sábado, 7 de junio de 2014

El escarabajo de Tutankamón

     Aunque se trata de un pectoral, he denominado así esta entrada porque ya hay otra en este mismo blog titulada “El pectoral de Tutankamón”. Además, como veremos a continuación, el material del que está hecho el escarabajo que aparece en la parte central de la joya ha dado mucho de qué hablar. Este impresionante colgante de 14.9 cm. de altura y 14.5 cm. de anchura, fue descubierto en la tumba de este faraón en el Valle de los Reyes en 1922 por Howard Cartel, junto con un rico ajuar de más de cinco mil piezas, y que hoy podemos ver en el Museo de El Cairo. Como todo lo hallado en este lugar tiene una antigüedad de más de 3200 años.
     Empezando por el misterioso escarabajo, no viene mal recordar como aparece descrita la gema en el diario de su descubridor: “calcedonia amarilla verdosa”, es decir, pensaba que se trataba de una piedra del grupo del cuarzo, un anhídrido silícico (SiO2), y eso se pensaba hasta 1999, en el que un geólogo italiano estudió el mineral y llegó a la conclusión de que era un cristal natural del desierto, concretamente del Gran Mar de Arena situado en el desierto Líbico, al noroeste del Sahara, cerca de la frontera con Egipto. Por lo tanto, nos encontramos ante un mineral raro y escaso, a cientos de kilómetros de la civilización, en un desierto dentro del desierto y que los antiguos egipcios fueron los primeros en utilizarlo para realizar una joya. ¿Cómo llegó hasta allí una expedición, coger el material y ponerlo en manos de los orfebres del faraón? Todavía no hay respuesta a esta pregunta. Otra interpelación que nos podemos hacer es ¿cómo se formó aquí este mineral y a partir de qué? Bien, para esta última cuestión parece que sí hay respuesta.
     Las hipótesis científicas más verosímiles vienen a coincidir en el hecho, de que hace 29 millones de años cayó en esta zona un meteorito que no llegó a impactar directamente en la superficie, pues no se ha encontrado cráter alguno que lo confirme, pero que podría haber explotado (hay quien apunta a unos 8 kilómetros de altura) poco antes de establecer contacto con el suelo, provocando un extraordinario aumento de la temperatura y la presión, fundiendo la arena del desierto y, al enfriarse, dio lugar a este atípico cristal de aspecto lechoso y traslúcido que aparece en mitad de los corredores que forman las cadenas de dunas. Sólo lo encontramos diseminado en una zona muy pequeña, de unos 40 kilómetros cuadrados aproximadamente. Por otra parte, a pesar de ser conocido como cristal líbico, no es un cristal, sino un vidrio, pues no se puede clasificar en ninguno de los siete sistemas cristalinos que conocemos, al no tener orden atómico en su estructura molecular. Otra evidencia que avala la teoría del meteorito es el hecho, de que en el interior, llamándolo ya con propiedad, de este vidrio, se han encontrado burbujas con elementos de meteoritos que podríamos considerar como impurezas, que junto con la intensidad del color y la transparencia determinan la calidad de esta piedra.
     Centrándonos ahora en el conjunto de esta hermosa pieza de joyería egipcia, está hecha de oro, piedras de adorno y cristal coloreado, con una técnica llamada cloisonné, pues está ejecutada a base de numerosos y pequeños compartimentos (cloisons en francés), en donde se incrustan los diversos materiales que producen un bonito efecto cromático. Como es habitual en la orfebrería egipcia, el lapislázuli de gran calidad importado de Afganistán tiene un papel destacado en el conjunto del colgante. Y, al igual que ocurre en otras piezas de este faraón, su Nombre de Trono*: “Jeperu neb Ra” que traducido sería: “El Señor de las manifestaciones es Ra” se encuentra implícito en el pectoral, junto con otras alusiones y símbolos que pasamos a ver.
     Si empezamos por el espectacular escarabajo alado, tenemos el signo jeroglífico “jeper” (manifestación). Éste, sostiene con sus patas delanteras y la punta de sus alas la barca conducida por el Sol, que podemos identificar con otro signo de la antigua escritura egipcia que se pronunciaría “neb” (señor), y el disco solar que nos encontramos en la parte superior es el dios Ra. Por último, el plural de “jeper” se consigue con las tres flores de loto que hay en la parte inferior (junto a otras de papiro colgantes y cabezas de semilla de amapola), que equivaldrían a los tres trazos con los que se indicaba el plural, así, obtendríamos “jeperu” (manifestaciones). Además, el escarabajo agarra una flor de papiro con una de sus patas y tres flores de loto con la otra. Flanqueado por dos cobras (uraeus) con el disco solar sobre sus cabezas, símbolos del Bajo Egipto, sin olvidar, que como atributo de la realeza, sólo las podían portar los faraones. Tanto las cobras como las flores de loto que emergían del fondo de las aguas eran alegorías de la resurrección.
     No podía faltar en una joya que tenía un carácter protector de su dueño, el conocido Ojo de Horus, “el que está completo” (Udyat) que vemos sobre la barca solar, por cierto, flanqueado también por dos cobras. Aparece coronado por la luna en cuarto creciente hecha de oro y por el disco solar elaborado en plata, con las imágenes en pequeño tamaño de los dioses Thot y Ra-Horajty coronando al faraón que aparece en el centro. Udyat es un potente protector, es uno de los amuletos más usados por los antiguos egipcios. Símbolo del orden, lo estable, lo imperturbable, que potenciaba la vista y que protegía a los difuntos. El conocido Libro de los Muertos en su capítulo 112 nos dice al respecto: “El Ojo de Horus es tu protección, Osiris, Señor de los Occidentales, constituye una salvaguarda para ti: rechaza a todos tus enemigos, todos tus enemigos son apartados de ti.”
     En definitiva, una obra maestra de la orfebrería en un magnífico estado de conservación, rebosante de colorido, orden, equilibrio y simetría, que en ningún momento resulta abigarrada, o excesiva, a pesar de la gran cantidad de detalles que podemos apreciar en ella.
* Tengamos presente que los faraones podían recibir hasta cinco nombres y éste era uno de los más utilizados. Podrá encontrar el lector una explicación un poco más amplia en la otra entrada ya mencionada “El pectoral de Tutankamón”.

     R.R.C.