miércoles, 11 de junio de 2025

LA MONEDA GRIEGA MÁS CARA DE LA HISTORIA

 

     Como indica el título del post, el estátero de oro griego, concretamente de la polis de Pantikapaion (Παντικάπαιον) situada en la península de Crimea, en el estrecho que une el mar de Azov y el mar Negro (la actual Kerch). Con poco más de 9 g de peso y un diámetro de unos 20 mm, fue vendido a principios del 2012 por la desorbitante cantidad de 3 250 000 de dólares americanos, en la ciudad de Nueva York, cuando su precio de salida en la subasta era de tan “solo” de 650 000. En el anverso anepígrafo vemos la cabeza y el rostro con ojos un tanto saltones de un viejo sátiro  meticulosamente representado, que abarca casi la totalidad del campo de la moneda. Mientras, el reverso nos muestra un grifo (una figura mitológica) portando una lanza en su boca. También observamos las tres letras griegas: la letra pi; la letra alfa; y la letra ni, que si las juntamos todas obtenemos la apócope de la ciudad de acuñación, o sea, PANticapeo, en la segunda mitad del siglo IV a. C. Por último, y bajo las patas de la imagen advertimos una espiga de trigo como algo común en esa zona, de la que hoy en día todavía tenemos constancia de su riqueza en agricultura cerealística.

       R.R.C.


lunes, 9 de junio de 2025

Y, ¿SI ABRAHAM SÍ MATÓ A ISAAC?

 

     Aquí no encontramos obra de arte que valga que responda a esta pregunta, además de ser una contradicción con lo expuesto hasta ahora en otra entrada de este blog, publicada el 13 de febrero anterior con el nombre: EL SACRIFICIO DE ISAAC. Pero no me gustaría dejar pasar la oportunidad de otras hipótesis expuestas, eso sí, por unos pocos, me refiero a aquellos que consideran que en realidad en el primitivo relato bíblico, en la narración de la fuente E se refiere a Dios llamándole Elohim. De golpe y en el momento en que Abraham tenía alzado su brazo con el cuchillo para el sacrificio, un ángel de Dios le conmina a que no hiera a su retoño, y el sacrificio lo lleve a cabo con un cordero que la divinidad le había ofrecido para el holocausto, pero en esta ocasión a Dios se le llama Yahvé, como se refiere a Él la fuente J.

     Muchos centenares de años después de esta narración, hacia el siglo VII a. C., se trataron de unificar las dos fuentes: la E de Israel y la J del reino de Judá. Ya en esta época no se vería con buenos ojos un sacrificio humano para dedicarlo a Dios, era preferible algún animal, como un cordero, por ejemplo. Los encargados de llevar a cabo la unificación en un solo texto que podríamos llamar R de redactor, prefirió seguir aquí la fuente J, más blanda que la E, y más acorde con los nuevos tiempos.

     Los argumentos que dan verosimilitud al párrafo anterior, además de contar con el cambio de nombre de la divinidad, señalan, que después de realizado el sacrificio no se dice nada de Isaac, pues Abraham desciende solo de la montaña y se reúne con los dos criados que dejó en su base esperándolo, y los tres se marchan del lugar, y lo hicieron juntos camino a Bersebá, donde Abraham se quedó, y ni una palabra de Isaac*. Así que, siguiendo a los partidarios de esta conjetura, los versículos que salvan al hijo fueron añadidos con posterioridad.

     Un papiro egipcio escrito en lengua copta, que todavía sigue siendo el idioma de la Iglesia ortodoxa egipcia actual, fue hallado en el Bajo Egipto, en la pirámide de Sesostris I, y que ahora pertenece al Museo Metropolitano de Nueva York (MET), Michael Zellmann-Rohrer, investigador de la Universidad de Oxford, y traductor del texto, admite la probabilidad de que Abraham llevase a cabo la inmolación de su hijo. No obstante, el profesor de esta prestigiosa universidad no logró identificar al autor de este documento en cuestión. R. E. Friedman, especialista bíblico, también informa que ha habido y hay partidarios del final trágico de esta historia.

