domingo, 16 de junio de 2019

AMA-GI


     Veinticuatro siglos antes de que naciera Jesucristo, en la ciudad-estado de Lagash, en la antigua región de Mesopotamia, alcanzó el trono real y gobernó durante unos diez años Urukagina. Previamente tuvo que desalojar del poder al anterior rey Lugalanda, que, ayudado por su esposa y un gran número de sacerdotes, cometieron toda clase de tropelías y abusos contra el pueblo indefenso, cargándolo de impuestos difíciles de asumir. En esta situación de enormes dificultades y atropellos de los más poderosos contra los más débiles, hace su aparición el nuevo rey, que trató de dar la vuelta a la situación con todos sus medios, para lo cual elaboró un código legal, prácticamente el más antiguo que se conoce. Lamentablemente, no nos ha llegado su texto, pero se sabe de él gracias a las referencias y citas encontradas en otros documentos cuneiformes (la escritura de la época). En esencia, este código suponía una reforma social en la práctica, en el que se trataba de dotar a la sociedad de un mayor nivel de libertad y sobre todo de igualdad. En definitiva, de favorecer a los más débiles y de tutelarlos de la prepotencia de los poderosos.    
     A esta época corresponde la expresión Ama-gi, así suena la palabra más bonita de la escritura cuneiforme sumeria, que, traducida literalmente, significa “retorno a la madre”, pues hacía alusión a la manumisión de esclavos, es decir, liberar esclavos para que pudiesen volver a sus casas. Por lo tanto, es un término unido inevitablemente al concepto de libertad, y así apareció en un texto de arcilla del 2300 a. C. en la ciudad-estado de Lagash. Que se sepa, es la primera vez que encontramos por escrito la idea de libertad, que tanto escuchamos en nuestros días.

     Por último, al igual que la cruz ansada egipcia es el signo más famoso de la escritura jeroglífica, Ama-gi es, probablemente, la expresión más conocida y usada de la lengua sumeria.
       R.R.C.

viernes, 14 de junio de 2019

Candaules


     Son varios los escritores que se han ocupado de este rey de Lidia del siglo VII a. C., antiguo reino que abarcaba parte de la península de Anatolia en el Mediterráneo oriental. También han sido varios los artistas que se han interesado por este singular personaje, como es el caso del autor de la imagen que acompaña esta entrada: el pintor francés Jean-Léon Gérôme, con un estilo académico y refinado. En adelante, me limitaré a exponer lo que nos dice el historiador griego Heródoto en su primer libro de Historia, en los capítulos 7 al 13.
     Candaules, último rey de la dinastía de los Heraclidas, estaba muy enamorado de su agraciada esposa, hasta el punto, de perder la razón por ella. Lógicamente, pensaba que era la mujer más bella del mundo, algo, que no le había confirmado el subordinado de más confianza, Giges, al que solicitó que la viese desnuda para despejar cualquier duda. Era una norma en este reino que nadie, hombre o mujer se expusiera desnudo a una tercera persona, y recriminó a su rey semejante petición. Pero este insistió y le proporcionó la forma “segura” de poder ver a su reina sin correr ningún peligro. Consistía en llevarlo a la alcoba a la hora de dormir y esconderlo detrás de la puerta, y poder ver a su mujer desnudarse y meterse en la cama con el rey. Mientras tanto, el subordinado abandonaría la habitación, con la mala suerte de que fue visto por la reina, aunque esta se hizo la disimulada y no dijo nada hasta el día siguiente, que mandó a unos criados de confianza para que llevasen a Giges ante su presencia.
     La reina le ofreció dos opciones: morir él por verla desnuda y actuar contra las normas de Lidia; o asesinar a su marido, casarse con ella y convertirse en el nuevo rey. No le dio más salidas y, ante ello, prefirió la segunda oferta a regañadientes, mostrando su profundo desacuerdo. La reina le reveló la forma de llevar a cabo su acción. Mientras su esposo dormía, ella misma le proporcionaría la daga con la que le mataría. Como así sucedió.
     Con esta propuesta Candaules perdió a su bella esposa, su reino y su vida. ¿Se puede ser más tonto? Además, se dio un cambio de dinastía en su país, los Mérmnadas, pues Giges fue confirmado por el oráculo de Delfos, con lo que evitó discusiones y disturbios por su ascenso al trono de Lidia.
     En fin, lo expuesto hasta aquí vendría a ser uno más de los pasajes novelados que Heródoto incluía en sus narraciones, con un estilo sencillo y claro; e incluso, con una advertencia de tipo moral que sus lectores deberían tener siempre presente. Lo más probable es que el protagonista de nuestra historia tuviese dificultades para mantenerse en el poder y fuera depuesto por Giges, un alto mando militar.  
     R.R.C.

