Obra del artista italiano Maurizio
Cattelan, que consiste en una banana o un plátano (como prefieran) pegado a una
pared blanca con cinta adhesiva, justo a 1.60 m de altura. La obra se presentó
por primera vez en 2019 y culminó con el artista comiéndose su propia obra a
modo de improvisación, ante la multitud de espectadores que lo contemplaban.
Fue expuesta en Miami, subastada y comprada en noviembre de 2024 en seis
millones doscientos mil dólares. Sí han leído bien y no es broma. Eso sí, el
comprador se comprometía a sustituir el plátano cada semana, además, se lo
comió, aunque esto lo hizo por su cuenta, y qué duda cabe que ha sido el
plátano más caro de la historia. Quiero pensar que estaría sabroso. Hay que
tener en cuenta que esta realización conceptual ya se vendió anteriormente por
120 000 $ en una subasta, vamos, una ganga. Por otra parte, al igual que
ocurrió con el controvertido Urinario masculino que M. Duchamp envió a una
exposición de artistas en Nueva York en 1917, que también resistió un asalto, Comedian fue arrancado de la pared por
un artista, y se lo comió delante de los allí presentes aduciendo que tenía
hambre, performance (acción) que le dio
más publicidad.
Según Cattelan, su trabajo simboliza una
crítica al mercado del arte que viene ya del siglo XX y lo absurdo que resulta.
Por supuesto, hace hincapié en la idea de que el mérito radica en el concepto y
no en el objeto que vemos. Así, transformamos un objeto habitual en una
reflexión sobre el consumo, el arte y el capitalismo. Es evidente que Cattelan
se ha hecho un sitio de honor el en mundo provocativo, conceptual y excéntrico
del arte: una estupidez (no quiero emplear palabras más gruesas) para unos y
una genialidad para otros. En definitiva: ¿Qué es arte y que no?
De todas formas, este tipo de exhibiciones
no es algo nuevo, viene de lejos, concretamente me estoy acordando del ya
mencionado M. Duchamp, que puso de moda el ready-made, en donde el proceso
creativo que precede a la obra es más importante que la obra misma, que
consistía en una distribución arbitraria de objetos cotidianos que ya no
servían para lo que fueron hechos, y que se convertían en obras de arte porque
así lo decidía el artista. En 1913 creó el primer ready-made, que consistía en
una rueda delantera de bicicleta sobre un taburete de cocina de cuatro patas,
lógicamente, firmado por él. Luego es el artista el que decide si es arte o no.
Llegó a anunciar que podía darle por firmar el famoso rascacielos de Nueva
York: el Empire State Building, y convertirlo en una obra de arte (para mí, que
tuve oportunidad de verlo, es una
grandiosa arquitectura firmada o sin firmar).
En fin, si Comedian es una obra de arte, que baje Dios y lo vea.
R.R.C.