domingo, 25 de enero de 2015

Gladiadores y collares de esclavo romano

     Los juegos públicos eran una práctica habitual en las antiguas ciudades romanas, y protagonistas fundamentales de estos “juegos” eran los llamados gladiadores. Eran hombres que empuñando su espada u otros instrumentos de lucha, se enfrentaban a otros gladiadores, e incluso a peligrosas bestias, en la arena de los numerosos anfiteatros repartidos por todo el Imperio, en presencia del considerable público que había aficionado a estos espectáculos sangrientos. Se les conocía con diversos nombres, dependiendo de los utensilios que portaran: cascos, escudos, redes, etc. El ganador del combate era obsequiado con el aplauso del público, o algún tipo de corona, y en época imperial con diferentes cantidades de dinero.
     Se sabe, que se construyeron más de cien escuelas para la formación de gladiadores a lo largo y ancho del Imperio, pero prácticamente no quedan restos de ellas, salvo en la propia Roma, Carnuntum en la actual Austria y en Pompeya al sur de la península Itálica. En la ciudad romana de Éfeso en Asia Menor, se descubrió un cementerio de gladiadores, y en un análisis forense de sus restos, se pudo averiguar que se alimentaban a base de legumbres y cereales, lo que les proporcionaba una gran corpulencia, tan necesaria para su labor combativa. Por otra parte, los textos antiguos de los que se dispone confirman el estudio anterior, pues nos transmiten que se alimentaban muy bien y seguían dietas para conseguir el peso necesario para la lucha. A lo que habría que sumar masajes y cuidados médicos, que estaban sólo al alcance de unos pocos en aquella época. En fin, llevaban una vida de comodidades que no se correspondía con la baja extracción social de la que procedían la mayoría de ellos. Los gladiadores eran esclavos o prisioneros de guerra, a veces, también ciudadanos romanos que habían caído en desgracia por deudas o cualquier otro motivo.
     A cambio, los entrenamientos que llevaban a cabo casi todos los días, eran muy duros, llevaban una vida solitaria y la arriesgaban en la arena del anfiteatro. No gozaban de libertad y normalmente estaban sometidos a una dura rutina diaria en sus centros de entrenamiento. Se conocía como “lanistas” a los propietarios de estas escuelas de formación de gladiadores y normalmente tenían mucho dinero. También, ostentaban un poder absoluto sobre la vida de ellos y de los que iban reclutando.
     Centrándonos en una escuela concreta de gladiadores, situada a unos cuarenta kilómetros de Viena y ubicada en la antigua ciudad romana de Carnuntum, capital de la provincia de Panonia, un equipo arqueológico de la capital austriaca, nos confirma que su hallazgo tiene unos 1800 años de antigüedad y que se encuentra en un complejo fortificado de 11000 metros cuadrados; muy cerca de un anfiteatro para una capacidad de 13000 personas: El espacio para los guerreros está organizado alrededor de una arena circular en la que entrenaban, rodeado de galerías con celdas de entre tres a siete metros cuadrados y con capacidad para hasta cuatro personas, aunque los gladiadores solían estar solos, en palabras del responsable del equipo. La escuela contaba con baños, cocina, comedor, sala de curas y un sistema de calefacción. Se encontraba habitada por unos setenta y cinco gladiadores de forma permanente en una de sus alas, mientras que en la otra, vivían los mejores luchadores y los entrenadores.
     Según Neubauer, director de la excavación, los espectáculos se realizaban en el anfiteatro ya mencionado, que sólo se encontraba a 80 metros de donde ellos vivían y nos aclara que: Algunos gladiadores morían en el primer combate, otros sobrevivían 50 o incluso más, y entonces tenían la posibilidad de ser de nuevo libres. En última instancia, las oportunidades de sobrevivir eran bajas y algunos alcanzaron la libertad.
     No me gustaría acabar esta entrada, sin la opinión contraria a la actividad que ejercían estos hombres en la arena de los anfiteatros y que tanto agradaba a sus conciudadanos, del gran pensador romano del siglo I Lucio Anneo Séneca, como podemos comprobar en este texto: Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacías las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas. Creo que no necesita aclaración. La mentalidad que demuestra Séneca en este comentario, es la de un hombre que se adelantó varios siglos a la época que le tocó vivir. Por cierto, el 1 de enero del año 404 d. de J.C. en la ciudad de Roma tiene lugar la última competición entre gladiadores. Bueno, de la que tenemos noticia.

