Es la sortija que simboliza el poder del papa y que todos vienen recibiendo desde hace unos 750 años, ya que las primeras referencias a esta pieza datan del siglo XIII, de 1265 para ser exacto. El material que se utiliza para esta obra de la orfebrería es el oro, y cada papa cuando comienza su pontificado recibe uno personal e intransferible hasta su fallecimiento, que será destruido para que no se pueda hacer un uso indebido de él. En aquellos tiempos, como se diría en el lenguaje bíblico, era habitual marcar los documentos papales con este anillo-sello, que lleva a San Pedro con las redes de pescador (Yo os convertiré en pescadores de hombre, como les dijo Jesucristo a sus apóstoles), y suele haber un hueco para las llaves del cielo que Jesús concedió a San Pedro, el primer papa y del que todos proceden de él hasta León XIV, el número 167 de la Iglesia católica descendiente directo de San Pedro (como todos los demás), y no del papa anterior como a muchos les gusta decir.
En latín, el Anulum Piscatoris (el anillo del Pescador), también lleva inscrito, en este caso en su interior, el nombre del papa actual. El oro que se emplea para el nuevo anillo procede del anillo anterior, que se funde con el objeto de hacer el nuevo. Luego si esto se ha hecho a lo largo de siglos, el oro empleado siempre es el mismo. Así que, aunque el papa anterior prefirió la plata como signo de humildad, realmente no se ahorró oro, pues el anillo de Benedicto XVI, simplemente se rayó y no llegó a fundirse, excepcionalmente, pero ahí estaba. R.R.C.