miércoles, 20 de noviembre de 2024

LEPTÓN DE PONCIO PILATO

 

     Esta pequeña moneda de bronce es una de las dos que mandó acuñar Poncio Pilato en Jerusalén alrededor del año 30. Circuló en toda Judea coincidiendo con la crucifixión de Jesucristo en el Gólgota. Era de pequeño tamaño y de escaso valor, hasta el punto, de que no se molestaban mucho en su impresión, como demuestra la cantidad de imperfecciones que podemos observar en las mismas. A continuación, expongo una reproducción de esta moneda para cotejar con más claridad cómo se veían en su época:

     En el anverso contemplamos un instrumento religioso al que llamaban símpulo (una especie de vasija con un largo mango), que empleaban los sacerdotes romanos en sus rituales, rodeados por la misma leyenda de la otra moneda a la que he hecho referencia: TIBЄPIOY KAICAPOC (Tiberio César). Mientras en el reverso constatamos tres espigas que aparecen unidas por el tallo y que podrían ser de trigo o cebada,  rodeadas por la leyenda: IOYΛIA KAICAPOC (Julia Augusta) que hace referencia a la madre de Pilato Julia Livia. Por último, una grafila de puntos cierra el campo de ambas caras.

            R.R.C.





domingo, 29 de septiembre de 2024

LA COPA DE CHAMPÁN

 

     ¡Vaya con los pechos de María Antonieta! Que se convirtieron en tazones de porcelana poco antes de la Revolución francesa; cuatro de ellos conservados en el Museo Nacional de Cerámica de Sèvres, en París. Según nos cuenta la tradición y chismorreos de la época, sus tetas sirvieron de modelo para obtener estas maravillosas piezas de artesanía; en las que un trípode, compuesto por tres elegantes cabras con toques de color, servía de base para sostener un fino cuenco, para lo cual se elaboró un molde de cera que se obtuvo del pecho de esta caprichosa reina. Se les denomina jattes tétons a aquellas piezas conseguidas de esta curiosa manera. La cerámica de Sèvres se fundó con el apoyo de Luis XV y Madame de Pompadour a mediados del siglo XVIII en Francia.

     Fue su inconsciente marido Luís XVI el que asombró a María Antonieta con este delicado regalo, que, por otra parte, no tiene nada de original, ya que otros personajes históricos utilizaron los pechos de sus esposas o amantes, según los casos, para reproducirlos en copas y beber en estas cautivadoras obras.

     En fin, el origen de las copas de champán bajas habría que buscarlo en Francia a finales del siglo XVIII, por encargo de María Antonieta, esposa de Luis XVI, tomando como modelo su seno izquierdo. No obstante, la copa de bebida espumosa aparece en Inglaterra un siglo antes, diseñada por un fraile benedictino.

         R.R.C

NOTA: Imágenes descargadas de Internet

martes, 17 de septiembre de 2024

LA MONEDA DE UN TRAIDOR (ÁUREO DE LABIENO)

 

     En torno al año 40 a. C., Quinto Labieno, perteneciente al bando pompeyano contra César y después de ser vencido tras el desastre de Filipos, donde fueron derrotados Bruto y Casio, decidió convertirse en consejero del rey de los partos, acérrimos enemigos de Roma. Mandó acuñar monedas de oro* como la que vemos en la imagen y denarios de plata, para poder pagar al menos, a parte de sus tropas compuestas por antiguos legionarios romanos. Ante las victorias alcanzadas contra enemigos menores también se proclamó como hacían sus antiguos camaradas: Imperator, es decir, “general victorioso”, tal como vemos en la leyenda de la moneda en su anverso, junto a su rostro de perfil, cabeza descubierta peinada a base de mechones y una pequeña barba dejada probablemente en señal de luto por su padre muerto, que precisamente luchó en las guerras contra los bárbaros en el bando de César, para más tarde pelear contra él en la contienda de Farsalia. En el resto de la inscripción podemos leer su nombre Q. Labienus Parthicus; donde el mismo se consideraba de Partia y no romano. En fin. Un traidor.

