miércoles, 5 de febrero de 2025

El casco de Coțofenești

 

     En la madrugada del 25 de enero de este 2025, cerca de las cuatro de la madrugada, se perpetró un robo de varias piezas importantes y de gran valor en el museo de Drents, en la ciudad de Assen, en los Países Bajos. Entre los objetos arqueológicos más importantes destaca el casco de Coțofenești, especialmente, y algún brazalete de oro que formaban parte de una exposición temporal de este museo, prestadas por Rumanía, bajo el título de “Dacia: Reino de Oro y Plata”. Se pretendía hacer consciente a un público europeo, particularmente, de la cantidad de obras elaboradas con estos metales preciosos en la Dacia, incluso antes de ser incorporada por el emperador Trajano allá por el año 106 d.C.

     En adelante, me centraré en el mundialmente conocido casco de Coțofenești, también considerado como patrimonio nacional de Rumanía, o sea, es mucho más que su peso en oro, material en el que está elaborado, por cierto. Pesa alrededor de ¾ de Kilo, con una altura cercana a los 25 cm, una anchura superior a los 18 cm y realizado hace unos 2400 años, por la civilización Geta-Dacia anterior a la conquista romana.

     Como tantos otros descubrimientos arqueológicos fue descubierto por casualidad hace ya casi 100 años. Su conservación es bastante satisfactoria (aunque la parte de arriba está destruida), lo cual permite un mejor análisis y comprobar la calidad que alcanzaron los orfebres de estos lejanos tiempos en esa zona. Toda la parte superior del casco está decorada con voluminosas tachuelas, mientras que en los lados  aparecen especímenes de carácter mítico.  Impresionan sus grandes y extraños ojos, no solo para intimidar y protegerse de su enemigo, también de liberarse de algún hechizo mágico, mal de ojo, o cualquier otra maldición, por ejemplo. En fin, la iconografía que representa todo el casco, como el sacrificio ritual de un carnero, ayudan al estudioso a entender mejor la cultura y costumbres de toda esta gente en general.

     ¿A quién perteneció? La verdad es que no se sabe, solo se han planteado hipótesis más o menos razonables. Pudo ser de un rey, evidentemente, pero también pudo se r de un famosos general, o de un personaje noble. Lo que no hay ninguna duda es de que su dueño tuvo que ser una autoridad que merecía el respeto de sus contemporáneos. En fin, la incertidumbre persiste, y lo importante es que aparezca pronto y regrese a las vitrinas de su legítimo propietario el Museo Nacional de Historia de Rumania en Bucarest, y que vuelva a ser patrimonio de todos sus visitantes.

     R.R.C.