esa ventana abierta que deja el autor al fondo, que además de llenar de luz objetos y espacio, también los llena de color; colores vivos llenos de vida, a pesar de tratarse de una naturaleza muerta; colores que se oponen entre sí y crean tensión en el espectador; una sensación de inquietud, nada tranquilizadora. Una voluminosa mesa colocada en el centro y cubierta con densas telas de punto soporta los pesados objetos, entre los que destacan la mandolina y la guitarra, aunque no deja vacíos a su alrededor, pues la extensión íntegra del lienzo aparece cubierta. Todo se tuerce y distorsiona, y el propio espacio físico no se libra de esta regla general. Hay que recordar que Picasso dijo en una ocasión:" Pinto las cosas como las pienso, no como las veo". No podemos omitir esta afirmación si queremos acercarnos a su obra.
     Por último, los instrumentos de cuerda (la guitarra fue un gran icono de nuestra cultura) siempre han jugado un papel importante en el cubismo, no solo de Picasso, también de otros grandes autores españoles (Juan Gris**, por ejemplo) como un símbolo que representaba a la perfección la idiosincrasia española. En fin, espero que los reticentes a la conceptualización por su preferencia al arte realista mediten y consigan abrir su mente y su espíritu al arte abstracto, en este caso al estilo cubista.

*Da preferencia a la forma y el color de los objetos a la perspectiva, que queda relegada a un segundo plano.
**Una célebre frase suya explica muy bien por donde van las nuevas tendencias artísticas: “No es el cuadro el que debe coincidir con un objeto, sino el objeto el que debe hacerlo con el cuadro”.
         R.R.C.

miércoles, 19 de julio de 2017

Brazalete y pectoral de la reina Ahhotep



     El faraón Amosis I fundador de la XVIII dinastía, que gobernó Egipto en el lejano siglo XVI a. de J.C., tuvo el detalle de regalar a su combativa madre Ahhotep, un hermoso brazalete de oro y piedras de adorno que apareció en su sarcófago junto con otras joyas. Su progenitora nunca olvidaría el regalo de su hijo, ya que este hizo grabar en el mismo, tanto su Nombre de Nacimiento* (el que vemos en el cartucho de la imagen) como su Nombre de Trono**, aunque todavía le podía haber grabado otros tres nombres más que tenía. Sin embargo, el nombre de la obsequiada no aparece por ninguna parte.
     El brazalete en cuestión lo componen treinta filas de pequeños cilindros o cuentas de oro y piedras de adorno como: turquesa, lapislázuli y ¿cornalina? Se disponen de tal manera, que dan lugar a la formación de triángulos y cuadrados. Presenta unas dimensiones de 4,3 cm de altura, por 4,7 cm de anchura. Toda la pieza muestra un excelente estado de conservación que contribuye a su gran vistosidad y contrastes cromáticos. 
* El Sa Ra aparece en el cierre y dice traducido del jeroglífico: “El hijo de Re (Amoshe). Amado de Re.
** El Nesut Bity aparece en la parte opuesta y podemos traducir: “El buen dios (Nebpehtyra). Amado de Amón.
          R.R.C.

NOTA: Imagen descargada de Internet.

APÉNDICE: AÑADIDO EL 14-11-2021
                                          Pectoral  de la reina Ahhotep

     Este magnífico y simétrico pectoral conservado en el Museo de El Cairo está elaborado en oro y piedras de adorno. Se halló en la tumba de la reina Ahhotep, madre del faraón Ahmosis I, que vivió en el siglo XVI a. C.  Con su hijo comenzó el Imperio Nuevo en el Antiguo Egipto (XVIII dinatía). Esta obra de arte presenta un rico colorido en un marco trapezoidal con insertos en cloisonné de lapislázuli, turquesa y cornalina, e inspirada en las fachadas de los templos, tan importantes en la vida de los egipcios. En el centro de la imagen nos encontramos con Ahmosis I en el día de su coronación. Los dioses Amón (frente a él) y Horus (a su espalda) vierten agua purificadora sobre el faraón, retrotrayéndose a las “aguas primordiales”. Todos los personajes se encuentran de pie sobre la simbólica “barca solar” vinculada al ciclo diario del Sol, que navega con los remos que visualizamos en su popa por las aguas del Nilo, representadas en las líneas onduladas que vemos en la parte inferior. Dos halcones en las esquinas superiores despliegan sus alas protectoras sobre el importante acto que se está llevando a cabo.