Nota. La imagen que ilustra la entrada es un cuadro de 1872 de Jean-Léon Gérôme, titulado "Pollice Verso", que significa: "con el pulgar hacia arriba".
      R.R.C.

APÉNDICE AÑADIDO EL 16-5-2021:   
                                        COLLAR DE ESCLAVO ROMANO

     Se trata de un collar de hierro y bronce del siglo IV o V hallado en Roma en un punto indeterminado y se encuentra en el Museo Nacional Romano. Han aparecido unos 45 collarines más de este tipo, fundamentalmente en Roma y centro de Italia. Pende de él un colgante elaborado en bronce de unos 7X5 cm. y 1 mm de grosor. Es probable que sea el único ejemplo de esta clase (se ofrece una recompensa) que ha llegado hasta nosotros, y supone una constatación arqueológica del fenómeno de la esclavitud en la civilización romana. También cabría conjeturar que dicho collar suponga un castigo para un esclavo que, al menos, intentó escaparse en alguna ocasión. El aro de hierro se encuentra bastante desgastado, pero la chapa redondeada con la inscripción presenta un buen estado de conservación.

     ¿Qué nos indica el rótulo? En latín dice como sigue: “FUGITENEME- CVMREVOCV- VERISME D(omino)M(eo)- ZONINOACCIPIS - SOLIDVM”. Y que podríamos traducir al español: “Me he escapado; atrápame. Devuélveme a mi amo Zonino, recibirás un sólido (una moneda de oro)”. La leyenda es clara y contundente, esclarecedora de la severidad de la esclavitud en aquella época. Un amo precavido y con pocas intenciones de manumitir* al esclavo. Menudo amo...

*Acto jurídico de dar la libertad de hecho y de derecho a un esclavo por parte de su dueño.

      R.R.C.

APÉNDICE II AÑADIDO EL 21-9-2021:

                                  COLLAR DE ESCLAVO ROMANO II

     Este colgante de esclavo romano realizado en bronce y de casi 6 cm de diámetro se encuentra en el Museo Británico de Londres. Un pobre esclavo del siglo IV de nuestra era se vio obligado a llevarlo colgado del cuello por el temor que tenía el dueño a su posible fuga, ya que en caso de llevarla a cabo la inscripción latina de la placa lo delataría. La leyenda en cuestión dice así: TENE ME NE FUGIA(m) ET REVO CA ME AD DOM(i)NUM EVVIVENTIUM IN AR(e)A CALLISTI. Y que podríamos traducir: “Detenme para que no huya, y devuélveme a mi señor Vivencio en la plaza pública de Calisto".

      R.R.C.