     Por último, recordar que en la religión musulmana, el vástago que Abraham fue sacrificar (aunque no lo hizo) era Ismael, al fin y al cabo, era su hijo primogénito que había tenido con su insolente esclava egipcia Agar, con la autorización de su mujer que no podía darle un heredero. Ismael se dirigió hacia el este y fue el antepasado del pueblo árabe. Aunque el Corán no lo dice explícitamente, así lo creen los eruditos en el tema.

*Quién disponga de una Biblia de Jerusalén a mano (la que yo utilizo), puede comprobar que en el cap. 22 vers. 1,3, 8 y 9, llama Dios a Elohim, y Yahvé al que le para la mano.

NOTA: La imagen que acompaña al texto es la de Agar con su hijo Ismael, ante la carencia en el arte del sacrificio de Isaac llevado a cabo. Lo cual, nos indica que la opción muy mayoritaria es que el sacrificio de Isaac, no se consumó por la intervención divina. Por otra parte, en el blog hay una entrada llamada: "EL PENTATEUCO" publicada el 11 de abril de 2013, que ayuda a entender este post, y a ella me remito.

NOTA II: Evidentemente, esta teoría deja sin respuesta a todas las narraciones que nos presenta el Génesis, sobre tan importante personaje, Isaac, posteriores al hecho de su sacrificio por su progenitor, además de estar considerado uno de los patriarcas del pueblo de Israel. Y que, en cierta manera, prefigura para el mundo cristiano la futura ofrenda de Jesús para la redención de los pecados de la humanidad. 

     R.R.C.    

sábado, 7 de junio de 2025

MONEDA MACEDÓNICA DE FILIPO II

 

     Esta maravillosa moneda es un tetradracma de plata emitida por el rey Filipo II de Macedonia, acuñada en la ceca de Pella en el segundo tercio del siglo IV a. C. Presenta un peso de 14g y medio y un diámetro de unos 25 mm, teniendo en cuenta la dificultad de esta última cifra al no mostrar una forma redonda. La pieza se halla en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) de Madrid. Fueron muchas y de gran calidad la cantidad de monedas que este rey macedónico mandó a emitir y, posiblemente, la mayor parte de ellas fueron supervisadas por él mismo, con el objetivo de tener una buena carta de presentación en las polis griegas, que a los macedónicos no terminaban de aceptarlos como verdaderos griegos, aunque si admitían que tenían cosas en común, pero que también eran descendientes de antiguos pueblos bárbaros. Sin embargo,  los habitantes de Macedonia sí se consideraban griegos de propio derecho. Por ello, desde el principio quisieron participar en los juegos que se celebraban en la polis de Olimpia cada cuatro años desde el 776 a. C., aunque tuvieron que esperar unos tres siglos para poder competir en estos deportes, ya que para ello, tenías que ser griego. Por lo tanto, este hecho supuso un gran avance para que el mundo heleno reconociese como tal al reino de Macedonia. Y, si además, los caballos de Filipo ganaron las carreras que se realizaron hacia la mitad del siglo IV en tres olimpiadas consecutivas; en las modalidades de carrera de caballos, cuadrigas (carro tirado por cuatro caballos) y bigas (carro tirado por dos caballos), para qué queremos más. Aunque el participante no fuera el propio rey, el dueño de los corceles sí lo era.

     Si ahora nos fijamos en el anverso de la moneda, observamos que ocupa casi todo su campo una impresionante y monumental efigie, con un semblante sobrecogedor del propio Zeus, el dios helénico más importante, el dios más poderoso de todos los del Olimpo, incluso dejando al margen sus aventuras amorosas o sexuales con otras diosas o mujeres terrenales, en cuyas hazañas era imbatible. Además, lleva sobre su cabeza la corona de laurel que lo convierte en vencedor de los juegos de Olimpia. El reverso aparece ocupado por un jinete un tanto presuntuoso, que cabalga con seguridad y soltura con la leyenda: ΦΙΛΙΠΠΟΥ (Filipo). Mientras el anverso es anepígrafo, es decir, no muestra leyenda alguna. Todo indica que el caballero es el propio rey que desfila con su brazo derecho en alto saludando a sus contemporáneos. En fin, que se había ganado a pulso ser reconocido como griego, tanto él como a todo su pueblo.

