El cuadro
que inicia este post del pintor ruso Dmitrievich Polénov, nos muestra la penosa
escena de un viejo padre entregando al señor feudal a sus jóvenes hijas, para
que se aproveche sexualmente de ellas que, por cierto, repugna verlo acompañado
de sus galgos de caza que acentúan aún más el dramático acontecimiento, como si
fuese un derecho de procedencia medieval que tenían los señores sobre las
mujeres de sus vasallos. El cuadro en cuestión de 1874 se llama El derecho del señor. Y se le presenta
como un lienzo “historicista”.
Desmintiendo bulos, como se ha puesto de moda esta palabra en la política española, y no sé si en la extranjera, tal derecho de pernada, simplemente no estaba recogido de una manera explícita en ninguna ley, como afirma Jaume Aurell, catedrático de Historia medieval, de que los señores feudales pasaran la noche de bodas con la esposa de su vasallo para desvirgarla, es decir, del ius primae noctis (derecho de la primera noche). Nos encontramos pues, ante un bulo o leyenda, como prefieran, que nunca se llevó a cabo. Semejante afirmación no quiere decir que no existiesen abusos, y muchos, por parte de estos “señores” sobre sus vasallos, como siempre han existido, existen y existirán a lo largo de la historia. Otros investigadores tampoco han encontrado ninguna prueba de esta prerrogativa en la E. Media.
A la creencia popular de hallarse este derecho han contribuido mucho las leyendas, la literatura, el cine… en fin, yo, personalmente, llevo escuchándolo desde pequeño. Hay que reconocer que esta historieta se vende bien, supongo que por el morbo que conlleva. Sin embargo, un excelente historiador como es el caso de Alain Boureau dedicó varios años a la investigación de este caso, para concluir que en realidad nunca existió ni se practicó. Entonces, ¿a qué puede deberse, que todavía hoy, se piense que el derecho de pernada ocurrió de verdad? Simplemente para desprestigiar aún más las miserias del feudalismo, de la nobleza y dirigentes medievales, incluida la Iglesia, que sin duda, las tienen. Tengamos en cuenta que ya en el Renacimiento se veía la E. Media como una época oscura, como un largo paréntesis entre el mundo clásico grecorromano y el propio Renacimiento. En la Ilustración, el período de las luces, no mejoró esta visión del medievo, más bien al contrario. Les vino perfecto para la política del momento y el inicio de la Revolución francesa. Si algo de verdad hubo sería en lugares y casos muy determinados, e incluso se podrían evitar con una compensación económica, por ejemplo.
No obstante, hubo reyes que limitaron el
poder de la nobleza sobre sus vasallos, pudiendo dar lugar a interpretaciones de
que el ius primae noctis existió,
pues en la Sentencia arbitral de Guadalupe de 1486 de Fernando El Católico, se
declaraba la abolición, extinción y aniquilación de seis malos usos, entre
ellos, el que estamos tratando aquí, aunque no se han encontrado textos de que
se llevase a cabo esta práctica. Por otra parte la Iglesia, desde que empezó a
intervenir en el matrimonio y en su consagración a la ley divina, protegió a
las clases más bajas de estos abusos de las clases altas, ya que la ley de Dios
está por encima de las leyes de los hombres. Por cierto, el cinturón de
castidad nunca existió, un bulo más, pero lo dejaremos para otra ocasión.
R.R.C.