viernes, 9 de enero de 2015

Evolución del concepto de Historia


     La tarea del historiador es, sobre todas las cosas, el conocimiento del presente a través del pasado. En la medida que éste evoluciona cambian también las preguntas que el hombre formula a su pasado. Tal es la causa de que casi cada generación necesite hacer su Historia, pues las respuestas dadas por las generaciones que la precedieron ya no satisfacen los nuevos interrogantes que se plantean. El concepto de Historia ha evolucionado enormemente desde los tiempos de Heródoto hasta los nuestros. Veamos con brevedad:
     La Historia comienza con la aparición de la escritura en la antigua Mesopotamia y el antiguo Egipto en los albores del III milenio a. de J.C. Ahora bien, hay que esperar a la civilización griega y más concretamente a la época clásica, para que aparezcan los primeros hombres en preocuparse por registrar acontecimientos que habían vivido ellos,  de los que habían oído hablar, u observado en textos escritos, y que  consideraban de interés para legarlos a la posteridad. El hombre no empezó a tomar conciencia de escribir su propia Historia hasta hace cerca de dos mil quinientos años.
     En Grecia, se comienza elaborando una serie de recuerdos en orden cronológico, por ejemplo, listas de magistrados o reyes. La primera concepción de la Historia la encontramos en los poemas homéricos y en Hexiodo, es enteramente religiosa. La marcha de la humanidad constituye para ellos un proceso de degradación y se toma como punto de partida un tiempo ya pasado, en el que los hombres, habrían vivido en un estado de perfección, una edad de oro. En definitiva, la Historia aparece con un sentido narrativo, escribiendo lo que sucede cada año sin análisis ni crítica. Escriben solo los grandes acontecimientos, pero no como vivía un campesino.
     Podemos considerar a Herodoto como el padre de la Historia. La coyuntura que domina en este momento es la religiosa, la cual, es rebajada por él, así como todo aquello que parezca leyenda. Un gran paso adelante supone Tucídides, pues aspira a conocer las causas de los hechos que se producen y a contarlos con total objetividad.
     Los historiadores romanos son semejantes a los griegos. Para ellos la Historia tiene un valor de ejemplo, de ahí la atención minuciosa que prestan al estudio de los caracteres humanos, como Plutarco,  que aunque era griego de nacimiento, ya escribió en el siglo I bajo el dominio romano sus Vidas paralelas, que eran biografías de griegos y romanos famosos, para comparar sus virtudes y defectos comunes, o Las vidas de los doce césares del historiador romano Suetonio de los siglos I y II. Es necesario señalar, que también se da una tendencia a la acumulación de datos.
     En la Edad Media predomina una concepción cristiana de la Historia. Esta concepción es providencialista, cuyo máximo representante es San Agustín. Por otra parte, continúa el estilo narrativo y la tendencia a anotar las efemérides más interesantes, así como la ausencia de sentido crítico, con lo cual, se daba cabida a leyendas y fantasías.
     En el Renacimiento continúa el providencialismo, pero aparecen nuevas concepciones de la Historia de corte profano. Maquiavelo, por ejemplo, le achaca al hombre los aciertos y fracasos de los hechos históricos, e intenta conocer las causas de los mismos.
     Durante la Ilustración, la teoría de que la Historia siempre progresa y no regresa, es una novedad de este período. Voltaire, dice, que la humanidad progresa por el esfuerzo de los hombres. Ahora, todo se reduce al hombre como centro.
     En el Idealismo, concretamente en la primera mitad del siglo XIX, se desarrolla en Alemania un nuevo espíritu científico aplicado a la Historia. Sus tres puntos fundamentales eran: los pueblos colectivamente considerados son los protagonistas de la Historia; en segundo lugar, la naturaleza humana no es igual e inmutable sino cambiante; y tercero, la creencia en el progreso indefinido del hombre. Para Fichte, la tarea del historiador no es conservar el pasado, sino comprender el presente. Para Hegel, el suceder histórico es tan solo la realización del pensamiento. Las ideas son anteriores a los hechos. Así pues, el motor de la Historia es la razón  del hombre.
     Ya en el Positivismo, la Historia se declara ciencia. Se fija su método basado en el análisis y la crítica, con el cual, se eliminarán fábulas y supercherías en este campo. Para Comte, la Historia se ocuparía únicamente de descubrir y establecer los hechos, mientras que la Sociología sería la encargada de interpretarlos.
     Para el Marxismo, el motor de la Historia es la lucha de clases sociales que se produce en la humanidad como consecuencia de su división, pues según Marx, se encuentra dividida en dos clases: la de los opresores, que identifica con la burguesía en su época, propietarios de los medios de producción; y la de los oprimidos, que identifica con el proletariado desposeído de dichos medios. Toda la sociedad está presidida por esta lucha, que se resolverá en el proceso histórico, en el cual, tras una etapa de transición que denomina Dictadura del proletariado, se abrirá camino una sociedad sin clases.
     Cuando llegamos al siglo XX, nos encontramos con una metodología madura y un arsenal de conocimientos comprobados. Pero entonces, se plantea el problema del progreso o la decadencia dentro de la historia universal, sobre todo cuando se tiene  la experiencia que suponen dos guerras mundiales en un corto período de tiempo. Hay quien niega la necesidad de un progreso, por lo tanto, el carácter más importante de la Historia es su continuidad, pero no, progreso. Otros opinan, posiblemente la mayoría, que ésta progresa. Para el pensamiento de este siglo, la Historia es una ciencia que tiene como, cualquier otra, sus principios propios de estudio e investigación. Hay que destacar la labor de Arnold Toynbee en cuanto al concepto de la materia que nos ocupa, cree, que cada civilización tiene unas características propias, pero siempre relacionada con otras, una civilización decae como resultado de su impotencia para enfrentarse a los desafíos que se le presentan. Dio gran importancia a los factores religiosos en la formulación de las respuestas a los desafíos, negando que éstas deban perecer finalmente. Defendía que podía esperarse, que la moderna civilización Occidental pueda escapar a la norma general de la decadencia de las civilizaciones.