     Por último, señalar que Filipo II de Macedonia fue uno de los mejores políticos de la historia de todos los tiempos. Sin duda, su fama sería mucho mayor de no haber sido eclipsado por su hijo Alejandro Magno educado, nada menos, que por Aristóteles.

       R.R.C.


jueves, 5 de junio de 2025

EL ASESINATO DE CÉSAR

 

     Qué duda cabe que el asesinato de Julio César a mano de sus compatriotas fue uno de los hechos más importantes y con mayor repercusión, no solo en los límites del territorio romano: sur de Europa, Asia Menor y norte de áfrica, que daban al Mediterráneo, sino también de los países limítrofes de esta extensa superficie. El 15 de marzo del año 44 a. C. fue la fecha elegida por los asesinos para llevar a cabo el magnicidio, en el propio Senado de Roma, cuando la víctima estaba a punto de cumplir 56 años. No voy a centrar el post en este conocido acontecimiento, pues me limitaré a los presagios que hablaban del mismo, tal y como recogen los historiadores Suetonio y Plutarco, por ejemplo. No obstante, ganas le tenían, por el temor de que se convirtiese en rey (institución muy odiada entre los romanos desde que cayó la monarquía hacía más de 450 años). Además, desde enero de ese mismo año ya había sido nombrado por el Senado DICTADOR PERPETUO, que en opinión de G. Traina, no quiere decir hasta la muerte, más bien como una dictadura sin fecha de caducidad. Precisamente, en esa jornada sangrienta el propio Senado lo iba a proclamar rey, siempre que utilizase ese título con la corona correspondiente en el exterior de la península italiana, aunque a César no le entusiasmaba la idea. ¿Por qué los senadores tuvieron esta consideración con él? Porque los romanos consultaban los Libros Sibilinos ante acontecimientos importantes, y estos decían que para conquistar Partia solo podía hacerlo un rey, y César tenía previsto salir de Roma para esa ardua tarea pocos días después y duraría años, con el peligro añadido, de que la victoria sobre los partos aumentaría más su fama y prestigio; y quedarse a vivir en una ciudad oriental, desde la que se tomarían las decisiones más importantes, en detrimento particular de Roma.

     Es normal la creencia en el mundo antiguo que todos los eventos trascendentales vinieran precedidos de augurios más o menos claros, pero había que saber interpretar para poder adelantarse a los mismos en caso de ser necesario. Por lo tanto, este asunto no iba a ser una excepción. Nos cuenta Suetonio, que unos meses antes de esta señalada fecha, unos colonos que habían recibido tierras en Capua del propio César, en la tumba del fundador de la villa, encontraron una tablilla de bronce escrita en griego, que podría predecir el suceso y grandes calamidades para Italia como castigo. Continúa Suetonio informando que los caballos que Julio había liberado en el Rubicón, para su libertad y disfrute, se negaban a pastar y solo lloraban. También nos transmite un pequeño episodio en el que participan unas aves  en la Curia de Pompeyo, en donde más tarde se reunirían los senadores.

     Una amenaza más seria y conocida se la debemos al arúspice Espurina, el cual advirtió a César que se guardase de los Idus de marzo (el día 15 de este mes). Cuando el propio César se cruzó con el adivino, se dirigió a él en un tono burlesco diciéndole que el día había llegado y él todavía continuaba allí, a lo que Espurina espetó: Que todavía no habían pasado. Nos transmite Plutarco, que Artemidoro de Cnido, maestro de griego, que debió estar al tanto de lo que se venía tramando, ya que tenía amistad con algunos compañeros de Bruto, le entregó un escrito en un memorial que César guardó para leerlo después de la sesión del Senado, entregándoselo a un ayudante. En vista de ello, consiguiendo acercarse a él y le advirtió: “Léelo tú solo y pronto…; te interesa”. No lo leyó, y ahí estaba la lista de los conjurados. La muchedumbre de ese día en la calle interrumpía el paso y lo impidió, aunque mostró gran interés, lo dejó para después.

     Vamos a los sueños de la misma noche del día del asesinato que presagiaban lo peor, tanto el del propio César, como el de su mujer Calpurnia, que aún fue más revelador, y por ello se opuso firmemente a que su esposo acudiera ese día al Senado, e incluso que no debería salir de casa. Mientras, César no dio importancia al suyo, Calpurnia soñó que se derrumbaba el techo de su casa y que su marido moría apuñalado en su seno. Ya que había decidido no salir, Décimo Bruto fue en su busca y lo animó para que fuese, ya que los senadores llevaban un tiempo esperándole y su ausencia sería mal vista. Se puso en marcha alrededor de las 11 de la mañana. Lo que ocurrió después ya lo sabemos, está “in mente” de todos.