     Tanto el anverso como el reverso anepígrafo aparecen rodeados por una grafila bien centrada. Respecto a este último, muestra un hermoso caballo** bastante realista preparado para el combate, que debía hacer alusión a la temible caballería pártica. Estas monedas son muy escasas ya que fueron destruidas por los vencedores. Lo que aumenta su valor de mercado numismático hoy en día.

*Al igual que ocurre con las famosas monedas de EID MAR de Bruto y Casio, de estos áureos solo se conservan tres, y unos cuantos denarios. También fue considerada hostil y ofensiva a Roma por su leyenda.

**Respecto al caballo era robusto y fuerte de la misma raza que ya habían utilizado los asirios en combate y otros pueblos de la zona antes que los partos. 

         R.R.C.


viernes, 6 de septiembre de 2024

EL DIAMANTE

 

Es posible que un diamante sea la cosa más antigua que una persona pueda tener en la mano. Su origen se remonta a cientos de millones de años, cuando en el interior de la Tierra, a profundidades que superan los 100 Km se unieron dos fuerzas elementales: el calor y la presión, que al unísono, actuaron sobre carbón común dando lugar a un proceso de cristalización que culminó en la formación del rey de las gemas. Alcanzó la corteza y la superficie terrestre transportado por el fuego de las erupciones volcánicas; de esta manera, la naturaleza lo ha puesto en las manos del hombre, que sólo se ha tenido que preocupar de quitarle lo que le sobra y admirar la belleza, el fuego y la luz que se encuentra en el interior de cada una de estas piedras.

     El diamante se conoce desde antiguo, pero el hombre no sabía qué hacer con él; precisamente procede del griego adamas que significa indomable, invencible. Prácticamente hasta el siglo XIX no se pudo tallar con arreglo a unas proporciones minuciosamente estudiadas para que estas piedras se manifiesten en todo su esplendor. No obstante, desde algunos siglos anteriores ya empezaron a utilizarse como adornos, pero era un privilegio de la realeza y de los hombres. Hay que esperar a 1477 para que el Archiduque Maximiliano de Austria le regale a una mujer, María de Borgoña, una sortija de diamantes.

      Un  diamante es un elemento químico, el sexto de la tabla periódica, carbono puro cristalizado en el sistema cúbico, si estuviese en el hexagonal sería grafito, la punta de nuestros lápices, que en nada se parece al diamante, salvo que ambos son átomos de carbono cristalizado en estado sólido.

     El diamante tiene una serie de cualidades físicas y ópticas que lo convierten en algo especial. Su dureza y durabilidad no tienen parangón; su fulgor excepcional, si se consigue una perfecta conjunción de la vida (luminosidad) y el fuego (destellos) a la hora de tallarlo; la lisura de sus caras; la viveza de sus aristas. En definitiva, un nivel de perfección imperturbable que no se puede alcanzar en ninguna otra piedra natural o artificial.

     Los diamantes son piedras únicas, no hay dos iguales. Los hay más grandes y más pequeños; más blancos y más amarillentos, también los hay de colores: azules, amarillos, verdes..., e incluso negros; los hay prácticamente puros y otros menos puros que presentan inclusiones de otros minerales; y a la hora de tallarlos se puede hacer de distintas maneras,

     El peso de los diamantes y las piedras preciosas en general se expresa en quilates o puntos; 1 quilate equivale a la quinta parte de un gramo (200 mg), luego un diamante que tenga el peso de 1 gramo será de 5 quilates. Cuando bajamos del quilate podemos hablar de puntos o partes de quilate (1 quilate = 100 puntos). Por ejemplo, un diamante que pese 50 mg tendría 25 puntos o un  ¼  de quilate. Como es sabido, el peso está relacionado con la densidad; la del diamante es poco más de tres veces y media la del agua; luego tiene un peso elevado si tenemos en cuenta que el carbono es un elemento ligero, lo cual indica que nos hallamos ante una piedra muy compacta.

     Por último, habrá observado el lector, que los quilates de los diamantes no tienen nada que ver con los quilates en el oro, o metales preciosos. Mientras en los primeros significan peso, en los segundos están relacionados con el porcentaje de metal noble que contiene la pieza, por ejemplo: 18 quilates de una joya de oro, quiere decir, que es una aleación de dos o más metales con un 75% de oro, ya que el oro puro se considera que tiene 24 quilates.