       R.R.C.
NOTA: Foto del autor.

miércoles, 7 de enero de 2015

Einstein: ni tan ateo; ni tan pacifista

     
     ¿Quién duda de que Einstein fue uno de los personajes históricos más relevantes del siglo XX? Su figura, su genio, su compleja personalidad, y no digamos, la trascendencia de su obra, desborda a cualquiera y, por supuesto, a mí el primero. Así que, en esta breve entrada, me limitaré a exponer los dos asuntos que dan título a la misma. El motivo de escribir estas líneas es el hartazgo que me produce el leer constantemente las noticias que circulan por la Red, u otros medios, en las cuales, los ateos, aprovechando la fama de uno de los mayores científicos del siglo XX, lo utilizan como abanderado de su causa. Y, por otra parte, muchos pacifistas, por  el mismo motivo que los anteriores, también hacen uso de su prestigio mundial para apoyar sus movimientos y peticiones.
     Empezando por la primera de las cuestiones planteadas, decir de entrada, que el propio Einstein, siempre se consideró, a sí mismo, como una persona muy espiritual, al igual que otros físicos de su tiempo, y nunca negó expresamente la existencia de Dios, o bien, se declarase ateo. En cierta ocasión, un rabino norteamericano le preguntó directamente si creía en Dios y esta fue su respuesta: “Creo en el Dios de Spinoza, que se revela en la armonía de lo existente regida por leyes, no en un Dios que se ocupe de la suerte y de los actos de los hombres”. Es evidente, de que no cree en una religión moral como la que manifiesta tanto el Antiguo, como el Nuevo Testamento. Ni tampoco en un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos, e incluso, en un Dios, que simplemente se ocupe del hombre y de sus necesidades. No cree en el Dios del arte Barroco, el mismo que aparece sobre las nubes rodeado de su corte de ángeles, imagen que tantas veces ha transmitido la Iglesia Católica sobre el Creador a lo largo de la historia.
     En 1931 se publicó en Nueva York el siguiente texto: “¿Qué sentido tiene nuestra vida, y cuál es el de la vida de los vivientes en general? Poder dar una respuesta a esta pregunta significa ser religioso. Tú preguntas si tiene algún sentido tal interrogante. Y yo respondo: quien encuentra carente de sentido su propia vida y la de sus hermanos, no solo es desgraciado, sino que apenas está capacitado para vivir”. Personalmente considero que estas palabras no dejan lugar a albergar la más mínima duda sobre la religiosidad del científico. Pero, ¿cuál es el Dios de Einstein? No es un Dios, evidentemente, antropomórfico, no es el Dios que el gran Miguel Ángel representa en el centro de la Capilla Sixtina: anciano, vigoroso, grueso y con una larga cabellera y barba blanca. Es un Dios cósmico, creador del Universo y sus leyes. Su religiosidad es cósmica, sin iglesias ni doctrinas teológicas; sin jerarquías ni sacerdotes. Su Dios, como vimos anteriormente, se revela todos los días en la armonía de las leyes del Universo y de la naturaleza en general. Por lo tanto, no es el azar, como veremos a continuación, el motor de toda la creación.
     En la década de 1920, la física experimentó un cambio radical con las teorías del alemán Heisenberg y el austríaco Schrödinger, por ejemplo. A partir de ahora, ya no se podrá precisar con absoluta certeza cómo se comportará una partícula (un fotón), como creía Einstein, habrá que conformarse con una probabilidad estadística, lo que rechazaba de plano nuestro protagonista. O sea, el determinismo de Einstein, que no dejaba nada al azar, y era la forma que tenía Dios de manifestarse, se encontraba en las antípodas del “Principio de incertidumbre” de Heisenberg y de otros científicos de su tiempo no deterministas, como es el caso de Max Born, al cual, el 4 de diciembre de 1936 Einstein escribió lo siguiente: “La mecánica