Aunque se
trata de un pectoral, he denominado así esta entrada porque ya hay otra en
este mismo blog titulada “El pectoral de Tutankamón”. Además, como veremos a
continuación, el material del que está hecho el escarabajo que aparece en la
parte central de la joya ha dado mucho de qué hablar. Este impresionante
colgante de
14.9 cm. de altura y 14.5 cm. de anchura, fue descubierto en la tumba de este faraón en el Valle de los Reyes
en 1922 por Howard Cartel, junto con un rico ajuar de más de cinco mil piezas, y
que hoy podemos ver en el Museo de El Cairo. Como todo lo hallado en este
lugar tiene una antigüedad de más de 3200 años.
Empezando por el misterioso escarabajo, no
viene mal recordar como aparece descrita la gema en el diario de su
descubridor: “calcedonia amarilla verdosa”, es decir, pensaba que se trataba de
una piedra del grupo del cuarzo, un anhídrido silícico (SiO2), y eso se pensaba
hasta 1999, en el que un geólogo italiano estudió el mineral y llegó a la
conclusión de que era un cristal natural del desierto, concretamente del Gran
Mar de Arena situado en el desierto Líbico, al noroeste del Sahara, cerca de la
frontera con Egipto. Por lo tanto, nos encontramos ante un mineral raro y
escaso, a cientos de kilómetros de la civilización, en un desierto dentro del
desierto y que los antiguos egipcios fueron los primeros en utilizarlo para
realizar una joya. ¿Cómo llegó hasta allí una expedición, coger el material y
ponerlo en manos de los orfebres del faraón? Todavía no hay respuesta a esta
pregunta. Otra interpelación que nos podemos hacer es ¿cómo se formó aquí este
mineral y a partir de qué? Bien, para esta última cuestión parece que sí hay
respuesta.
Las hipótesis científicas más verosímiles
vienen a coincidir en el hecho, de que hace 29 millones de años cayó en esta
zona un meteorito que no llegó a impactar directamente en la superficie, pues
no se ha encontrado cráter alguno que lo confirme, pero que podría haber
explotado (hay quien apunta a unos 8 kilómetros de altura) poco antes de
establecer contacto con el suelo, provocando un extraordinario aumento de la
temperatura y la presión, fundiendo la arena del desierto y, al enfriarse, dio
lugar a este atípico cristal de aspecto lechoso y traslúcido que aparece en
mitad de los corredores que forman las cadenas de dunas. Sólo lo encontramos diseminado en una zona muy pequeña, de unos 40 kilómetros cuadrados aproximadamente.
Por otra parte, a pesar de ser conocido como cristal líbico, no es un cristal,
sino un vidrio, pues no se puede clasificar en ninguno de los siete sistemas
cristalinos que conocemos, al no tener orden atómico en su estructura molecular.
Otra evidencia que avala la teoría del meteorito es el hecho, de que en el interior,
llamándolo ya con propiedad, de este vidrio, se han encontrado burbujas con
elementos de meteoritos que podríamos considerar como impurezas, que junto con
la intensidad del color y la transparencia determinan la calidad de esta piedra.
Centrándonos ahora en el conjunto de esta
hermosa pieza de joyería egipcia, está hecha de oro, piedras de adorno y
cristal coloreado, con una técnica llamada cloisonné, pues está ejecutada a
base de numerosos y pequeños compartimentos (cloisons en francés), en donde se
incrustan los diversos materiales que producen un bonito efecto cromático. Como
es habitual en la orfebrería egipcia, el lapislázuli de gran calidad importado
de Afganistán tiene un papel destacado en el conjunto del colgante. Y, al igual
que ocurre en otras piezas de este faraón, su Nombre de Trono*: “Jeperu neb Ra”
que traducido sería: “El Señor de las manifestaciones es Ra” se encuentra
implícito en el pectoral, junto con otras alusiones y símbolos que pasamos a
ver.
Si empezamos por el espectacular
escarabajo alado, tenemos el signo jeroglífico “jeper” (manifestación). Éste,
sostiene con sus patas delanteras y la punta de sus alas la barca conducida por
el Sol, que podemos identificar con otro signo de la antigua escritura egipcia
que se pronunciaría “neb” (señor), y el disco solar que nos encontramos en la
parte superior es el dios Ra. Por último, el plural de “jeper” se consigue con las tres flores de loto que
hay en la parte inferior (junto a otras de papiro colgantes y cabezas de semilla
de amapola), que equivaldrían a los tres trazos con los que se indicaba el
plural, así, obtendríamos “jeperu” (manifestaciones). Además, el escarabajo
agarra una flor de papiro con una de sus patas y tres flores de loto con la
otra. Flanqueado por dos cobras (uraeus) con el disco solar sobre sus cabezas,
símbolos del Bajo Egipto, sin olvidar, que como atributo de la realeza, sólo
las podían portar los faraones. Tanto las cobras como las flores de loto que
emergían del fondo de las aguas eran alegorías de la resurrección.
No podía faltar en una joya que tenía un
carácter protector de su dueño, el conocido Ojo de Horus, “el que está
completo” (Udyat) que vemos sobre la barca solar, por cierto, flanqueado
también por dos cobras. Aparece coronado por la luna en cuarto creciente hecha
de oro y por el disco solar elaborado en plata, con las imágenes en pequeño
tamaño de los dioses Thot y Ra-Horajty coronando al faraón que aparece en el
centro. Udyat es un potente protector, es uno de los amuletos más usados por
los antiguos egipcios. Símbolo del orden, lo estable, lo imperturbable, que
potenciaba la vista y que protegía a los difuntos. El conocido Libro de los
Muertos en su capítulo 112 nos dice al respecto: “El Ojo de Horus es tu
protección, Osiris, Señor de los Occidentales, constituye una salvaguarda para
ti: rechaza a todos tus enemigos, todos tus enemigos son apartados de ti.”
En definitiva, una obra maestra de la
orfebrería en un magnífico estado de conservación, rebosante de colorido,
orden, equilibrio y simetría, que en ningún momento resulta abigarrada, o
excesiva, a pesar de la gran cantidad de detalles que podemos apreciar en ella.
* Tengamos
presente que los faraones podían recibir hasta cinco nombres y éste era uno de
los más utilizados. Podrá encontrar el lector una explicación un poco más
amplia en la otra entrada ya mencionada “El pectoral de Tutankamón”.
R.R.C.