     La talla más conocida de todas es la redonda con 57 facetas. A esta talla se la denomina brillante (luego, el diamante es la materia prima, Carbono 12, y brillante es la forma redonda que le damos al diamante). Como su nombre indica es la que más brilla de todas, y se llegó a ella después de elaborados cálculos matemáticos para que se aprovechasen las óptimas cualidades físicas del diamante. Si variamos las proporciones derivadas de dichos cálculos, el recorrido que sigue la luz dentro de la piedra lo variaremos y no saldrá por la corona (la parte superior) la luz que penetra, sino que parte de ella se perderá por la culata (la parte inferior). Además de la talla brillante existen otras, aunque brillen menos.

     A los diamantes de una cierta envergadura es normal conocerlos con un nombre propio. Entre los más conocidos del mundo podemos citar el Cullinan que es el de mayor tamaño, en bruto pesó 3106 quilates y del que se obtuvieron varias piedras talladas de distintos tamaños; la mayor de ellas engastada en el cetro del rey británico Eduardo VII tallada en forma de pera, de una gran pureza y blancura dio un peso de 530.20 quilates, el mayor del mundo y conocido con el nombre de Estrella de África o Cullinan I.

     El diamante de la imagen ha sido hallado recientemente en Botswana, país situado en el continente africano, con un peso de 2492 quilates en bruto, es el segundo más grande de la historia. Según cuentan los expertos es de alta calidad. Botswana, también ocupa el segundo lugar en producción de diamantes del mundo. Viendo esta hermosa piedra y la forma que tiene, un tallador excepcional sabrá ver en ella el diamante tallado que se “encuentra” dentro, igual que el gran escultor Miguel Ángel veía en el bloque de mármol que tenía delante, la escultura que dormía en su interior, y según decía el mismo se limitaba a quitar el material que sobraba para darle vida a la figura que portaba. Así que, ¿se podría obtener un diamante tallado mayor que el Cullinan I? Quién sabe.

      R.R.C.

NOTA: Imagen bajada de Internet.

miércoles, 28 de agosto de 2024

LAS ESPINTRIAS

 

     Sprintia en sigular y spintriae en plural si lo escribimos en latín, el nombre de estas fichas-monedas que se acuñaron hace unos dos mil años en el antiguo Imperio romano, más concretamente entre los años 22 y 37 d. C. cuando gobernaba el emperador Tiberio, sucesor de Augusto. Están acuñadas en bronce o en latón, de unos 2 cm de diámetro y unos 4 g de peso, no eran monedas propiamente dichas y, menos aún, de curso legal. No se han encontrado muchas de estas piezas, pues se hicieron en un breve período de tiempo solo en Roma, aunque se han hallado por todo el Imperio, normalmente bien conservadas, por lo que se venden en el mercado por un valor relativamente alto de varios miles de euros, a pesar de que no se sabe bien su utilidad o para que se utilizaron en su momento, ya que se han expuesto diversas teorías y ninguna de ellas satisfactoria. No sabemos si alguna vez sabremos de forma concluyente cual fue su propósito.

     En su anverso muestran actos sexuales explícitos de carácter realista que no dejan nada a la imaginación. Mientras en su reverso presentan un numeral romano del uno al dieciséis, rodeado de una grafila de puntos y una corona. Son anepígrafas por ambas caras. Personalmente creo que se usaban como un regalo, digamos, “picante” o como fichas para algún juego que hoy desconocemos. Descarto que se utilizasen en prostíbulos como medios de pago, pues no se ha encontrado ninguna de ellas en los numerosos lupanares repartidos por todo el Imperio que se han excavado.

     El biógrafo romano Suetonio utiliza este término por primera vez para referirse a jóvenes que practicaban la prostitución en su capítulo 43 de la vida de Tiberio. Mientras Marcialal (poeta romano del siglo I d. C.) prefiere llamarlas “lasciva numismata”, término muy acertado. En mi opinión, claro.