cuántica es muy digna de atención. Pero una voz interior me dice que éste no es el verdadero Jacob. La teoría nos proporciona muchas cosas, pero difícilmente nos acerca al misterio del Anciano. En cualquier caso, yo estoy convencido de que Él no juega a los dados”*. En esta carta, Einstein pone de manifiesto su fe en Dios, sin el cual, le sería imposible probar la validez de su concepción del Universo y de las leyes de la naturaleza en general. Por último, para evitar malentendidos, Heisenberg y Schrödinger eran profundamente creyentes, como ellos mismos reiteraron en diversas ocasiones a lo largo de su vida, concretamente, el segundo de ellos se convirtió al catolicismo.
     Me ha parecido interesante la opinión del teólogo suizo Hans Küng, sobre el Dios de la Biblia y el Dios de Einstein, en especial, si solo deben de coexistir estas dos concepciones de la divinidad, o podemos establecer una relación entre ellas. Küng, se muestra partidario de la complementariedad entre ambas, es decir, no tienen por qué oponerse la concepción del Dios moral y el Dios cósmico. De esta manera, el conocimiento que podemos llegar a tener del creador del Universo aumentaría y se enriquecería, la coexistencia entre fe y ciencia no serían dos opciones antagónicas o distantes. Todo lo contrario; la una, se entendería mejor con la otra.
     Por último, merece la pena destacar unas palabras del físico que recoge Walter Isaacson en Einstein: His Life and Universe "No soy ateo y no pienso que pueda decir que soy panteísta. El problema en cuestión es demasiado vasto para nuestras mentes limitadas. La mente humana, no importa cuán altamente capacitada esté, no puede comprender el universo. Estamos en la posición de un niño pequeño, entrando en una enorme biblioteca cuyas paredes están cubiertas hasta el techo de libros en muchos idiomas diferentes. El niño sabe que alguien debió haber escrito esos libros. No sabe quién ni cómo. No entiende los idiomas en los que están escritos. El niño observa un plan definido en la organización de los libros, un orden misterioso, el cual, no se comprende; un orden misterioso que no entiende, pero apenas sospecha sutilmente. Esa, me parece, es la actitud de la mente humana, incluso de la más grande y la más culta, hacia Dios. Vemos un universo maravillosamente organizado, obedeciendo ciertas leyes, pero solo entendemos las leyes vagamente. Nuestras mentes limitadas no pueden escrutar la fuerza misteriosa que balancea las constelaciones" 
     Respecto a la segunda cuestión, no me extenderé mucho. Es cierto que algunos de sus célebres enunciados nos pueden llevar a concluir que simpatizaba con lo que hoy defienden muchos movimientos pacifistas. Su conocida frase: “No sé cómo será la III Guerra Mundial, pero sí la IV... con piedras y palos.” Es una clara advertencia del peligro que supondría para la humanidad una guerra global, especialmente, por el armamento nuclear que las grandes potencias estaban dispuestas a producir y a almacenar.
     Menos aún, debemos concluir que era un defensor de soluciones bélicas para que los países resolvieran sus diferencias. Tampoco es eso. Ahora bien, hace 75 años, concretamente el 9 de agosto de 1939, Albert Einstein redactó una carta en Long Island, ayudado por el judío húngaro Leó Szilárd, que envió a la Casa Blanca cuando su inquilino era Roosevelt. El contenido de dicho escrito, que reproduzco a continuación, no salió de la pluma de lo que actualmente entendemos por un pacifista. También hay que tener presente los tiempos convulsos que corrían, y que todavía hubiera sido peor que el régimen de Hitler se hiciese con la bomba atómica antes que los Aliados. Hay quién piensa que el contenido de esta misiva pudo cambiar el curso de la Historia.  En todo caso, que el posible lector juzgue y valore por sí mismo:

Carta de Einstein a Roosevelt

Albert Einstein
Old Grove Rd.
Nassau Point
Peconic, Long Island

2 de agosto de 1939

F. R. Roosevelt
President of the United States
White House
Washington, D.C.

Señor;
Algunos recientes trabajos de E. Fermi y L. Szilard, los cuales me han sido comunicados mediante manuscritos, me llevan a esperar, que en el futuro inmediato, el elemento uranio puede ser convertido en una nueva e importante fuente de energía.    Algunos aspectos de la situación que se han producido parecen requerir mucha atención y, si fuera necesario, inmediata acción de parte de la Administración.  Por ello creo que es mi deber llevar a su atención los siguientes hechos y recomendaciones.

En el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable —a través del trabajo de Loiot en Francia así como también de Fermi y Szilard en Estados Unidos— que podría ser posible el iniciar una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generarían enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio. Ahora parece casi seguro que esto podría ser logrado en el futuro inmediato.

Este nuevo fenómeno podría utilizado para la construcción de bombas, y es concebible —pienso que inevitable— que pueden ser construidas bombas de un nuevo tipo extremadamente poderosas. Una sola bomba de ese tipo, llevada por un barco y explotada en un puerto, podría muy bien destruir el puerto por completo, conjuntamente con el territorio que lo rodea.  Sin embargo, tales bombas podrían ser demasiado pesadas para ser transportadas por aire.

Los Estados Unidos tienen muy pocas minas de uranio, con vetas de poco valor y en cantidades moderadas. Hay muy buenas vetas en Canadá y en la ex-Checoslovaquia, mientras que la fuente más importante de uranio está en el Congo Belga.

En vista de esta situación usted podría considerar que es deseable tener algún tipo de contacto permanente entre la Administración y el grupo de físicos que están trabajando en reacciones en cadena en los Estados Unidos. Una forma posible de lograrlo podría ser comprometer en esta función a una persona de su entera confianza quien podría tal vez servir de manera extra oficial. Sus funciones serían las siguientes:

a) Estar en contacto con el Departamento de Gobierno, manteniéndolos informados de los próximos desarrollos, y hacer recomendaciones para las acciones de Gobierno, poniendo particular atención en los problemas de asegurar el suministro de mineral de uranio para los Estados Unidos.

b) Acelerar el trabajo experimental, que en estos momentos se efectúa con los presupuestos limitados de los laboratorios de las universidades, con el suministro de fondos. Si esos fondos fueran necesarios con contactos con personas privadas que estuvieran dispuestas a hacer contribuciones para esta causa, y tal vez obteniendo cooperación de laboratorios industriales que tuvieran el equipo necesario.

