miércoles, 24 de julio de 2019

VIDA, PROSPERIDAD Y SALUD


     Escuchando de nuevo la antigua y preciosa canción cuyo estribillo decía: “Salud, Dinero y Amor”, popularizada por distintos grupos musicales de hace unos cuantos años, pero que todavía sigo oyendo ocasionalmente en distintos lugares, he supuesto que si los antiguos egipcios la hubiesen escrito, su estribillo no hubiera sido muy diferente al de ahora, ya que las tres palabras que aparecen en la imagen cumplían los requisitos para una copla popular; y que paso a exponer a continuación.
     Detrás del cartucho que incluía el nombre del faraón, era normal encontrarse con estos tres signos jeroglíficos: la famosa cruz ansada, que en realidad es una correa de sandalia vista desde arriba, o bien un espejo de cobre como los que utilizaban en el Antiguo Egipto, y que actualmente le damos el sonido de “ANJ” y traducimos por -la vida-. El siguiente signo es un artefacto para encender fuego y suena “UDJA” e interpretamos como -prosperidad-. Por último, nos encontramos con una tela doblada que es una abreviatura de la palabra “SENEB”, de la que solo vemos la -s- y la desciframos como -salud-. Luego, ya tenemos el significado completo: vida, prosperidad y salud para el faraón. Y, ¿por qué no?, para todos nosotros. Si ahora juntamos los tres signos en la lengua jeroglífica escucharíamos: “ANJ-UDJA-SENEB” (VIDA, PROSPERIDAD Y SALUD). ¿Puede haber algo mejor?
       R.R.C.

miércoles, 17 de julio de 2019

La era o El verano de Francisco de Goya


     Es una pintura al óleo sobre lienzo de 277 x 642 cm, que podríamos considerar de estilo Rococó. Se conserva en el Museo del Prado de Madrid. Fue realizada en 1786 cuando todavía era rey de España Carlos III, y Goya se encontraba en la primera fase de formación como pintor de cartones para tapices, según nos cuentan algunos críticos de arte. Es una escena de descanso laboral después de una dura jornada de trabajo, en un ambiente amable y cercano que tiende a idealizar la realidad (las penas ya vendrán solas). El uso de colores cálidos y suaves contribuyen a este complaciente momento.  Según Hauser, en estas pinturas, «El arte se hace más humano, más accesible, con menos pretensiones; para comunes mortales ya no expresa la grandeza y el poder, sino la belleza y la gracia de la vida».
     En esta composición triangular nos encontramos con 17 personajes más dos caballos (un tanto reducidos de tamaño) posicionados en escorzo, para dar una mayor profundidad a la obra; mientras uno come tranquilamente el otro descansa, al igual que hacen sus amos. Los niños que cierran el vértice superior dan un toque de dinamismo al ambiente relajado del lienzo, una vez terminada la siega. Un bebé es alimentado por su madre, y otro juega con su padre. A la izquierda, tres sonrientes jóvenes quieren emborrachar a un desarrapado muchacho con el vino de su bota. El único segador que permanece en activo con rastrillo en mano, lo encontramos a la derecha de la imagen, antes de que el amenazante cielo tormentoso se ponga en acción y acabe con esta calmada y encantadora escena campesina. También cabría destacar el enorme trabajo realizado, como demuestra la gran cantidad de gavillas cosechadas. Por último, un enorme y viejo castillo concluye el fondo izquierdo del cuadro.
     R.R.C.