     Respecto a los sueños que nos transmiten los historiadores, me gustaría recordar que para la mayor parte de los pueblos de la antigüedad no eran una cuestión banal. Recordemos los famosos sueños del faraón de las siete vacas gordas devoradas por las siete vacas flacas y que tanto atemorizaban al monarca y que José, sabiamente, interpretó. Si ocurrió o no, esa no es la cuestión, lo importante es que en las sociedades primitivas y antiguas era un tema considerable, no solo entre las persones menos cultivadas, también en afamados escritores y filósofos. Como siempre hay excepciones, de Cicerón, mejor ni hablar, pues para él, los sueños no merecen ningún crédito ni respeto. La voz del escepticismo más completo. Hay que esperar al siglo XIX para que científicos como Freud se ocupe de ellos en su célebre libro sobre La interpretación de los sueños, que en este caso no nos aporta nada. Sin embargo, otros científicos, como Jung, piensan que todos los sueños son revelaciones de una sabiduría superior, o Erich Fromm, por ejemplo, proponen que en los sueños participan las dos características del hombre: La irracional y la racional. Y el análisis de los sueños consistiría en averiguar, cuándo exponemos lo peor de nosotros mismos, o bien, lo mejor y más elevado moral e intelectualmente. En fin, que podemos ser más inteligentes durmiendo que despiertos, de cosas que nos han pasado desapercibidas por el día y en la concentración de la noche las comprobamos. Esto es lo que le pudo pasar a Calpurnia, que vio con más claridad el peligro que corría su marido en sus sueños que en la realidad. Acabo con una información de Plutarco, cuando al día siguiente Julio César se encontraba rodeado en el Senado, solo se le ofrecía hierro por todas partes.

        R.R.C.

miércoles, 4 de junio de 2025

COLUMNARIO DE OCHO REALES

 

     Esta bella pieza de plata acuñada en México en el primer tercio del siglo XVIII, y más concretamente en 1733, como podemos ver en su reverso. Limitadas ambas caras por una pequeña grafila dentada unida al listel protector, impresa justo cien años después de un centén segoviano de oro equivalente a cien escudos y que podría ser la moneda más grande del mundo, con más de 70 mm de pabellón. En el anverso del columnario, comprobamos  un gran escudo de España con los reinos que lo integran en su interior, con una elegante y enorme corona, lo cual lo identifica con el soberano, en este caso un Borbón, y la flor de lis, que en heráldica representa el lirio asociado a la monarquía francesa principalmente, y encarna la pauta a seguir por la misma: nobleza, poder y soberanía. Fuera del escudo aparece a su derecha el valor de la moneda, o sea, 8 reales, y a la izquierda una marca de ceca. La leyenda en latín dice: “REY FELIPE V POR LA GRACIA DE DIOS DE ESPAÑA Y DE LAS INDIAS”.    

     En el reverso, circunvalando la moneda se encuentra la fecha de emisión ya indicada más arriba, y la leyenda: “AMBOS SON UNO”. En el centro del campo, y entre las columnas de Hércules, que envuelven una cinta con las conocidas palabras latinas: “PLUS ULTRA (MÁS ALLÁ)” del océano Atlántico (simbolizado en las líneas onduladas de agua que se exhiben bajo las mismas), aparecen  dos globos terráqueos que representan a los hemisferios oriental y occidental, unidos por la corona española en la parte superior

      R.R.C.

miércoles, 28 de mayo de 2025

MONEDAS ANTIGUAS

 