     A la derecha observamos el Nombre de Trono o “SA RA” de Ahmosis I, que traducido al español obtenemos: “La luna ha nacido”, e inmediatamente después: Que sea dotado de vida. Mientras, a la izquierda nos encontramos con su Nombre de Trono o NESUT BITY en su correspondiente cartucho: “El Señor Fuerte es Ra”, una vez traducido, claro, y en seguida: Dios perfecto Señor de las Dos Tierras. Además, entre el faraón y las divinidades leemos en jeroglífico: Amado de Ra a la izquierda y Amado de Amón a la derecha. Curiosamente, el cartucho de la reina Ahhotep que da nombre a este pectoral no aparece en el mismo, y si lo traducimos queda como sigue: “La luna está satisfecha”. Para terminar, destacaría la perfecta integración de los jeroglíficos en el conjunto de la obra.

      R.R.C.

NOTA: Imagen descargada de National Geographic

sábado, 15 de julio de 2017

PECTORAL DE TUTANKAMÓN CON ESCARABAJO ALADO



     Este es uno de los más bellos y conocidos pectorales hallados en la tumba de este faraón en el Valle de los Reyes en Tebas (Egipto). Por lo tanto, tiene una antigüedad de más de 3300 años, y podemos comprobar su excelente estado de conservación. Es una fantástica sinfonía de formas y color; elaborado a base de oro, piedras de adorno y pasta de vidrio con pigmentos de diferentes tonos y vivos colores, pues los artesanos egipcios eran unos expertos en la imitación de minerales como el lapislázuli, la turquesa, la cornalina y otras piedras semipreciosas con el uso del vidrio, y, precisamente durante la dinastía XVIII se produjo un auge de su empleo para piezas de una gran calidad artística.
     Como es habitual, el pectoral tiene una forma ligeramente trapezoidal que nos recuerda la fachada de los templos. Resalta un enorme escarabajo tallado en piedra verdosa, cuyo colorido hace hincapié en el nuevo renacer que simboliza el coleóptero. Sus alas elaboradas en oro con incrustaciones de vidrio coloreado en pequeñas celdillas con técnica cloisonné, descansan sobre las diosas Isis a la derecha y Neftis a la izquierda, ataviadas con todo lujo de detalles, portando sobre sus cabezas los signos jeroglíficos que nos indican sus nombres. Ambas diosas están íntimamente asociadas y representan lo opuesto la una respecto a la otra.  Asimismo, el escarabajo sostiene con su boca los dos cartuchos que contienen los nombres de Nacimiento y de Trono de Tutankamón. Otras seis bandas de textos jeroglíficos acompañan la obra, con lo cual, se evita dejar espacios vacíos en la misma, y colaboran a la belleza, armonía y simetría del conjunto.
     El disco solar alado con uraeus, es decir, con cobras que representan a la diosa Uadyet, "Señora del Cielo", corona prácticamente toda la parte superior de este pectoral. A dicho emblema se le conoce con el nombre de Horus Behedety (ay, qué complicada es la mitología egipcia), que actúa como símbolo protector si se colocaba en las puertas de los templos o tumbas reales. Dos impresionantes cobras con el disco solar sobre sus cabezas cierran la obra, otros discos de menor tamaño cubren el espacio que dejan sus enroscados cuerpos. Toda una maravilla colmada de simbolismo.
       R.R.C.
Apéndice:

                                                  COLLAR DE TUTANKAMÓN


     Desde las montañas del lejano Afganistán llegaban al antiguo Egipto importantes cantidades de lapislázuli de una gran calidad, con el que pudieron realizar infinidad de obras de un valor artístico considerable. De un azul intenso con incrustaciones de pirita dorada, que nos recuerda el cielo estrellado al anochecer, esta hermosa piedra era su preferida, como demuestra el hecho de que las piezas más importantes de orfebrería se realizaban con este material. Tanto los faraones como otras personas poderosas nuca prescindían de esta formidable roca. Un ejemplo de lo afirmado, lo podemos ver en este espléndido collar de Tutankamón del siglo XIV a. de C. conservado en el Museo de El Cairo. Apareció en su tumba junto con gran multitud de objetos, en donde el lapislázuli estaba presente de manera significativa en muchos de ellos.

     Sobre la conocida barca solar de la mitología egipcia asociada al ciclo del Sol, y en consecuencia al dios Ra, se sitúa un imponente escarabajo de lapislázuli representante del Sol naciente y símbolo de la resurrección, su portador, después de la muerte podría disfrutar de la vida eterna. De hecho, la famosa cruz ansada que alude a la vida aparece a ambos lados del coleóptero, junto a otros jeroglíficos egipcios relacionados con la perfección y la estabilidad. Dos uraeus o cobras protectoras del faraón, que lucen dos grandes discos solares de cornalina sobre sus cabezas cierran esta magnífica obra de la orfebrería egipcia. El cuerpo de ambas también presenta piedras de adorno incrustadas de distintos colores. Mientras tanto, el famoso escarabajo sujeta con sus patas delanteras un enorme disco solar de oro y cornalina entre dos montículos: imagen que representa el horizonte. Apuntando de esta manera al amanecer y al anochecer (un ciclo que no termina nunca). Dos pequeñas cobras de las que penden dos cruces egipcias completan esta sección. En fin, además del valor artístico de estas “pequeñas” obras de arte, todas tienen una trascendencia mágico-religiosa fundamental. Como casi todo en el antiguo Egipto.

      R.R.C.
Nota: Imágenes obtenidas en Internet.

SORTIJA-SELLO DEL FARAÓN HOREMHEB



     Es un precioso anillo de oro macizo muy típico del Antiguo Egipto, que perteneció a Horemheb último faraón de la XVIII dinastía, que gobernó unos 27 años y acabó su reinado alrededor del 1295 a. de C. Presenta decoración por sus cuatro caras, tanto en las dos principales como en los biseles, que se queda reducida a una representación animalística. Empezando por ellos, observamos un magnífico escorpión, que en Egipto se le consideraba un ser benéfico, lo cual lo convertía en un amuleto muy útil para dar protección y alejar del mal a su portador. Además, hay que tener presente que tuvo su deidad en la diosa Selket, personificada como mujer con un escorpión sobre su cabeza. En el bisel opuesto contemplamos el típico cocodrilo en movimiento, símbolo de la agresividad y la ira. Pero también encarna el aspecto belicoso y conquistador del faraón (hay que recordar que antes que monarca fue el general Horemheb).
     Al ser un sello giratorio mostraba dos caras principales de forma rectangular. La más interesante llevaba grabado su propio nombre, en este caso su Nesut-Bity, es decir, el nombre con el que accedía al trono, y lo podemos traducir del jeroglífico como: “Sagradas manifestaciones de Re. Elegido de Re”. En la cara opuesta destaca la figura de un magnífico león con paso firme, símbolo del poder real y, sobre él, los jeroglíficos de una cesta y una pata de bóvido, que podríamos interpretar como: “Señor de la fuerza”, un apelativo que se le atribuye al faraón en otras ocasiones. Por último, podemos ver esta sortija en el Museo del Louvre, París.
     R.R.C.