La
afirmación de Willard Frank Libby, premio Nobel de Química en 1960, por el
desarrollo del método del Carbono-14, para poder datar materiales orgánicos del
pasado con un pequeño margen de error dependiendo de su antigüedad, no dejan
lugar a dudas: “En la sábana existen fuentes radiactivas que han recargado el
carbono y que hacen que este método no se le pueda aplicar”. No se puede decir
más en menos palabras.
Fue en octubre de 1988 cuando los medios
de comunicación mundiales y especialmente en España, donde yo la escuché en Antena
3 Televisión abriendo el telediario de las tres de la tarde, lanzaron la
noticia de que la Sábana Santa de Turín era una falsificación medieval después
de someter un pequeño trozo de su tela a la mencionada prueba, concretamente
por tres laboratorios de Oxford, Zúrich y Tucson que dieron una horquilla de entre 1260 y
1390. El coordinador de los tres laboratorios que efectuaron el análisis del
Carbono-14, Michael Tite, responsable del Laboratorio de Investigación del
Museo Británico, para aclarar el error informativo de los medios, que afirmaban
que era falsa sin más, tuvo que enviar un comunicado a los mismos. En España,
ese comunicado fue ignorado salvo alguna excepción, pero el daño ya estaba
hecho. R.Hedges, Director del mismo laboratorio de la Universidad de Oxford, el
que efectuó el análisis del carbono-14, afirmó en su día que si la Sábana Santa
ha recibido la descarga de neutrones, radiación detectada por la NASA, la
datación por el carbono-14 quedaría invalidada.
El ya
mencionado Dr. Libby escribió que “para que los resultados del C-14 se acerquen
a la realidad es necesario que el objeto analizado sea totalmente impoluto”. Y
este no es el caso. Veamos:
Desde Jerusalén, ciudad de partida, hasta
Turín su ciudad de llegada muchos cientos de años después, ha estado expuesta a
distintos factores que la han enriquecido de este isótopo radioactivo, sus
propietarios o cuidadores no repararon en ello, pues se desconocía esta
circunstancia. Sin ir más lejos en 1532 sufrió un incendio tan voraz que
el marco de plata en donde estaba
custodiada llegó a licuarse por las altas temperaturas que se alcanzaron, y
tuvo que ser reparada la tela de lino de la que está hecha por unas monjitas,
incluso cayeron unas gotas de plata líquida que la perforaron y que todavía hoy
se puede ver. Además, ha sufrido otros incendios, al menos dos que yo sepa. Ha
sido expuesta al viento, al sol, a materias orgánicas vivas… que la han
enriquecido en C-14 y que este no se desintegre como hubiera ocurrido si no se
hubiesen dado estas circunstancias.
Por otra parte, diferentes disciplinas
científicas que se han ocupado de ella como la propia química, hematología,
física, medicina forense, patología, informática, numismática, arqueología,
historia, palinología… En fin, grandes especialistas en todas estas materias
han llegado a conclusiones bien diferentes utilizando los medios y técnicas más
modernas a su alcance y han llevado esta tela de lino al siglo I de nuestra era,
comprobando las huellas que contenía. También conocida como Síndone presenta
unas medidas de 436 cm × 113 cm y en ella estuvo envuelto durante unas 35 horas
un cadáver, ya que no se observan ningún resto de putrefacción. Que presenta
todas las características de una tortura previa a una crucifixión brutal
llevada a cabo por los romanos en Jerusalén en tiempos de Poncio Pilatos. Estas
marcas halladas coinciden casi en su totalidad con las que nos transmiten los
evangelios canónicos sobre la pasión y muerte de Jesucristo.
Por centrarme sólo en una disciplina que
tanto la historia como la arqueología utilizan para establecer la cronología de
un hecho o artefacto como es la numismática, se han observado la imagen de dos
monedas, concretamente leptones (una pieza del tamaño de un céntimo de euro),
del año 16 de Tiberio, que se corresponde con el año 30 d. C., mandados a
acuñar por el gobernador romano en Jerusalén entre el año 29 al 32. A pesar de
los errores ortográficos que se han visto en las monedas, otras piezas de esta
época también los presentan. Para un gran número de numismáticos es una prueba
evidente de la antigüedad del Sudario, si bien otros científicos partidarios de
la autenticidad de la Sábana no acaban de verlo. En el año 692 el emperador
bizantino Justiniano II mandó imprimir una moneda con el rostro de Cristo,
previa convocatoria de un Concilio para que entre otros temas estableciese la
forma más idónea para representar la figura del Salvador. Un estudio realizado
por Alan Whanger, exprofesor del Duke University Medical Center, que halló 145
puntos que relacionaban este sólido de Justiniano II con el rostro que aparece
en la Sábana Santa de Turín. Para muchos expertos en numismática no hay duda:
la acuñación de esta moneda es una prueba de que la sábana ya existía a finales
del siglo VII. Aunque no esté en una moneda la imagen del Pantocrátor de Santa
Catalina en el desierto del Sinaí, pintado en el siglo VI, presenta grandes
similitudes con el rostro de la Sábana Santa.
Para no extenderme demasiado en el tema
que estamos tratando, hay miles de trabajos publicados, así como científicos y
otros autores que se han ocupado de ello, pero yo he evitado dar excesivos
nombres, datos, fechas, etc. para simplificar el tema, pues sobrepasarían la
breve pincelada de esta entrada. Pero no me gustaría acabar sin la opinión de
J.B. Rinaudo, experto en medicina nuclear, que tras una serie de experimentos
llegó a la conclusión de que la imagen que observamos en la Síndone fue el
fruto de una radiación de protones de átomos de deuterio y que debían provenir
del cadáver, ya que se encuentran en la materia orgánica. Las quemaduras
provocadas por la radiación son muy superficiales (no se verían por la parte
trasera de la sábana). Los eminentes físicos Jackson y Jumper consideraron que
esta radiación duraría una milésima de segundo, de haber durado más la Síndone
se habría destruido. Para que esto suceda hace falta un aporte de energía que
arranque un protón al núcleo del átomo, y dentro de la sábana sólo había un
cadáver. Algo inexplicable ocurrió desde el punto de vista científico el “TERCER DÍA”.
R.R.C.
NOTA: Imágenes descargadas de Internet.