El diamante se conoce desde antiguo, pero el hombre no sabía qué hacer con él; precisamente procede del griego adamas que significa indomable, invencible. Prácticamente hasta el siglo XIX no se pudo tallar con arreglo a unas proporciones minuciosamente estudiadas para que estas piedras se manifiesten en todo su esplendor. No obstante, desde algunos siglos anteriores ya empezaron a utilizarse como adornos, pero era un privilegio de la realeza y de los hombres. Hay que esperar a 1477 para que el Archiduque Maximiliano de Austria le regale a una mujer, María de Borgoña, una sortija de diamantes.
Un diamante es un elemento químico, el sexto de la tabla periódica, carbono puro cristalizado en el sistema cúbico, si estuviese en el hexagonal sería grafito, la punta de nuestros lápices, que en nada se parece al diamante, salvo que ambos son átomos de carbono cristalizado en estado sólido.
R.R.C.