Tengo entendido que Alemania actualmente ha detenido la venta de uranio de las minas de Checoslovaquia, las cuales han sido tomadas.  Puede pensarse que Alemania ha hecho tan claras acciones, porque el hijo del Sub Secretario de Estado Alemán, von Weizacker, está asignado al Instituto Kaiser Wilheln de Berlín, donde algunos de los trabajos estadounidenses están siendo duplicados.

Su Seguro Servidor,
A. Einstein

*A la que Bohr contestó: “Einstein, deja de decirle a Dios lo que debe hacer”.
 
P.D.  La admiración de Einstein por Jesucristo es evidente, como podemos comprobar en este enlace.

2ªP.D. Después de las últimas informaciones que he podido recoger sobre las creencias religiosas del personaje, su dios era la naturaleza y, en consecuencia, ateo.

     R.R.C.

viernes, 2 de enero de 2015

El origen del Roscón de Reyes

                           
      En la Antigua Roma se celebraban unas fiestas que anunciaban el solsticio de invierno en el mes de diciembre, dedicadas al dios de la agricultura Saturno y conocidas como Saturnales, en las que se repartía entre los comensales una especie de tortas redondas con higos, dátiles y miel para endulzarlas; y con un haba seca en su interior. Al afortunado que le salía era nombrado rey de reyes por un día, o lo que se acordara previamente. En esta fiesta participaban también los esclavos, a los que se les recompensaba de esta manera el duro trabajo realizado en el campo hasta el comienzo del invierno. Sin embargo, el haba seca ha pasado de ser un premio a ser un castigo, ya que al desafortunado que le toque debe de pagar el roscón. La expresión insultante “tontolaba”* está directamente relacionada con la persona que ha tenido la mala suerte de encontrarla en su ración y, en otros casos, se ha sustituido por pequeños juguetes que los más jóvenes esperan encontrar en su interior.
    
     Antropólogos de prestigio se han ocupado de cómo ha ido evolucionando esta celebración en España, es el caso de Caro Baroja, que recoge una costumbre del siglo XIV en el Reino de Navarra, en la que se nombraba rey al niño que encontraba el haba seca, práctica que se ha mantenido hasta la actualidad. En Andalucía también se daba una costumbre similar. No obstante, en España, la generalización de celebrar la víspera de Reyes de la manera que lo hacemos, degustando un roscón con chocolate es una fiesta bastante reciente.
    
     Acerca del significado del roscón adornado habitualmente con trozos de fruta azucarada de distintos colores en su parte superior, es evidente que simboliza una corona real con las piedras preciosas que lleva, representadas en dichos trozos de fruta. Respecto al haba seca, en un principio allá por el siglo III, era un símbolo de prosperidad y fertilidad**, así que, el hecho de obtenerla era un indicio de comenzar el nuevo año con buen pie. Cuando desaparecieron estas fiestas paganas y fueron sustituidas por festividades cristianas, en este caso por la celebración del día de Reyes, se mantuvieron algunas tradiciones como la de la torta, que con el paso del tiempo se transformó en roscón, más parecido a una corona de rey.
     
     Bien, llegados a este punto, si nos encontramos en víspera de Reyes, lo mejor que podemos hacer es olvidarnos de todo lo anterior y degustar este famoso dulce, a ser posible, con chocolate espeso.

* Vendría a ser la apócope de “tonto del haba”.
**Aunque no creo que se pueda establecer una relación, precisamente, en la lengua del Antiguo Egipto, la palabra haba se transcribe como iur, que seguida del determinativo de una mujer sentada con el vientre abultado indicaba embarazo, sinónimo de fertilidad. La frase “me he tragado el haba” equivalía a decir: me he quedado embarazada.
Nota. Ya que nos acercamos a al 6 de enero, en el blog hay una entrada titulada: “La historia de los Reyes Magos”. Se puede utilizar el buscador que aparece en la parte derecha de la página.

     R.R.C.