     A falta de otros medios, como tenemos actualmente, las monedas fueron un invento perfecto allá por el siglo VII A. C. en el reino de Lidia, para transmitir: mensajes, propaganda política o religiosa de cualquier tipo, ideas… y también arte y esplendor. Los antiguos gobernantes fueron muy conscientes de ello, y casi desde el principio, utilizaron este práctico medio de pago que facilitó el comercio tanto local, como nacional e internacional. También se utilizaron como herramientas diplomáticas entre los países, y el prestigio que les daba tener una buena, atractiva y valiosa moneda. Simbolizaban el poder de los gobernantes y eran la envidia de los que no se la podían permitir. Algunas piezas muy valiosas circularon poco como medios de pago, y se utilizaron más como regalos a personajes importantes para ganar su confianza. Otras, las valoramos más como “pequeñas” obras de arte, ya que algún acuñador, consciente de ello, estampaba su nombre en las piezas que martilleaba, Kimon de Siracusa, por ejemplo. Aunque lo normal en la antigüedad es que la valoración de la moneda solo tenía en cuenta su peso y el material que se había empleado: oro, plata y bronce fundamentalmente.

     Hoy en día, las monedas antiguas se valoran teniendo en cuenta multitud de factores y no el valor intrínseco que tienen por ellas mismas, así que, una moneda de bronce o plata puede sumar más que una de oro del mismo peso. Una de bronce podría alcanzar un millón de euros, mientras que una de oro valdría menos. Todo dependerá de la rareza; estado de conservación; belleza; datos que se tengan sobre la misma; grado de certeza de que no es una falsificación; calidad de los cuños empleados, que se deterioraban con un uso prolongado; presencia de pátina que pueda embellecer o afear la pieza (algo que no ocurre con las de oro, ya que no se oxidan); por ser de impresión manual unas están mejor centradas que otras; información histórica que transmitan, máxime si tenemos escasez de otras fuentes; tanto oferta como demanda de la misma… En fin, muchos factores que el mundo antiguo no tuvo en cuenta, pues lo importante para ellos era su peso y el metal utilizado. Por cierto, en la antigüedad también había muchas falsificaciones de distinto tipo; desde particulares, al propio Estado. Todo lo que tiene valor si se puede falsificar se falsifica.

     Cada moneda es un pequeño trozo de historia, que si la sabemos escudriñar nos puede transmitir tanta información como un texto escrito, o confirmar una fuente histórica. También, en muchas de ellas hay arte en su impronta, es decir, en las imágenes y leyendas que aparecen en sus caras. Ambas cosas atraen a muchos compradores y museos. Aunque coleccionar monedas antiguas es un lujo muy caro, y que pocos se pueden permitir, yo desde luego no, ya que vivir de una pensión pública no te ofrece esa oportunidad, pero queda una alternativa, pues con el avance de la tecnología se pueden hacer precisas réplicas, muy parecidas a las originales por muy pocos euros en Internet, entre cinco o diez euros normalmente, por ejemplo. No es lo mismo una réplica que una moneda falsa, pues la réplica se limita a imitar la original y se vende como tal, mientras que la falsa hace pasar por original una réplica. Por último, mientras los antiguos gobernantes regalaban monedas originales a otros para agasajarlos, yo regalo réplicas a mis amistades para complacerlos.

      R.R.C.


viernes, 23 de mayo de 2025

DENARIO DE TITO


     Ante la falta de poder conseguir en Internet una moneda original en buen estado, he preferido utilizar una copia bastante exacta de las que venden a través de la red. Es un denario de plata que circuló mucho en su época, cuyo peso debe de andar por los 3.5 g y de18 a 20 mm de diámetro. Se acuñó cuando su protagonista todavía no era emperador, puesto que alcanzó este rango entre los años 79 y 81 d. C  A pesar de que la moneda lo escriba en su anverso, hay que entenderlo como un general victorioso. En ella vemos un rostro barbado de facciones duras mirando hacia la derecha con la cabeza laureada, en lo que parece ser una efigie bastante realista del personaje. A parte de la grafila de puntos que observamos por ambas caras, en la faz aparece la leyenda: Titus CAESAR IMPerator VESPASIANUS (TITO CÉSAR EMPERADOR VESTASIANO). 
     Mientras tanto, en el reverso vemos una impresionante águila, con sus alas desplegadas que ocupa gran parte del campo del denario. Se encuentra parada sobre un pedestal de piedra engalanado, como símbolo imperial de poder y fuerza. Podemos leer a su derecha y a su izquierda: COnSul V, que nos llevaría al año 76 d. C. como fecha de impresión de la misma.
       R.R.C.