    R.R.C.


martes, 13 de agosto de 2024

ESCARABEO EGIPCIO EN ESPAÑA

 

     ¿Qué hace un escarabeo egipcio en una tumba de mujer en la necrópolis ibérica de Alcobillas en la provincia de Ciudad Real? Pues a esta pregunta tratan de dar respuesta los arqueólogos que hicieron este descubrimiento, ya que estos escarabajos no son frecuentes hallarlos fuera de Egipto. Una posible hipótesis es, que comerciantes fenicios o griegos lo hubiesen traído hasta aquí desde su país de origen. El material con el que está elaborado no es de buena calidad si lo comparamos con uno de lapislázuli, turquesa, cornalina… pues se trata de pasta vítrea para llevarlo como un colgante, como demuestra el agujero que atraviesa la pieza de lado a lado para introducir un cordón.            

     En la base podemos encontrar una inscripción jeroglífica muy útil para su datación, ya que traducida al español podemos leer el Nombre de Nacimiento (SA- RA) de tres faraones de la XXVI dinastía llamados: Psamético I y su nieto Psamético II, que gobernaron entre finales del siglo VII y principios del VI a. C. También podría referirse a Psamético III* que solo reinó 6 meses entre el 526 y 525 a. C. 

     Hay que tener presente que el “Scarabaeus sacer” en el Antiguo Egipto era un potente amuleto de protección para su portador, entre otras muchas propiedades que tenía. La mayoría de los egipcios tendían a comprarse uno según sus posibilidades económicas a lo largo de los distintos períodos de la época faraónica.

*Puede verse "La batalla de Pelusio" en este mismo blog.

      R.R.C.


lunes, 22 de julio de 2024

La mujer del César…

 

     Las informaciones abrumadoras que todos los medios de información nos están ofreciendo estos últimos meses, mañana, tarde y noche, sobre el comportamiento de familiares de políticos y especialmente de la mujer del presidente del Gobierno español, en cuya actividad no entraré ni me corresponde a mí juzgar, para eso están los tribunales de justicia, me ha hecho recordar la famosa frase que se le atribuye a Julio César, aunque él no la dijo, pero sí se le asigna: “Mi esposa no solo debe ser honrada, sino también  parecerlo”. Me explico:

     Todos los años se celebraba en Roma una fiesta a la que solo podían asistir mujeres acomodadas, y la presencia masculina estaba totalmente prohibida, dedicadas a la diosa Bona Dea (Buena Diosa), asociada a la castidad y fertilidad femenina. En el año 63 a. C. Cayo fue elegido Pontífice Máximo, cargo que le otorgaba un gran prestigio e influencia, por lo que al año siguiente su mujer Pompeya fue la anfitriona para que esos rituales festivos y religiosos se celebrasen en su casa en el centro de Roma. Pero siempre hay alguien dispuesto a fastidiarla, y un aristócrata llamado: Publio Clodio Pulcro, un imbécil en toda regla, se infiltró disfrazado de mujer, posiblemente, con la intención de seducir a la anfitriona. Solo tuvo que hablar para que su voz masculina le delatara. Se le juzgó y salió absuelto, ya que ni el propio César presentó acusación alguna contra él.

     No obstante, aunque el marido sabía que su mujer (casado con ella desde el año 68 a.C.) no cometió infidelidad alguna se separó de ella, por si le pudiese perjudicar en su ambiciosa carrera política que tenía por delante (evidentemente, una decisión injusta donde las haya). Según nos transmite Plutarco, César afirmó: "Mi mujer debe estar por encima de toda sospecha". Fue Marco Tulio Cicerón, gran político, orador y escritor romano de ideología conservadora, quién terminó dando la forma definitiva a la famosa frase que hemos leído al principio de esta entrada: “Mi esposa no solo debe ser honrada, sino también parecerlo”. Hoy en día, cabe destacar que el concepto que sobrevuela la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sugerida a los jueces goza de este mismo espíritu: “La percepción de imparcialidad es tan importante como la imparcialidad misma”. Por último, las infidelidades de César fueron una constante toda su vida, no era de esos políticos de la antigua Roma, que para que un acuerdo entre ellos quedara sellado definitivamente se acostaba el uno con la mujer del otro.

      R.R.C.