lunes, 3 de junio de 2019

NOCTÁMBULOS de Edward Hopper


     Es la obra más conocida del pintor neoyorquino fallecido en 1967 Edward Hopper, que abrazó el estilo Realista americano en pleno siglo XX. Este cuadro pintado en óleo sobre lienzo de mediano tamaño: 84 cm x 1,52 m, se encuentra expuesto en el Instituto de Arte de Chicago. Su título original en inglés Nighthawks, lo podemos traducir por “Halcones de la noche”, pero he preferido optar por la denominación con la cual es conocido en español: Noctámbulos.
     Observamos una construcción típica norteamericana conocida como Diner: o restaurante prefabricado; una especie de bar; casa de comida rápida…, que el artista pudo ver en su barrio natal de Manhattan, un establecimiento desaparecido en la actualidad. La tela es de 1942, muy poco después de la perturbación y desconcierto que provocó el bombardeo de Pearl Harbor en la población estadounidense. Llama la atención el uso magistral que hace de la luz, con esa iluminación fría típica de los tubos fluorescentes, que se presentaron al mundo por primera vez durante la Feria Mundial de Nueva York en 1939, ejercieron su influencia en el pintor. La calle y el edificio de enfrente que permanecen oscuras, se iluminan gracias a la intensa luz que deja pasar la enorme vidriera curvada que cierra el Diner del exterior. Nada hay en el espacio urbano que desvíe nuestra atención, ya que se encuentra completamente vacío. Salvo una caja registradora que podemos ver en la construcción de enfrente, con persianas medio bajadas que no permiten divisar su interior.
     Si nos centramos ahora en el habitáculo del bar vemos a los que, posiblemente, serían los últimos clientes del día, ya avanzada la noche, de ahí el título del cuadro. En primer lugar, el camarero vestido con uniforme blanco afanado en los últimos quehaceres de la jornada, y al igual que los pocos consumidores que todavía se mantienen en el establecimiento, absorto en su propio pensamiento. Nadie habla, nadie gesticula, nadie expresa nada. El aislamiento de los personajes es total, incluso la elegante pareja que vemos al fondo están juntos, pero cada uno embelesado en lo suyo. No vemos el rostro del cliente que aparece de espaldas al espectador, pero le podemos presuponer sin riesgo a equivocarnos, la misma actitud que a la pareja anterior. Se encuentran en un espacio sin salida, tanto el camarero que no tiene abertura para abandonar su lugar de trabajo, como los clientes, pues lo único que observamos es una puerta interior del local.
     El autor siempre se ha mostrado reacio a opinar sobre sus cuadros, como les pasa a otros artistas, Picasso, por ejemplo. "La respuesta a todo está en el lienzo..." dijo Hopper cuando le preguntaron por sus obras. La soledad y la falta de empatía del hombre moderno en la gran ciudad es lo que parece que nos quiere transmitir. Cuanto más pobladas estén nuestras urbes, más solos y necesitados de esa empatía se sentirán sus pobladores. La falta de comunicación entre ellos será total, como podemos comprobar, no solo en este, sino en otras obras del pintor.
     Por último, y guardando la prudente distancia entre este autor y el Expresionismo de Edvard Munch, ambos manifiestan una intensa preocupación por el hombre en el espacio urbano, cada vez más aislado cuanto mayor es el avance de la civilización y el tamaño de las ciudades. Aunque el pintor noruego hace hincapié en el miedo, en la enfermedad, e incluso, en la muerte.
        R.R.C.