Esta pieza legendaria presenta un estado
de conservación excepcional, ya que no se acuñó para su circulación, nadie iba
de compras con ella en el bolsillo. Poseer alguna de estas monedas era un signo
de prestigio, con la que los gobiernos gratificaban a personajes influyentes,
poderosos, nobles, etc. En escritura latina, muestra en su anverso la leyenda:
PHILIPPVS • III • D • G • (Philippus III Dei Gratia), o sea, Felipe III por la
Gracia de Dios. Y en su reverso: HISPANIARVM • REX • 1609 •, es decir: Rey de
las Españas en 1609. Pese a que no se ve en la imagen, también lleva grabada en
su canto la leyenda de su anverso, en la que vemos el escudo de los territorios
de la Monarquía Hispánica, el valor de la pieza (100) centenes, y al igual que
en la otra cara, rodeada de una grafila dentada y un listel (un filete) para
protegerla. La cruz de Jerusalén aparece en su reverso.
Por último, se denominó escudo a una
unidad monetaria de oro, precisamente por lucir un escudo en una de sus caras,
desde los tiempos de Felipe II en el siglo XVI hasta los de Fernando VII en el
siglo XIX, con un peso de 3,4 g equivalente a 16 reales de plata de casi el
mismo peso. Luego una moneda de 100 escudos, un centén, tenía un peso de unos
340 g, lo que la convertía en una insignia de poder y respeto.
R.R.C.