viernes, 7 de septiembre de 2018

EL VASO DE LOS GUERREROS Y MONEDA IBÉRICA


     Denominado así porque en su friso aparecen representados doce guerreros armados con lanzas cortas; espadas con el filo curvado conocidas como falcatas, que eran muy habituales en la península ibérica prerromana y, por último, también portaban alargados escudos. Fue descubierto en la década de 1930 en el poblado ibérico del Tossal de Sant Miquel, en la provincia de Valencia, y lo podemos contemplar en el Museo de Prehistoria de esta ciudad.
     Es precisamente en la cerámica ibérica en donde la pintura de estos antiguos artistas mostró su mejor cara, y ni que decir tiene, que nos encontramos ante una obra excepcional de finales del primer milenio a. de C., en la que el autor nos deleita con seis caballeros y seis soldados de color rojizo sobre fondo anaranjado pintados en el friso de la pieza. Las figuras, un tanto estilizadas y geométricas, no le falta una base realista. Además, motivos florales se esparcen por la escena. Mientras en la parte superior e inferior se recurre a los consabidos motivos geométricos del arte ibérico.
     Evidentemente el autor es anónimo, pero la calidad que presenta esta pintura, y el dominio técnico desde el punto de vista de su realización y composición de la narración, la convierte en el referente artístico más importante de este estilo, a pesar de no estar claro el contenido de lo que se quiere transmitir, pues mientras unos especialistas observan en ella una celebración; otros creen que se está desarrollando una batalla, aunque no se sabe cuál. En fin, como tantas veces ocurre en historia o en arte, las posibilidades están abiertas.
      R.R.C.
Apéndice (20-6-2021):                                                 
                                                                 AS DE SEKAISA

     Entre los siglos II-I a. C. la ciudad celtibérica de Segeda realizó varias emisiones de moneda, tanto de bronce como de plata (en menor cantidad). Una cabeza joven y masculina con mechones de cabello abarca casi la totalidad del campo de la pieza en el anverso, que aparece enmarcada por dos delfines y una grafila que concluye esta faz. Cabría destacar que no presenta leyenda alguna, lo que en numismática se denomina anepígrafa, término no reconocido actualmente por la RAE. En el reverso comprobamos un jinete al galope que porta una lanza en su brazo derecho, y bajo la línea de exergo aparece una inscripción de la ciudad en caracteres ibéricos, y que se transcribe: “Sekaisa” (la poderosa).

     La moneda que vemos en la imagen es una réplica que reproduce un as de bronce de esta cultura, que tenían unos 25 mm de diámetro y 9 gramos de peso aproximadamente. Por último, es digno de recordar, que los antiguos habitantes de esta ciudad opusieron tanta resistencia a los romanos que les obligaron a cambiar el calendario político en el año 153 a. C., ya que a partir de esta fecha empezaron a tomar posesión los cónsules (la magistratura más alta durante la República) en las calendas de enero, o sea, el primer día del mes y no en los idus de marzo (día 15) como venía siendo habitual. 

     R.R.C.

NOTA: Imágenes obtenidas de Internet.